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Último Juicio Escolar ‐ Parte 11.
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En minutos que parecieron horas para los presentes, aquellos que no podían formular palabra, mirando estupefactos el debate verbal que Mirai y Shuichi mantenían en pie sin dar brazo a torcer con el mundo exterior.
La gran cantidad de voces que provenían de Kiibo, deseando e implorando que Danganronpa siguiera en pie, no se daban por vencidos, o eso parecía.
Puesto que hubo un momento de silencio sepulcral donde el detective y el compositor se vieron confundidos, queriendo saber con impaciencia que había ocurrido con su amigo.
– ¿Qué... Ha pasado? – cuestionó Himiko en un murmullo.
– ¿Kiibo? – la preocupación se hizo notable en Maki.
Ante la silenciosa respuesta, la mente maestra suspiró tratando de ocultar su acelerado corazón, sintiendo como su proyecto se iba para abajo, sin embargo, sintió un momento de paz en cuanto todo terminó.
– No me hagan repetirlo una y otra vez. – ordenó con tono cansado. – Todo es inútil. El mundo exterior no va a dejar que Danganronpa se termine. Todos ellos... Aman Danganronpa... ¡Esa es la pura verdad! ¡El asesinato mutuo como entretenimiento va a seguir para toda la vida!
Mirai chasqueó la lengua en una queja exhausta, mientras el detective suspiraba pensando en mil y un soluciones. Finalmente se miraron el uno al otro, buscando un camino por el cual cruzar a un buen final para ellos, lo cual, para sorpresa del detective, generó una risa sarcástica desde lo más profundo del corazón del compositor, empezando a pensar en lo alejada que esa idea estaba de la realidad.
– Pues vamos allá con las votaciones. – repitió Monokuma esta vez más entusiasmado. – Puhuhu... No tengo ninguna duda de que el esperanzador Kiibo-Kun votará por la desesperanzadora Shirogane-San. ¡Porque eso es lo que el mundo quiere ver!
– ¡Vamos allá con todo! ¡Hora... De la última votación! – anunció la cosplayer con una sonrisa de oreja a oreja, teniendo sus manos con firmeza en sus caderas.
A los ojos de todos, era notable lo segura que estaba del resultado.
Habiendo ocurrido en varias ocasiones en el trágico pasado, una pequeña pantalla se encendió atrayendo la atención del compositor a esta.
La mirada del rubio se suavizó en unos ojos claramente exhaustos. Suspiró, y aparentemente, en poco segundos, se dieron a conocer los resultados.
– Parece que ya está todo decidido. Démonos prisa en ver los resultados. – Monokuma parecía ansioso.
– Y-Yo no he votado... Eso era lo correcto, ¿verdad? – cuestionó Himiko en un tímido susurro.
– Los cuatro seremos castigados por abstenernos... – murmuró Maki con cierta inquietud. – Pero, ¿qué les ocurrirá a Kiibo y a Shirogane?
