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Último Juicio Escolar - Parte 2.
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Monokuma ladeó su cabeza con curiosidad latente.
– ¿Eh? ¿A qué te refieres?
– Ahora estarás tranquilo, pero en ese momento seguro que estabas desesperado. – apuntó Shuichi. – El Monopad confirmaba que había una mente maestra en la academia.
– Si hubiéramos sabido que existía esa mente maestras, habríamos trabajado en equipo. – declaró Mirai con obviedad. – Pero eso no podía ocurrir. Querías que fuéramos unos tras los otros.
Ante la acusación, el oso quedó en completo silencio.
– Entonces, admites que la mente maestra se llevó el Monopad, ¿verdad? – suspiró Maki con insistencia.
– Sí, bueno, a regañadientes. – suspiró pesadamente con desgano.
– Entonces, ¡todo fue culpa de la mente maestra! – exclamó Himiko. – ¡Si quería llevarse el Monopad, podría haber usado a Monokuma!
– No, eso es imposible. – negó Monokuma al instante. – En las normas dice que no puedo participar en un asesinato, y eso incluye toquetear la escena del crimen.
Ante el intento de Monokuma de refutar las acusaciones en su contra, Mirai y Shuichi se miraron, listos para continuar presionando al oso monocromático.
– Si eres tan estricto con esas reglas, significa que hay alguien que nos está viendo, ¿me equivoco? – indagó Shuichi con fuerza. – Si ese es el caso-
– De todas formas, ¡vaya desperdicio de premio de superviviente!
El intento de confirmar las sospechas de Shuichi fue claramente evadido por los gritos intencionales del eso.
– Si hubiera sobrevivido un poco más, ¡todo esto habría hecho que las cosas se pusieran más interesantes!
– ¡Deja de irte por las ramas! – detuvo Himiko al darse cuenta de sus intenciones.
– El hecho de que lo ignores ya es sospechoso... – suspiró Mirai algo frustrado.
Sin embargo, eso no significaba el final de todo su plan, las acciones de Monokuma se volvían sospechosas, y si podían demostrar que las reglas no estaban siendo seguidas debidamente, podrían acabar con todo.
– Pero el tema a debatir en este Juicio Escolar es el caso de Amami-Kun, ¿verdad? – habló con un tono inocente. – Que la mente maestra se llevara su premio de superviviente poco importa. Al final fue Akamatsu-San quien lo mató, es una verdad como un templo.
– ¡Eso, eso! – animó Monosuke.
– ¡La verdad prevalecerá! – exclamó Monotaro.
– Esa no es la verdad. Estoy seguro de que no. – interrumpió Shuichi inmediatamente, llevando a la corte al silencio. – ¡Es todo una mentira que han creado!
