Quiero ir a casa.

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Amity suspiro al despertar, sintiendo como un rayo de sol se las arreglaba para pasar entre una rendija de su cortina e impactar en sus ojos.

-Uhgg, es en serio - La mujer gruño, entrecerrando sus ojos y caminando hasta la ventana, cerrando la pequeña abertura en la cortina, un pequeño suspiro de alivio salió cuando miro la luz desaparecer y uno de preocupación lo substituyo al ver la figura de su hija.

La noche anterior se había encontrado con Azura en el pasillo, su hija estaba llorando en ese momento y aunque no le decía el por detrás de sus lágrimas, ella podía intuir la razón detrás de estas emociones. Azura ahora se encontraba durmiendo sobre la cama de su madre, con las marcas de las lágrimas aun marcadas sobre su rostro y junto a su hija se encontraba un espacio vacío en donde debía estar su esposa.

- ¿Dónde estás Luz? - Amity se cuestionó, tomando asiento al lado de su hija, acariciando su mejilla conclusión mientras no podía dejar de pensar en su esposa.

- ¿Dónde estás? no llegaste anoche - la pregunta volvió a repetirse en su cabeza mientras Amity miraba a su hija una última vez antes de salir al pasillo.

Afuera de su habitación un silencio casi sepulcral reinaba en los pasillos de esa mañana en el castillo - Ughh, el emperador debería considerar invertir en algo de ventilación para el castillo, no es posible que haiga niebla en los pasillos a estas horas de mañana. - Gruño entre dientes ella, soltando al final un suspiro de resignación antes de encaminarse entre los pasillos para ir al comedor real.

- Buenos días - musito Amity al entrar, no mediando en la cantidad de gente que hubiera dentro del comedor en esos momentos, La mayoría de las personas se detuvieron un momento al verla entrar mientras otros solo ignoraban su presencia, Amity en cambio tenía otros planes al buscar con la mirada la presencia de su esposa.

- Buenos días Amity, pareces algo consternada o preocupada en el mejor de los casos, te importaría compartir tus pesares conmigo- La voz de la emperatriz se escuchó, llamando la atención, aunque sus palabras hacían poco por calmar los miedos de la mujer.

- No encuentro a mi Luz desde ayer, no llego a dormir y Hunter fue la última persona con quien estuvo y tampoco esta aquí - Amity respondió, soltando un pequeño suspiro de angustia que contrarrestado por la risa de la emperatriz.

- Deberías abrir más tus ojos niña, es que acaso no ves a tu esposa dormida a mi mesa - musito la emperatriz con una sonrisa.

¡¿Donde?! - Amity exclamo, mirando a todos lados hasta notar la figura de una mujer rubia sentada a la mesa, intentando ocultar su rostro de ella y a su lado una persona de cabello castaño dormido sobre la mesa. Amity sintió sus pies temblar y un escalofrió recorrerle la espalda al acercarse a ella.

¿Hunter? . . . ¿Qué paso? ¡eres una chica! - Las palabras resbalaron de su boca al pronunciarlas, sintiendo una extraña sensación de confusión y algo no podía interpretar como algo más que asco y morbo.

- Lo se Amity, no hay necesidad de echar sal en la herida - Gruño la mujer rubia, dejando salir un bufo molesto por su situación actual - pero deberías preguntarle al idiota de tu esposo, es su culpa por jugar con magias raras sin cuidado.

- ¿Esposo? - Amity dijo confundida, acercándose más a Luz y levantándolo de la cabeza para ver su rostro, un fuerte golpe se escuchó en la sala al momento que Amity caía de espaldas por la sorpresa y Luz se golpeaba contra la mesa.

La risa de la emperatriz se escuchó en el fondo, mientras la castaña se levantaba con una jaqueca sorpresa - ¡Mittens! ¿Dónde estoy? ¿Qué haces en el suelo? - pregunto el, ignorante de los nuevos cambios que su cuerpo presentaba ahora.

A donde vamos a pararDonde viven las historias. Descúbrelo ahora