Habíamos terminado la cuarta hora de clases, mis párpados pesaban y hoy no había venido Sara, tenía mucha hambre.
Me acerqué al oído de mi novio, había decidido algo desde anoche, por eso no había podido dormir mucho de la emoción, que con tan solo pensar se me hacía un revoltijo en la panza.
―Jimin, ¿me puedes esperar en la cafetería? Necesito decirle algo al decano.
―¿Pero porque no comemos primero?
―Tu sabes que después de el almuerzo es imposible encontrarlo.
―Esta bien, te espero. No tardes ―le di un beso en los labios.
Colgué mi mochila negra con plomo y subí al segundo piso del rectorado.
Toqué dos veces la puerta, dejándome pasar.
El decano alzó la mirada y me sonrió.
―Por favor pasa.
―Vengo a consultarle algo y si es que puedo aún, por lo que ya es mi último año, si es que es posible.
―Continua, por favor.
―Quisiera tomar clases de...
Me interrumpieron.
―Disculpe por haber entrado sin tocar, pero me mandaron urgente de secretaría acá.
Esa voz...
Me empezaba a encoger en mi lugar y solo me quedé en dirección del director sin voltear a verlo.
―¡Oh! Claro lo había olvidado ―se pegó en la frente con su mano ―Que descuido ―sacó de su escritorio un buen manojo de hojas ―Dile que están los formularios completos de los nuevos estudiantes que quieren postularse.
Vi cómo desaparecía de mi vista a entregárselos a él.
Volvió aparecer frente a su escritorio ―Acá hay otras hojas, pero creo que no podrás solo. Por favor tú ―me miró― ¿Podrías acompañarlo a dejarlo el resto de hojas? Son demasiadas y se le pueden caer en el camino. Si gustas puedes venir después de las 2 de la tarde a decirme lo que ibas preguntarme.
¿Yo? ¿Ir con él a secretaria? ¿A dejar unas hojas? ¿caminando al lado de él?
Esto debe ser una mala broma.
―Si, puedo ―hablé con seguridad.
Me entregó si quiera unas tres resmas de hojas, que las coloqué hacia mi con cierta incomodidad a que se me caigan.
Salimos de ahí, yo en ningún momento le vi directamente a los ojos, solo veía el camino frente a mi.
Sin emitir ninguna palabra, más solo se escuchaba el pisar de nuestros zapatos. Caminamos casi juntos, solo que yo iba un paso retrasada. No quería estar tan cerca por si decía algo.
A lo que iba a girar para bajar las escaleras del edificio, lo escuché por primera vez dirigiéndose a mi.
―Más fácil será por el ascensor. Por las escaleras se nos pueden caer las hojas.
Volteé y el ya estaba tocando el botón del mismo.
No me miró, solo habló...
Me quedé detrás de él y cuando se abrieron las puertas entré algo rápido antes de que se cierren.
Solo se escuchaban nuestras respiraciones. No iba hablarme eso estaba claro, no somos compañeros, no somos amigos, no podíamos entablar conversación.
Como estaba a mi lado quise verlo de reojo por el espejo que estaba a mi costado.
Lo hice y estaba viendo al frente, sin nervios o incomodidad como yo lo estaba. Su rostro era relajado.
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¿Cómo es él? |Jeon Jungkook|
أدب الهواةEs como una caja de sorpresas, emocionante, aterradora, imprescindible, un segundo cerca de él pueden sentirse como mil años. Es como el océano, tranquilo, transmitiendo a su paso una profunda calma; calma que en cualquier instante puede ser estalla...