9. Perdóname

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Las cosas...

Las cosas no iban muy bien, Jimin no había parado de enviarme mensajes, notar de voz y llamadas.

Desde luego que vino a mi casa hablar conmigo, pero yo simplemente mantenia las luces de la casa a oscuras como si había nadie.

En la universidad, ya tenía algunas faltas, no quería ver a nadie e incluso Sara que estuvo también llamándome.

Dónde si iba era al parque marino, al menos para no tener faltas, iba allá que era más seguro.

Lo que si tuve que hacer para justificarme, que ni Idiana Jones fue tan ágil como yo en que nadie conocido me viera, y así como entre salir igual.

Hablé con el director para que pueda reincorporarme a mitad de semanas porque le mentí diciéndole que tenía problemas económicos con mis estudios. Lo bueno es que me creyó, diciéndome que haga lo posible por volver a ingresar.

Me sentía un poco mal, huyendo como una cobarde, pero de hoy no pasaba tenía que hablar con Jimin, ya han sido varios días evitándolo.

Pasé por un Starbucks, comprando un té helado y me senté cerca de la ventana que me daba una buena vista del exterior.

Mientras me relajaba tomando mi té a lo lejos vi al amigo de Jungkook cruzando la calle hacía la chica que casi atropello por bruta. Cargaba una funda que la movía de un lado para otro.

Se pusieron a conversar y reír, pero la chica aleteaba uno de los brazos que no tenía nada como si estuviera nerviosa, mirando a todos lados.

Como yo no tenía nada que hacer seguí absorbiendo mi té, metida en el chisme, hasta que llega él.

―Hasta en la sopa tienes que aparecer ―hablé para mí.

Ella por supuesto que se emocionó y saltó a los brazos de Jungkook, ella es bastante chiquita de estatura a comparación de esos dos.

Él la abrazó por supuesto muy efusivo por su encuentro, ella le entregó esa funda y lo que saca del interior es un regalo envuelto el papel azul con moño rojo.

No lo abrió, se lo dió al amigo que le sostenga y la abrazó por segunda vez con mucha alegría, alzandola en el aire.

Di un largo suspiro agachando la mirada, y luego volví a observar.

En ese micro segundo sentí como mi corazón se dividió en dos para empezar a sangrar, mi cabeza se contrajo y mis labios se entreabrieron.

Él había tomado su cara y la estaba besando.

Eso fue suficiente para que mis ojos empezarán a llorar, ya no quise seguir mirando y mis labios estaba aguantando esas ganas de botar sollozos.

Dejé medio té en la mesa y salí lo más rápido que pude de ese lugar.

Volví a mi casa lanzando mi bolso y abrigo a cualquier parte, subiendo a toda velocidad a mi cuarto, me senté en la cama y los sollozos retenidos empezaron a salir con la lagrimas espezas mojando mis mejillas hasta mi cuello.

Mi pecho dolía de los temblores que daba mi cuerpo, mi garganta dolía de los sollozos y me ardían mucho los ojos.

Ese día no paré de llorar, me había equivocado mucho en la idea de que Jungkook pueda fijarse en mi.

Qué equivocada estuve, me siento fatal, mezclé dudas por alguien que no voltea a verme, lastimé a Jimin con mis inseguridades.

Sentí mi rostro hichando asi que tuve que lavarme la cara y poner pequeñitas bolsas de hielo para bajé la hinchazón, pero eso no quitaba el hecho de que me sentía destrozada, me sentía una basura.

Dieron las nueve de la noche y después de tantos días le marqué a Jimin.

Un tono, dos tonos, tres tonos.

¿Hola? ―como había extrañado su vos.

Se escuchaba tímido.

―Jimin, necesito hablar contigo ―no quería que mi voz empezara a temblar.

Lo escuché suspirar ―En diez minutos llego.

Dios, cuánto lo extraño, mucho.

Arreglé un poco la sala y me senté en el sofá a que llegue.

El timbre sonó y con un poco de temor abrí la puerta dejándome ver a un Jimin mirando al suelo y las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta de jean.

―Por favor pasa ―me hice a un lado.

Se sentó primero y casi al instante hice lo mismo.

―Te estuve llamando ―entrelazó sus manos mirándolas.

Mis ojos picaban otra vez y el nudo en la garganta se hizo mucho más fuerte.

Jimin por primera vez alzó su mirada analizando mi rostro a lo que intenté aguantar, pero su mirada llena de dolor por mi culpa, eso rebazo mi límite.

Empecé a llorar cubriendo mi rostro a lo que siento que unos brazos me envuelven y yo hice lo mismo con mucha fuerza.

―Perdóname, lo siento. Soy muy estúpida, yo.. yo..

―Tranquila, shh. No digas eso ―acariciaba mi cabello ―Yo si soy muy estúpido, yo no te pedí tu permiso. Me dejé llevar por todo el amor que siento por ti.

―Yo no te detuve ―nos separamos para mirarnos ―Una parte de mi quería, pero la otra no estaba segura.

―Ya no pienses en eso, solo te pido que me perdones.

―Yo no tengo nada que perdonarte, perdóname tú a mi.

―Yo tampoco tengo nada que perdonarte ―acaricié su rostro.

―Entonces ¿vienes conmigo a la fiesta de navidad?.

Yo con una gran sonrisa ―Sabes que si.

―Tu nariz está rojita ―le dió un besito.

―Estuve llorando mucho, seguro parezco rodolfo ―la tapé.

―No, te ves adorable ―reímos.

Nos quedamos hablando no mucho tiempo, ya que su mamá lo había llamado.

Cerré la puerta despidiéndolo con una sonrisa.

Di brinquitos como una niña de la felicidad, di alguna vueltas y me tiré sobre el sofá y mi cabello quedó esparcido en él.

Luego por unos segundos llegó ese beso de nuevo a mi mente, haciendo que mi risa se vaya en cuestión de segundos.

Bien dicen, que después de la tormenta llega la calma, pero en este caso una parte de mi estaba tranquila por haber arreglado mi situación con Jimin, pero otra estaba triste y devastada por aquél chico de cabello largo y negro, con sonrisa tierna.

Él.

Solo él.

Jeon Jungkook.

¿Cómo es él? |Jeon Jungkook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora