Capítulo 1

1.5K 125 89
                                    

Pete POV

Frío, en este maldito apartamento siempre estaba haciendo frío, no importaba cuantos calcetines usara o la cantidad de cobijas que tuviera la cama, todos los días terminaba levantándome a mover el termostato unos grados arriba únicamente para hacer la habitación soportable para seguir durmiendo, las nevadas nocturnas se convirtieron en mis enemigas y todos aquellos que negaban un cambio en el clima al interior del piso eran sus cómplices.

No podía entender como es que acepté venir a vivir aquí, las bajas temperaturas no eran de mi agrado, estaba bastante seguro de eso, aunque el ama de llaves repitiera lo contrario, queriendo convencerme de que en realidad amaba el invierno y la nieve en las calles. Por lo menos mi desconocido esposo era más honesto, después de insistir por varios días me explicó que tuvimos que mudarnos aquí por su trabajo hacía un par de años y que en realidad nunca me gustó esta época del año por el cambio de clima extremo, pero disfrutaba la primavera y el verano.

― ¿Otra vez tienes frío? ―musitó saliendo de la ducha justo cuando estaba por escabullirme a su cama, llevaba una toalla atada a la cintura y se sacudía el cabello con otra más pequeña, no parecía sufrir lo mismo que yo que tan solo de verlo sentí un escalofrío recorrerme la piel debajo de la sudadera y pantalones polares.

―Alguien mueve el termostato después de que me voy a dormir. ―farfullé metiéndome bajo las sábanas, pretendiendo que mi rostro no ardía de vergüenza al verme atrapado, sonrió de lado y se estiró para dejar un beso en mi frente.

―Les he dicho a los empleados que no lo toquen, eres el único con autorización de cambiar el clima aquí adentro. ―susurró acariciando mi cabello, cerré los ojos inclinándome sobre la dulce caricia, su piel era cálida y reconfortante. ― ¿Quieres que envíe a alguien para que revisen si necesita repararse?

―Sí. ―balbuceé encogiéndome bajo las cobijas, me había ofrecido dormir con él varias veces, pero todavía seguía sin tener la confianza suficiente para hacerlo, era como un extraño para mí, al igual que la mayoría de las personas que decían conocerme.

―Haré una cita para mañana, planeo tomarme el día para ir al médico contigo, así podré estar aquí cuando aparezca el técnico. ―continuó sin dejar de enredar mi cabello, asentí con los parpados muy pesados para querer abrirlos. ― ¿Has sentido nauseas esta semana? ―negué saboreando las notas de su aroma en la almohada.

No podía recordar nada de nuestra historia, al menos nada de lo que me habían contado desde que desperté en el hospital, pero su aroma estaba impregnado en mis sentidos como una droga a la que era adicto, mi cuerpo lo reconocía, incluso si mi mente se había olvidado de todo lo demás. Eso hizo más fácil el irme con él después de que me dieron el alta. Confiaba en él en un nivel bastante primario, sabía que no me haría daño y decía ser el padre del cachorro que los doctores me informaron crecía en mi interior, así que estaría bien viviendo a su lado. Sin embargo, cuando se trataba de la intimidad que debía tener una pareja casada a punto de formar una familia, seguía renuente a aceptarlo.

Tenía mi propia habitación al otro lado del pasillo, todas mis cosas fueron reacomodadas por los empleados para que me sintiera más tranquilo con un espacio privado cuando regresara a casa y Vegas mantenía su distancia lo mejor que podía para que no incomodarme, era difícil cuando instintivamente nos atraíamos como imanes, pero lo manejábamos bien.

― ¿Quieres que te traiga algo para cenar? ―preguntó después de un rato, se había alejado para terminar de arreglarse y al abrir los ojos lo vi enfundado en uno de sus habituales trajes de oficina. ―El ama de llaves me dijo que le pediste comida tailandesa, pero ella no sabe prepararla.

―Le dije que podía prepararla yo mismo si me conseguía los ingredientes. ―farfullé sentándome en mitad de la cama.

―Sabes que no puedes hacer tareas demandantes y para preparar lo que te gusta, tendrás que estar en la cocina todo el día. ―advirtió luchando por acomodar los gemelos en su camisa. ―Hay un restaurante con buenas reseñas cerca de mi oficina, puedo traerte todo lo que te antoje de ahí. ―fruncí el ceño de malhumor.

Same old loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora