Capítulo 12

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Pete POV

Mi estómago rugía apenas abrí los ojos, había un aroma picante que llenaba la casa y gritaba mi nombre para que fuera a encontrarlo, pero apenas quise levantarme un tirón en la espalda me recordó lo sucedido la noche pasada, toqué instintivamente la marca que ahora adornaba mi cuello y una sensación de pura calma me recorrió el cuerpo entero, la ansiedad que me mantenía imaginando los escenarios más catastróficos del pasado y el futuro, se había tomado un descanso y por primera vez en días mi mente estaba en silencio.

Los recuerdos de Vegas cuidando de mí después de estar juntos calentaron mi interior, había dejado que mi cuerpo se relajara bajo el agua por el tiempo perfecto antes de que mis dedos se arrugaran, me ayudó a lavarme sin que tuviera que levantarme, alargando el momento con sus manos enredadas en mi cabello y la tensión de mis músculos cedió lentamente.

Me envolvió con una mullida bata de baño y casi a la fuerza me dejo ir andando hasta la habitación, la cama estaba como nueva, desde las sábanas hasta las fundas de las almohadas habían sido cambiadas, se encargó de poner una de mis cobijas afelpadas encima y le dediqué una sincera sonrisa, incluso había elegido mi pijama dejándola sobre la cama, no me sorprendió en nada que la mayoría de las prendas fueran suyas, en todo caso lo agradecí internamente porque el cachorro era más tranquilo por las noches cuando su aroma estaba impregnado en mí.

Quizás eran las hormonas provocadas por nuestro reciente vinculo o quizás era la confianza ciega que sentía por él, pero en ese instante no me importaba que tanto ocultaba, confiaba en su sincero te amo y estaba seguro de mi respuesta a él, incluso en la neblina que cubría nuestros recuerdos, sabía que lo amaba.

Salí de la cama acariciando mi vientre, mi lobito tenía hambre, esperaba que ese aroma picante fuera comida, porque no creía tener la paciencia para preparar o encargar algo que tardaría en llegar. Nuestras maletas habían sido trasladadas a la habitación, pero aún faltaba sacar la mayoría de las cosas, así que busque unas pantuflas entre todo lo que tenía y aproveché para robar una sudadera de Vegas.

En cuanto baje un par de escalones el olor a especias se hizo más fuerte y mi cachorro empujo con fuerza haciendo los ruidos de mi estómago aún más notorios, baje la mirada en mitad de la escalera hasta mi vientre, metiendo la cabeza dentro de la sudadera para poder verlo y darle un par de regaños por ser tan impaciente.

―Nos dolerá el estómago si comemos muy rápido y si vuelvo a tener nauseas te castigaré un mes más. ―murmuré sintiéndolo patear en mi interior como si estuviera haciendo un berrinche, fruncí aún más el ceño determinado a no dar un paso más hasta que no dejara de quejarse, pero nuestro único otro compañero de casa se aclaró la garganta llamando mi atención y levanté la cabeza saliendo de escondite con las mejillas ardiendo, encontrándome con una sonrisa divertida en el rostro de mi esposo.

― ¿Qué haces? ―el cachorro pareció reírse de mí dando una vuelta en mi interior causando un nuevo gruñido y Vegas sonrió aún más. ―A este paso ese niño estará castigado hasta que cumpla la mayoría de edad.

―Es testarudo. ―musité con defensa.

―No sería nuestro hijo si no lo fuera. ―exclamó subiendo hasta llegar a nosotros, un escalón abajo que me dejó un par de centímetros más alto que él, sus manos rápidamente se perdieron bajo mi ropa acariciando la bolita rebelde que se movía con desesperación y sonrió estirándose para dejar un casto beso en mis labios. ―Buenos días.

―Buenos días. ―susurré de vuelta llevando mis manos hasta su rostro, había tomado un baño después de mí anoche y aún llevaba la pijama que había elegido, así que no debía tener prisa por ir a trabajar, lo que causo cierta emoción en mi interior, estaba especialmente necesitado de tenerlo cerca ahora que éramos compañeros en todo el sentido de la palabra.

Same old loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora