Capítulo 7

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Pete POV

Mi amado cachorro estaba decidido a convertirme en el único omega célibe que vivía con su compañero, desde aquella noche no dejaba de hacer travesuras para evitar que su padre se me acercara, si trataba de besarme en las mañanas las nauseas me hacían salir corriendo de la cama para ir al baño, si me enviaba mensajes durante el día, incluso si eran los más dulces, mis cambios de humor se presentaban hasta hacerme enojar con él, ¿cómo se atrevía a enviarme mensajes que sabía no podía cumplir?, y por las noches no importaba cuantas siestas hubiera tomado durante el día, irremediablemente me quedaría dormido en el sofá esperándolo.

Vegas ni siquiera estaba llegando tarde, estaba en casa más temprano de lo normal, mi cachorro solo estaba siendo irracional.

―No quiero dormir, ya casi llega tu padre. ―murmuré casi en un sollozo luchando por mantener los ojos abiertos, había dormido toda la tarde, no me sentía cansado, esto era injusto. Me vengaría cuando fuera un adolescente queriendo salir de casa. ―Si no puedo tener sexo, tú no tendrás más pastelitos de arroz. ―mascullé con el ceño fruncido, mi niñera que esperaba junto a la puerta seguro debía estar pensando que estaba volviéndome loco.

Tan pronto la puerta se escuchó me senté de golpe en el sofá clavando la mirada en el hombre de traje que se veía tan desesperado como yo, la niñera paso de largo emitiendo una breve despedida y nuestros ojos se encontraron al mismo tiempo que el seguro de la puerta era colocado.

―Estás despierto. ―musitó con una sonrisa ladina acercándose a mi lado, quise sonreírle de vuelta cuando escuché mi estómago rugir y fruncí el ceño bajando la mirada frustrado.

―Ya hemos cenado. ―murmuré en dirección a mi cachorro, Vegas dejo su sacó y corbata sobre el sofá antes de sentarse frente a mí colocando una mano en mi vientre hinchado y estirarse para besar mi mejilla, pero eso no era lo que yo quería. ―No te sientes aquí, vamos arriba, el cachorro no puede poner las reglas.

Mi estómago volvió a gruñir y solté un largo bostezo casi al mismo tiempo, haciendo reír a Vegas que bajo dejando un delicado beso en mi cuello sin dejar de acariciar mi vientre bajo la enorme camiseta que llevaba puesta.

―Creo que él piensa que sí. ―exclamó divertido, se apartó lo suficiente para poder mirarme a los ojos con un brillo en su mirada, ahora que mi vientre era visible se la pasaba de buen humor, fruncí el ceño frustrado, no compartía el sentimiento. ― ¿Quieres que traté de hablar con él? ―musitó sin dejar de sonreír y puse los ojos en blanco.

―Ya hablé con él, he llegado a la conclusión de que uno de los dos no le agrada y estoy seguro que soy yo. ―mascullé volviendo a recostarme en el sillón, Vegas aprovechó la oportunidad para levantar mi camiseta y ver mejor la bolita donde nuestro cachorro crecía, sus caricias eran delicadas y sus ojos recorrieron desde el punto más alto de mi vientre hasta mi rostro con el más cargado de los sentimientos.

Su mirada solía ser dulce, suponía que era amor lo que había en el brillo de sus ojos, pero siempre iba acompañado de algo más, un sentimiento corrupto y descabellado que solo podía comparar al deseo a poseernos, desde que su celo volaba sobre nosotros, se había vuelto incluso más ambicioso y en ocasiones me preguntaba el por qué.

¿Solía mirarme así antes? O ¿Era solo el cachorro?

Sin dejar de mirarme bajo el rostro hasta dejar un inocente beso en mi vientre y nuestro cachorro pareció acomodarse justo hacía el toque de su padre, todavía resultaba difícil para Vegas sentir sus movimientos, en mi caso había comenzado a notarlo, era sutil aún, pero sabía que estaba ahí y era una sensación que solo podía llamar extraordinaria.

―Hola, cariño. ―el susurró ronco de Vegas dejo una brisa caliente chocar contra mi piel, fruncí ligeramente el ceño y sonrió colocando ambas manos sobre mi vientre sin apartar sus labios. ―Soy tu papá. ―casi por inercia sonreí rodando los ojos y podría jurar que el cachorro dio una vuelta entera en mi interior, si hubiera sido más grande el alfa sobre mí lo había notado. ―Debes saber que en esta familia hacemos lo que tu papá Pete desee. ―añadió en un tono curioso, como si tuviera al niño frente a él y quisiera ser serio sin llegar a asustarlo. ―Siempre ha sido así y si no quieres pasar castigado los primeros años de tu vida, te recomiendo que empieces a hacer lo mismo y vayas a dormir. ―con la voz más paciente posible terminó su sutil amenaza, levantando la mirada hasta mi rostro me dedicó una sonrisa ladina.

Same old loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora