Capítulo 13

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Kim POV

Para la mayoría de las personas, el primer recuerdo que tienen de sus vidas es al lado de sus padres, el día que entraron al preescolar, el cuento que leían para ellos antes de dormir, una fiesta de cumpleaños con un pastel enorme y sus padres gritando emocionados que apagaran las velas.

Breves instantes que marcan el inicio de nuestras memorias, las que eran verdaderamente nuestras y no aquellas que implantaron en nuestras mentes relatándolas una y otra vez para nosotros.

Mi primer recuerdo no podía ser ninguno de mis padres, ni siquiera de alguien con quien compartiera la misma sangre, en su lugar un niño de ojos marrones parado en el jardín de mi casa opacaba toda historia previa a él.

El inicio de mis memorias era el instante en que Macao apareció en mi vida, riéndose descaradamente de la madre de Kinn porque no se atrevía a acercarse a él mientras sostuviera en alto la lagartija que había capturado. Teníamos solo cinco años, pero el brillo en sus ojos al hacerla rabiar era fascinante, en especial para mí, que no podía recordar un solo sentimiento diferente al rencor en contra de ella.

Los gritos de la mujer atrajeron la atención de nuestros padres, el suyo puso los ojos en blanco yendo directo hasta él para quitarle el animal de las manos y reprenderlo cuidadosamente, el mío se limitó a mirar con fastidio a su esposa, era la primera vez que le veía observarla de esa manera, como si le molestara su presencia. Desde ese momento, Macao se convirtió en mi persona favorita, incluso si jamás habíamos intercambiado una sola palabra.

Le conté a Khun de él esa misma noche, le dije que era el niño más genial del mundo porque había hecho que nuestro padre regañara a la horrible madre de Kinn y que la próxima vez que estuviera en casa me haría su amigo para convencerlo de hacerlo de nuevo, Khun me llamó loco mientras me secaba el cabello, pero no tuvo quejas sobre mis planes, aun cuando sabía que detestaba a su hermano mayor.

Había esperado las dos semanas que pasaban entre cada reunión con la impaciencia de quien anhela la llegada de las fiestas, solo para verlo de nuevo y presentarme para hacerme su amigo, pero antes de que pudiera ir a buscarlo al jardín después de que nuestras familias se perdieron en la sala de juntas, él me encontró a mí.

―Eres el niño que estaba espiándome la última vez. ―exclamó tan pronto puse un pie fuera de la casa en dirección al jardín, di un saltó de sorpresa y entrecerró los ojos acercándose aún más a mí, hasta que su rostro era lo único que podía ver. ―Te vi reírte de la señora malvada.

Después de eso no podía recordar un solo momento en que Macao no formara parte de mi vida, se convirtió en la persona que sostenía mi mano al jugar, el secuaz que se echaba la culpa para evitar que me castigaran, el amigo que odiaba a la mujer que fingía ser mi madre para los periódicos, porque sabía que me hacía daño, Macao era la parte que me hacía falta, su presencia me hacía fuerte, valiente, suficiente.

Podíamos ser cualquier cosa, como sea que deseara llamar nuestra relación, lo aceptaría, amigos, amantes, conocidos, todo menos enemigos. Él era todo lo que me quedaba después de perder a Khun, ya tenía suficiente con la culpa que cargaba por la muerte de tantas personas inocentes, para aceptar que él me veía con el mismo asco con que yo me veía a mí mismo.

Apenas me adentré a la casa mi cuerpo entero se sintió más pesado de lo normal, odiaba este lugar, había querido irme desde que tenía memoria, la mayor parte de mi infancia y adolescencia la pase en la casa de Macao, inventando proyectos de clase para no tener que estar aquí, incluso como un adulto solía ir a su apartamento tanto como podía para evitar venir a este maldito lugar. Ahora ya no tenía escondites a dónde huir.

―Es muy temprano para que estes aquí, ¿volvieron a pelear? ―la voz de Chay me tomó por sorpresa, le miré con los ojos entornados tratando de adaptarme a la oscuridad de la sala.

Same old loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora