Top POV
Hace muchos años hice un juramento, velar con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, aun bajo amenaza, y no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas.
Cuando lo hice estaba seguro de mis palabras, era un joven entusiasta que creía que podía salvar a todo el mundo, creía que comprender el valor de una vida y el peso de luchar por conservarla, al cerrar los ojos me imaginaba como los doctores en la televisión, atendiendo emergencias una tras otra, salvando victimas de accidentes o desastres naturales, incluso si iniciaba solo curando una herida en la rodilla de un niño con una bandita, tenía una meta mucho más grande en mi futuro.
Fue entonces que lo conocí, estaba en mis primeros años del internado, en una de esas rondas en diferentes áreas en mitad de la noche, un doctor de avanzada edad me llamó pidiendo un segundo par de manos, un joven gama en estado shock acababa de llegar al ala este del hospital, aquel terrible lugar donde los menos afortunados eran sedados hasta caer rendidos en frías camillas para luego ser sujetados contra su voluntad por el tiempo que fuera necesario para que la parte animal de su cerebro fuera noqueada.
Ese chico tenía dieciocho años, para cualquiera sería demasiado joven para sufrir de esa manera, para nosotros, era mucho mayor que la mayoría en ese pabellón, los gammas difícilmente llegaban a edades avanzadas, sus cuerpos débiles les hacían vulnerables y era sorprendente que sus familias no los echaran a la calle en cuanto su género secundario se hacía visible.
Nos tomo veinte minutos que la anestesia hiciera efecto, las protecciones que lo mantenían amarrado a la cama dejaron grandes marcas en sus muñecas y pantorrillas, su rostro estaba bañado en lágrimas rogando por algo que calmara el dolor, nadie era capaz de decirnos que había ocurrido, tampoco podíamos hacer más que esperar hasta que su cuerpo se rindiera para evitar hacerle daño al forcejear con él, fue en ese instante de desesperación que sus ojos encontraron los míos, llorosos, inocentes, rogándome que lo ayudara.
Toda esa noche permanecí en vigilia fuera de su habitación, asomaba la cabeza por la ventanilla observándolo dormir y mis dedos picaban por empujar la puerta para entrar a revisar que solo estuviera dormido. Al amanecer, el doctor encargado de su caso me llamó a su oficina, le habían contado de mi distracción nocturna y quería explicarme que el chico estaba fuera de peligro, que en realidad el ataque había sido menor y que jamás estuvo en riesgo, había sido algo común en esa área y pensó que mi insistencia al ir a verlo se debía a que no sabía como funcionaban las cosas en su departamento.
Asentí en silencio, era más fácil aceptar que se burlaran de mi un par de semanas por asustarme por algo tan normal, que decir en voz alta que me quede prendado a sus ojos y por primera vez en toda mi vida mi pecho se llenó de ese sentimiento del que todos hablaban, aquel que controlaba tu mente y corazón, la posesión de algo tan preciado, un compañero.
¿Qué habrían dicho de mí si se hubieran enterado que tenía esos sentimientos por un joven de dieciocho años que se suponía era mi paciente? Un joven gamma.
En un segundo mis ideales y sueños cambiaron, deje de pelear por las operaciones de emergencia, abandone casi por completo la sala de urgencias y me pase los siguientes años metido en el área donde recibía sus tratamientos, lo veía de lejos cuando no se daba cuenta y buscaba cualquier tema de conversación para poder hablar con él hasta que llegaba su hora de irse. Me especialicé en esa rama, aprendí todo lo que necesitaba para cuidar de él y cualquier otro con el mismo problema, me convertí en la mano derecha de aquel doctor que me presentó a mi querido amigo.
Khun Theerapanyakun, mi paciente, mi amigo, mi corazón.
Le prometí que sería el gamma más longevo en la historia, investigué cada estudio en el mundo, preparé los mejores tratamientos solo para él y mientras los administraba, escuché atentamente sus sueños, deseaba tener una familia, sabía que era casi imposible que tuviera un hijo propio, pero no lo detenía de anhelarlo. Me hablaba de su joven hermano, Kim, el niño que a veces lo acompañaba al hospital, lo mucho que lo amaba y el miedo terrible que sentía de morir dejándolo solo con la asquerosa familia que tenían.
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Same old love
FanfictionHay una historia entre nosotros de la que solo conozco fragmentos sin sentido, te recuerdo corriendo a la clase de matemáticas, te escuchó gritando mi nombre en el parque, nos veo caminando un largo pasillo con flores y personas que he olvidado. Nos...