𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 32 ✧| 𝓔𝓵 𝓹𝓻𝓮𝓬𝓲𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓹𝓮𝓬𝓪𝓭𝓸

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Deva Miller

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Asmodeo, se alza en medio del paisaje sereno con sus alas negras. Su presencia emana un aura oscura que parecía absorber la luz de las estrellas. Con una sonrisa cínica, ladea la cabeza examinándome produciéndome escalofríos por todo el cuerpo. Un coro de abucheos y risas malévolas resuena entre los demonios que se congregan alrededor. Sus ojos, refulgentes con un fuego infernal, me observan con deleite mientras mi corazón late con ansiedad. Las sombras danzan a su alrededor, como si la oscuridad misma respondiera a su llamado. Asmodeo levanta la mano, y un portal se abre frente a mí. Desde las profundidades del abismo, emerge una visión escalofriante: un laberinto en constante cambio, con pasillos que se retuercen y vibran con una energía maligna. En el centro del laberinto se encuentra un pedestal, y sobre él reposa un artefacto antiguo, brillando con un fulgor siniestro

—Tu prueba final, Deva, será enfrentarte al precio del pecado. Busca el artefacto en su centro, pero ten en cuenta que cada elección equivocada te costará más de lo que puedas imaginar— proclamó Asmodeo, su voz sonando en mi mente como un eco de pesadilla

Estoy tan agotada que no puedo emitir ninguna palabra, mi boca está seca y ni hablar de mi estómago que no para de gruñir pidiendo una pizca de comida. Al adentrarme en el laberinto, las paredes comienzan a cerrarse y abrirse caprichosamente, creando pasadizos ilusorios que parecían conducir a la libertad. Cada giro se convierte en una encrucijada mortal, y mi resistencia debilitada se manifiesta en cada paso. Cada elección incorrecta provoca heridas más profundas, como si el mismo laberinto absorbiera mi fuerza vital. Las sombras en las paredes tomaban forma de figuras distorsionadas, susurrando tentaciones y confabulando para confundir mis sentidos.

—¿Vas a sacrificar tu cordura para obtener el artefacto?— me interrogan, mientras imágenes ilusorias de mis padres en sufrimiento aparecen y desaparecen. Giro mi cabeza hacia el lado opuesto intentando no ver aquellas imágenes pero el suelo se lleva mi atención. Está cubierto por una sustancia viscosa que dificulta cada paso. Mis piernas tiemblan, agotadas por el esfuerzo constante.

Los pasillos estrechos me obligan a arrastrarme, y las espinas que cubren las paredes me rozan, dejando cortes profundos en mi piel ya maltratada. Finalmente, llego al pedestal central donde reposa el artefacto del pecado. Sin embargo, una última prueba aguarda. El pedestal esta rodeado por llamas infernales que se mueven con una intensidad despiadada. Debía alcanzar el artefacto sin ser consumida por el fuego. Cada paso ardía como brasas en mis pies. Mi piel, ya castigada por las pruebas anteriores, se veía sometida a un tormento adicional. Cada intento de avanzar era acompañado por el crepitar de las llamas, y mi visión se nublaba por el humo asfixiante. La voz de Asmodeo resonó nuevamente

—El precio del pecado, Deva, es la agonía que estás dispuesta a soportar. ¿Cuánto estás dispuesta a sacrificar por la redención?—con cada fibra de mi ser en llamas, alcanzo el artefacto y lo agarro con fuerza. El fuego se intensifica momentáneamente, pero la sensación de victoria ahoga el dolor. Caigo de rodillas, exhausta y herida, sosteniendo el artefacto en mis manos temblorosas. Asmodeo sonríe, una sonrisa que transmite satisfacción y malicia.

Antes de colocarme de pie, aparece en escena Aixa con su típica sonrisa burlesca. Su presencia me hace enojar más cuando comienza a soltar carcajadas

—¿Creías que podrías escapar de mí tan fácilmente?—murmura

Antes de que pudiera reaccionar, la demonio desata su magia oscura. El suelo se vuelve inestable bajo mis pies nuevamente, y el aire se llena de un viento gélido que anuncia su intervención. Sin previo aviso, una sombra afilada emerge del suelo, alcanzándome con velocidad. Instintivamente, trato de esquivarla, pero no soy lo suficientemente rápida. Un dolor punzante atraviesa mi abdomen mientras otra sombra afilada se materializa en un cuchillo oscuro que ahora se mantiene firme clavado en mí. Grito de dolor, y mi mano se aferra a la herida, la sangre brotando entre mis dedos. Aixa se ríe con crueldad mientras observa la escena, deleitándose con mi sufrimiento

Amores Demoniacos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora