Ella es el único ancla que me ata a la humanidad en medio de mi propia monstruosidad. Sin ella, me perdería en la vorágine de mis propios demonios.
Nash Comstock
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Tres días más sin rastro de Deva. Frustrado me pellizco el puente de la nariz antes de tambalear por el poco equilibrio que tiene mi cuerpo. Sigo bebiendo la botella de vodka antes de mirar a la bruja de mi costado
—Estando en esas condiciones no conseguirás saber su paradero—resoplo ante el comentario de Cristel y me tumbo en el sofá
—Ni en estas ni en las tuyas, porque no eres capaz de crear otro portal
—Necesito tiempo...
—¡Tiempo y una mierda! —me levanto del sofá y doy grandes zancadas hasta quedar frente a Cristel—¡Han pasado tres días más y Deva sigue sufriendo por las consecuencias de todos los ineptos que hay en la tierra!
—Debes controlarte y mantener una pizca de esperanza—frunzo el ceño ante su comentario y una risa se me sale provocándome dolor de cabeza
—¿Le estas pidiendo a un demonio que tenga esperanza? —agarro su rostro con brusquedad girándolo a un costado
—Vuélveme a tocar y te incendio en este mismo instante—amenaza antes de empujarme y dirigirse a la cocina
La rabia arde dentro de mí como un fuego incontrolable mientras abandono la casa de Cristel, dejando atrás la visión efímera de Deva a través del portal. Cada paso resuena con la urgencia de encontrarla, pero la desesperación se aferra a mi mente como las sombras persistentes de mi alma.
Al salir, me encuentro con Samael quien permanece inexpresivo ante mi aparente desesperación. Su mirada, sin embargo, revela un atisbo de ironía, como si estuviera disfrutando de mi tormento. La escasa paciencia que me quedaba se evaporó al verlo, y sin pensarlo, le propino un golpe en el rostro con brusquedad, haciendo eco con un sonido sordo.
—¡¿Dónde demonios has estado?! —grito, mi voz cargada de furia mientras Samael intenta reponerse.
Samael levanta la mirada, su rostro marcado por la sorpresa y el dolor. Antes de que pudiera decir una palabra, otro puñetazo se estrella contra su mandíbula, provocando gemidos de dolor que llenan el aire nocturno
—¡¿Te importa algo más que tu propio ego?! ¡Deva está desaparecida en el inframundo y tú... tú andas por ahí como si nada!
Intentó hablar, pero no le di la oportunidad. Otra serie de golpes caen sobre él, cada uno cargado de mi frustración. Grito palabras cargadas de amargura y resentimiento
Cada palabra era un puñal, un recordatorio de mi propia ineficacia y del dolor que Deva debía estar sufriendo en el inframundo. Golpe tras golpe, la furia se apodera de mí, desatando un torbellino de emociones que se arremolinan en mi interior.
—La encontraremos—afirma empujándome y evitando que siga golpeándolo
—Deva lleva más de una semana desaparecida, es vulnerable y lo sabes—paso mis manos por el rostro lleno de frustración—Nunca la mereciste. Todo ese amor que le brindaste... una farsa. Ni tú mismo sabes qué es eso, porque nunca lo has sentido. Eres un vacío, hermanito. Una sombra que solo trae desgracia. Y pensar que creías que era yo el que se empañaba en sacar las cosas negativas
A medida que lo golpeaba, la mirada de mi hermano pasó de la sorpresa al reconocimiento de sus propios errores. Sin embargo, no detuve la tormenta de golpes y palabras, dejando que mi furia se desbordara como un río descontrolado
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Amores Demoniacos ©
RomantizmTras la sombra del abandono, entre silencios rotos. Deva enfrenta las secuelas emocionales de ser abandonada por su madre y el tormento de ser maltratada por su propio padre. Busca sanar las heridas del pasado y encontrar su propio camino hacia la f...