Parte 6

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—Eso es— le dijo él. Animándolo a que lo dejase tocarlo. Que lo dejara tocar a su máximo esplendor. —Te gustará precioso— ahora se colocó de rodillas, la mejor posición que podía tener, tenía tanto por hacer en ese apetecible zona. Se mojó los labios. La imagen era tan fuerte, que con solo verlo aferrado a la pared y apunto de gritar, se estremecía más y más, con muchas más ganas de hacérselo en ese mismo instante. 

Tenía los labios húmedos. Lo abrió de piernas, Pete ya no ponía resistencia. ¿Y cómo lo iba a hacer? Si le gustaba tanto lo que sentía, tanto que pensó que moriría. Meneó las caderas, entregándole más a Vegas. 

—Grita todo lo que quieras bonito, estamos en Corea nadie sabe nuestro idioma— le miró intensamente. Mordiéndole uno de los muslos, para luego pasar su lengua por uno de ellos, de arriba hacia abajo. Se acercó a la erección de Pete, le satisfacía tanto ver eso, sus labios se posaron delicadamente sobre el miembro de Pete.

—Mmh— susurró Pete. Ahora si estaba en una especie de hechizo. Vegas repitió la acción, ahora con más intensidad.

—Te gustara— dijo él. —Más, cuando pase mi lengua por ahí— Pete soltó un pequeño gemido ahogado. Vegas había pasado su lengua en el, en todo su esplendor, una oleada de placer se expandió por todo su cuerpo.

—¡Ahh! Oh...— gritó. Vegas volvió a lamerlo con la lengua. Tan intenso como podía. Deseando tanto estar dentro de Pete.

—Te gusta bonito, dímelo, dime que te gusta.

—Sí, dios, me encanta— le respondió. La cabeza de Vegas no dejaba de moverse, al compás de su lengua y acoplándose con los intensos gemidos de Pete. Mierda. Si continuaba, se correría ahí mismo. Cuanto poder tenía aquel chico. Sus pantalones reventarían. Necesitaba follar. Follarselo, era más que un simple deseo. Era algo que su propio cuerpo le obligaba a hacer.

—Necesito follarte— le pidió. Subiendo entre besos hasta su rostro.

Se miraron. En un momento interminable. Los oscuros de Vegas atraparon a los ojos de Pete. El deseo seguía ahí, pero en cambio, de pronto, hubo algo más fuerte. Algo que le invadió el cuerpo y la mente. Pete sostuvo la mirada, lo único que reflejaba era miedo, temor, aunque también había disfrutado del momento, sabía que Vegas lo tenía en sus manos y que podía hacer lo que quisiera con el. No quería abusar de el.

Se separó. Pequeños recuerdos invadieron su mente. Recuerdos que le dolían muchísimo. Prefería masturbarse por su propia cuenta. Se metió al baño de la habitación, mientras Pete aprovechaba en arreglarse la ropa interior. De nuevo en su lugar. Más avergonzado que nunca. 

Y en medio del silencio lo escuchó gemir desde el baño. Seguramente imaginándoselo.

Si no había terminado había sido por algo, había prometido jamás abusar de alguien, jamás sobre todo después de haber permitido que sus amigos lo hicieran. 

Stockholm Syndrome •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora