El sonido de la puerta siendo abierta se hizo presente en el lugar. Pete de inmediato cerró los ojos sobre el diván, fingiendo dormir. Había tomado un baño hace poco y conservaba el cabello mojado, humedeciendo la fina tela del bonito diván. Vegas cerró la puerta, fue hasta el para mover sutilmente su hombro, tratando de despertarle.
—¿Mnh?— respondió, entreabriendo los ojos y frunciendo el ceño.
—¿No quieres dormir adentro? Hace frío aquí— le susurró. Pete se fijó detenidamente en los finos labios de Vegas, en su apetecible boca. Aquella que había probado toda la noche. No sabía que mierda le pasaba esa mañana. Joder. Como nunca, había amanecido sensible.
—Sí— Pete se sentó sobre el diván, fingiendo fatiga y sueño. Vegas se volteó a mirarle, una bonita sonrisa salió de sus labios al verle estirarse sobre el mueble.
Por mucho que intentaba no mirarle, no lograba quitarle la vista ni una sola vez. Sus ojos, su boca, su bonito cabello, su lengua, cada vez que remojaba sus finos labios. Su propia voz. Su mirada. Le jodía. Le jodía tanto pasarse todo el día pensando en una sola persona. Una sola sonrisa. No estaba acostumbrado a eso. Jamás había experimentado ese tipo de sentimientos. Siempre había sido él y sus "encuentros casuales" diarios. Él y diferentes personas. Él y una puta más.
Pete se puso de pie, moría de ganas por quedarse o mejor dicho, porque él le pidiera que se quedase. De mala gana caminó hasta la habitación.
—Pete— le llamó.
—¿Sí?— se volteó. Con una llamita de fe.
—Ven— le dijo Vegas. Pete sintió que moría. ¿Desde cuando se ponía de esa forma? No sabía, y no quería ponerse a pensar. Simplemente caminó hasta él.
—¿Qué?— le preguntó, fingiendo desinterés.
—Nada— susurró él. Tenía a Pete a tan poca distancia. Tan pocos centímetros, el se le había acercado más de lo previsto. Y eso le gustaba más. Oh sí, joder, le fascinaba. Pete. Pete y únicamente Pete. Le cogió una mano y la entrelazó con la suya, la piel de Pete se erizó por completo. Bajó la mirada. —Estás frío.
—Sí— susurró, sintiendo que Vegas había cogido su otra mano restante, juntándolas, y metiéndolas suavemente bajo su fina camiseta y su chaqueta de cuero.
—Espero no te incomode.
—No.
—¿Te ha comido la lengua el— Pete se ruborizó por completo. —Espera creo que alguien más te la comió— Vegas le sonrió, haciendo que Pete tampoco se resistiera y soltara una fina risa. —Y creo que fui yo— Pete intentó sacar sus manos de bajo de la camiseta de Vegas, al hacerlo, Vegas volvió a jalarlo hacia él. —Y me gustaría hacerlo ahora— se acercó a sus labios, peligrosamente rosó su labio inferior sobre la pequeña comisura de los labios de Pete. Su boca hecha agua, lo necesitaba.
—Vegas— murmuró Pete. Ahora levemente extasiado. Todo esto le ponía tanto. Él. Sus manos. Como lo tocaba. De que forma. Sabía que punto tocar y como usar la lengua, los labios, los dedos, todo.
—Dime.
—No sé que pasa conmigo— susurró. Una oleada de lujuria se paseó por el cuerpo de Vegas. Perdería la cordura en cualquier momento y esta vez necesitaría, llegar al orgasmo. Pete le rodeó el cuello, apretándolo contra el.
—Yo sí— le afirmó él. Los dedos de Vegas se introdujeron entre la ropa interior de Pete, levantó una tira en la parte izquierda de sus caderas, para rozarle la piel, cuanto le gustaba. —Lo necesitas— Pete cerró los ojos. Se estaba excitando. Tanto que rogaría por un poco mas, aquello que solo Vegas podía darle. —Tanto como yo.
—Sí te necesito— abrió los ojos con delicadeza, ahora encontrándose con los ojos de Vegas salvajes, llenos de lujuria y apunto de tumbarle sobre el diván y follarlo de nuevo, volvió a besarle la boca, se había acostumbrado a su sabor, a lo bien que sabía su lengua. Le gustaba muchísimo. Apunto de posicionarle sobre el diván, y acostarse sobre el, alguien tocó la puerta del departamento con fuerza.
Vegas tuvo que separarse de Pete con dificultad. Mierda ¿Quién se atrevía a tocar la puta puerta de esa manera? Y lo peor ¿en un momento como ese?
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Stockholm Syndrome •VegasPete•
Fiction généraleCuando a Vegas Theerapanyakul, uno de los herederos de la mafia más peligrosos en todo Bangkok, le convocan para el "acto del siglo" no dudo ni un segundo en aceptar la oferta. Nunca pensó que ese suceso cambiaría su vida para siempre. Adaptación.