Parte 9

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Y ni siquiera fue necesario pedírselo otra vez para que lo hiciera. Posicionó sus labios sobre los de él, suavemente, un pequeño roce tan delicioso y placentero que lo dejó con ganas de más.

Delicadamente empezó a moverlos, abriéndolos, dándole paso a un beso grande, donde pudo deleitarse con el exquisito sabor de su lengua. "Bésame" recordó en su cabeza. Y cuanto le había gustado escucharlo viniendo de los pequeños labios de Pete, que justo en este momento besaba. Le apretó las caderas, Pete cayó sobre su pecho, subiendo sobre su cuerpo, tal vez no recordaría nada de esto en unas horas, pero quedaría en sus labios el sabor de lo que en ese mismo momento hacía.

—Me gustas— le susurró, aún entre besos. Vegas separó sus labios por un segundo. Una pequeña sonrisa se había instalado en sus labios, algo inusual, pues casi nunca nadie lo veía sonreír.

—No puedo gustarte, bonito.

—¿Por qué no?

—No me conoces.

—Sé tu nombre— Vegas lo apretó contra su cuerpo, para que su rostro volviera a unirse con el suyo, junto con sus labios.

—Me refiero a lo demás.

—¿Yo no te gusto?

—No dije eso.

—Pero entonces ¿te gusto?— volvió a preguntarle. Ahora con una sonrisa al observar lo tenso que lo había puesto de nuevo.

—Estás ebrio bonito, si te lo digo no lo recordarás luego.

—Te conviene entonces.

—¿Qué quieres que te diga?— le acarició las caderas por debajo de la camiseta de seda. Cruzando la curva que había partiendo de su culo hasta su espalda.

—Que te gusto— la piel se le erizó al decir esas palabras. No entendía por qué, si ni siquiera entendía muy bien en su subconsciente lo que en verdad le decía.

—Sabes que sí.

—¡Te gusto!

—No, en realidad me gusta hacer esto— lo volvió apretar contra él. Pete soltó un pequeño gemido al sentir el miembro de Vegas bajo su cuerpo. Grande. Haría que en cualquier momento se excitara. —Y sé que también disfrutas que lo haga.

—Sí— admitió. No había nada que le hiciera más sincero que los efectos del alcohol. —Pero yo me refería a algo más, a que si te gusto de verdad— ambos se miraron. Tal vez ninguno tenía noción de lo que en verdad pasaba. Ese bonito e interminable momento que empezaba a confundir a Vegas como nunca en su vida.

—Sí— le dijo comiéndoselo con la mirada. —Me gustas— no supo porque, ni como es que en ese momento se inclinó de nuevo para besarle los labios una vez más. Pete se estremeció por completo, no quería decirlo, pero en verdad había sido uno de los mejores besos de su vida. —Me gustas muchísimo.

Stockholm Syndrome •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora