Parte 14

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Y con eso, lo tomo de los muslos y lo cargó, haciendo que Pete entrelazara sus piernas tras su espalda. La toalla quedó subida hasta el último punto de sus muslos. Vegas lo cargó hasta el diván, para luego acostarlo sobre él. 

Pete, lo miró desde abajo, sus ojos fueron a parar en la erección de Vegas. Él no dudo en bajarse los pantalones y el bóxer, sin previo aviso, los ojos de Pete se nublaron por un momento, estaba viendo demasiado, de su pene empezaba a salir liquido preseminal. Él estaba frente suyo, completamente desnudo. Le parecía un sueño. Era perfecto. En cada rasgo. Cada centímetro. Cada parte de su cuerpo. Lo necesitaba dentro suyo, moviéndose en su cuerpo, llenándolo con esa enorme polla.

—Fóllame Vegas, por favor— él se inclinó sobre su cuerpo, se sostuvo de los codos para no aplastarlo, aunque tampoco aguantaría mucho. Las palabras de Pete tenían su miembro más erecto que nunca.

Vegas solo asintió. Bajó la cabeza para quitarle el pequeño nudo a la toalla que Pete tenía. De pronto tenía el cuerpo de Pete, desnudo frente al suyo, jadeante, volvió a inclinarse para tomar uno de sus pezones, abriendo su boca, para luego morderlo con delicadeza.

—Ah...— gimió. Se estremeció por completo. —Mmmh...— volvió a decir. Se movió de pies a cabeza. Vegas volvió a morderle. Pete soltó un jadeo.

Vegas dejo por un momento el pecho de Pete, para tocar levemente los labios de Pete e introducir uno de sus dedos, Pete entendió su acción, iba a prepararlo.

Pete succiono de manera erótica el dedo de Vegas, hasta que este introdujo otro, ahora eran dos, después de un rato, dirigió sus dedos a la entrada de Pete, y los introdujo lentamente para no lastimarlo. 

Pete soltó un jadeo por la intromisión, pero después de un rato se acostumbro.

—Abre las piernas— le ordenó. Pete lo hizo, mientras él posicionaba su miembro en la entrada de este, lo rozó suavemente por su entrada, sintiendo que Pete le apretaba la espalda, deseoso por tenerlo dentro de una vez.

—Vegas, por favor— dijo Pete.

—Voy a follarte Pete, te la voy a meter tan duro, voy a enterrarme en ti— dijo con la voz ronca y tomó impulso, su miembro entró con fuerza en Pete, este entreabrió los labios y soltó un respiro. —Quiero escucharte Pete, quiero que digas mi nombre, quiero que recuerdes quien te está follando,  hasta que tu pequeño agujero se acostumbre a mí, tanto que me recuerde.

Se hundió en su cuerpo. Totalmente. Pete contrajo la respiración, apenas y lograba dar señales de vida. Lo estaba penetrando tan intensamente que soltó algunas lágrimas.

—Ah...— soltó un pequeño suspiro. Vegas se separó, para poder mirarle, para poder gozar de ese enorme privilegio. Verlo así excitado, jadeante, transpirando lujuria y gimiendo para él y solo para él. —Ah sí...— murmuró, ahora cerrando los ojos. Apretó a Vegas por la espalda, este volvió a sacar su polla para rozarla lentamente por la entrada de Pete. —Hazlo de nuevo por favor.

—Sí precioso— le respondió él. Y la verdad es que tampoco aguantaría tanto tiempo sin metérselo. Sin sentir ese delicioso apretón. Subió las caderas y volvió a bajarlas para satisfacer a Pete de nuevo.

—¡Ahh! Sí, joder, así— esta vez Pete gritó más fuerte. Cerrando los ojos con fuerza. Vegas sintió que veía el paraíso. Que se correría con solo verle en ese estado. Le excitaba tanto, mucho, muchísimo, mas de lo que ya estaba.

—¿Te gusta?

—Sí, sí, me encanta— dijo, poseído por sus palabras. Entonces él decidió que le haría sentir más esta vez. Sus brazos se tensaron y volvieron a alzar sus caderas.

—Joder, Pete tan bonito, tan precioso— murmuró.

"Precioso, tan mío"

Lo volvió a embestir con fuerza, mientras Pete solo lo apretaba de la espalda con la esperanza de no demostrarle que en realidad le encantaba lo que le estaba dando. Pero fue imposible.

—¡Ah, Vegas!— jadeo. Vegas sonrió ligeramente. 

Una bonita sonrisa que habría hecho que cualquier persona se corriera en ese instante. El movimiento de caderas se hizo más continuo, Pete rasguño su espalda y él se correría en cualquier momento. Los gemidos de Pete lo enloquecían, cada vez más fuertes, más finos, más excitantes. Hacían que cada movimiento, cada penetración, cada vez que él entraba en Pete con fuerza y lujuria no fuese suficiente. Necesitaba más. Llenarlo por completo. Hasta que se corriera infinitamente. Y que sobre todo, recordara ese momento para toda su vida.

Una vez más volvió a penetrarlo, se encontraba esta vez en todo su interior.

—Vegas— susurró Pete. Arqueando la espalda. Él se inclinó para besarle el cuello.

—Dime— logró musitar él, y salió de Pete, para volver a embestirlo. 

—Esto es increíble— admitió el, ahora intentando abrir los ojos y recuperándose un tanto por todas esas maravillosas embestidas.

—Vaya que lo es— le miró a los ojos. Pete miraba el umbral sigilosamente. Se había quedado callado. Solo su pequeña respiración, ahora ligera, se escuchaba en medio de la noche. Lo habían hecho, habían tenido sexo como tanto había querido él desde el primer día, y como tanto lo había deseado desde el primero momento.

Los ojos de Pete brillaban, empezaban a hacerse pesados era cierto, después de una maravillosa sesión de sexo le provocaba dormir. —¿Habías imaginado esto?— le preguntó él, despojándolos del silencio.

—¿El qué?

—Tú y yo...

—No— le dijo. Ahora cerrando los ojos. Le había dejado agotado, y ni siquiera habían llegado al orgasmo. Sí también era verdad, después de una buena follada solo quedaba dormir, pero parecía que para Vegas eso no había significado algo tan simple como eso.

Stockholm Syndrome •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora