Abrió una lata de cerveza y se la tomó hasta casi a la mitad, honestamente no era fan de ella, pero la necesitaba. Termino de beber, para luego estrujar la lata y tirarla al suelo. Sus músculos estaban tensos, en especial los bíceps, pero que bien se veía igual. Tan malditamente atractivo. Traía los pantalones a la cadera, algo que le hacía sentir relajado, justo como necesitaba sentirse en ese momento. Caminó de un lado para otro, pensando algunas cosas, hasta que por fin la puerta de ese descuidado departamento, que había rentado por unas horas, empezó a sonar.
Pol, Ken, Big y Kinn entraron al departamento. Cada uno con una chaqueta de cuero puesta.
—¿Dónde están?— le preguntó Pol a Vegas. Vegas señaló la primera puerta del pasillo de habitaciones. Sin siquiera hablar. Los cuatro hombres que habían entrado, caminaron hasta la habitación, en donde cinco chicos se encontraban semi inconscientes.
—Vaya, vaya...— Pol rio ligeramente, al observar a los cinco chicos sobre el suelo. Preciosos. Uno de ellos sobre todo, le llamó la atención. —¿A cual me llevaré?— preguntó riendo de nuevo, y un sollozo se escuchó fuertemente. —Sh!— dijo colocando su dedo índice sobre sus labios.
—Tú escoge— le indicó Vegas.
—Lo quiero a él— señaló con el dedo a uno de las dos castaños que sobresalían entre los cinco. Mas sollozos se escucharon, los chicos estaban completamente asustados. Vegas le ayudó a levantarse y se lo entregó a Pol.
—Yo lo quiero a él— dijo Ken, señalando a un moreno de en medio. Vegas hizo lo mismo, quitándose de encima a dos de los cinco chicos.
—Yo quiero al último— señaló Big. Vegas lo ayudó a ponerse de pie, y se lo entregó igualmente a Big. Quedando solamente dos chicos.
—Yo a él— sentenció Kinn, señalando con la punta del dedo índice a Pete. Fijándose minuciosamente en el bonito cuello y rostro de Pete.
—No— negó Vegas. —El es mío—.
—¿Y desde cuando tú eliges?
—He hecho la mayor parte de esta jodido asunto. Lo justo sería que yo me lo llevara— le dijo Vegas. De alguna manera su sentencia tenía fundamento, pues Pete manejaba más cuentas bancarias que los demás.
—Está bien— contestó Kinn, fastidiado. —Me llevo al que queda—.
Dos minutos después, los cuatro hombres tenían a cuatro chicos junto a ellos. Con la intención de hacer que cada uno de ellos, robasen a sus propias familias accediendo a las cuentas bancarias de estos. Cada hombre se iría con uno de ellos a distintos lugares del mundo o por lo menos de Asia. Para no poder ser encontrados jamás. Y volver con las manos llenas de dinero.
Vegas cerró la puerta, su destino era Corea. Partiría de Bangkok esa misma noche, antes de que se hiciera pública la desaparición de Pete y empezaran las investigaciones. Volteó, ahora se escuchaba tan solo el apacible silencio entre los dos. Sentía los bonitos ojos de Pete sobre él, observándolo todo el tiempo. "¿Qué más quieres mirar precioso?" Sonrió.
—¿Qué miras?— le preguntó. No obtendría respuesta, ya que Pete tenía la boca cuvierta. Se acercó a pasos lentos hacia él. Pudo darse cuenta de lo asustado que estaba cuando sintió que empezaba a temblar, cada vez que se le acercaba. —¿Por qué el miedo?— le preguntó y soltó el pañuelo que ataba sus labios. Pete soltó un respiro.
—¡Déjame salir de aquí imbé...
—Hey...— posó sus manos sobre los labios de Pete. Este, al no poder defenderse solo se quedó callado. —No se insulta al jefe, bonito.
—No me llames así— le dijo. Molesto. Vegas sonrió. "Tiene carácter"
—¿Y cómo te llamo?— aprovechó que aún se encontraba atado de pies y manos. —¿Feo?—.
—Van a encontrarme— le dijo. Y eso pareció molestar a Vegas más de la cuenta, cambiando por completo su ánimo.
—¿Te piensas que es fácil, bonito?
—No me llames bon...
—Te estoy hablando— le dijo firme. Pete se quedó callado. —No lo es conmigo ¿okay? Acostúmbrate. Ningún estúpido policía va a encontrarte mientras estés conmigo—.
Una extraña sensación invadió a Pete al escuchar esas palabras. Observó a Vegas, algo hipnotizado por esos oscuros ojos que recién empezaba a notar. Oscuros, al igual que su cabello, una combinación perfecta con su piel. Unos bíceps ligeramente cubiertos por la tela ligera de la camiseta. Unos labios rosados, deliciosos solo con verlos.
—No soy cualquier idiota— lo miró a los ojos. —Y te irá mejor si no intentas nada, bonito, no querrás conocerme de verdad— le advirtió. —Espero que estés listo...— le dijo por última vez. —Nos largamos a Corea.
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Stockholm Syndrome •VegasPete•
Ficción GeneralCuando a Vegas Theerapanyakul, uno de los herederos de la mafia más peligrosos en todo Bangkok, le convocan para el "acto del siglo" no dudo ni un segundo en aceptar la oferta. Nunca pensó que ese suceso cambiaría su vida para siempre. Adaptación.