Vegas abrió sigilosamente sus labios, dejando entrar la acogedora lengua de Pete en su boca. Los apretó y Pete hizo lo mismo, mientras colocaba sus brazos sobre los hombros de Vegas.
—Sabía que serías tú quién no cumpliría el trato— susurró, con una bonita sonrisa entre sus labios.
—Tenía ganas de besarte— admitió Pete. A Vegas le dio un ligero regocijo en el corazón. En ese momento ninguno de los dos sentía la necesidad de hacer algo más. Más bien, esas ganas habían desaparecido. Lo único que él deseaba en ese momento era sentir sus bonitos labios besar los suyos. —¿Puedo?— el menor se acercó de nuevo.
—Sabes que sí— le afirmó él, apretándole la nuca para que pudiera besarlo más intensamente. Se separó unos segundos. —Puedes besarme las veces que quieras.
Pete se rio, una risa pequeña, de felicidad, de simple ternura, joder, ese momento parecía de dos personas enamoradas, algo que ellos dos, no eran.
—Entremos juntos— le dijo él. Y le volvió a sonreír, Pete sintió que veía la sonrisa más linda del mundo. Sí, siempre la había tenido, pero ahora empezaba a notarlo.
—Pero hace frío— ahora fue Pete quien rozó suavemente sus labios sobre los de Vegas, sin llegar a besarlos.
—Claro que no— le dijo él, y ligeramente caminó hasta la ducha abierta, con Pete delante de él. Pete trato de resistirse, pero eso solo hizo que Vegas lo cargara de la cintura para meterse a la ducha juntos.
El más pequeño entre abrió los labios. Joder, el agua estaba helada, lo sentía hasta en los huesos. Él también sintió un escalofrió en todo su cuerpo por el frío, pero lo resistió para que Pete no lo notara. De pronto el agua caía sobre los dos, a pesar de que esta estuviera fría había un calor ligero entre los dos, que los mantenía unidos, que hacía que ese momento fuera jodidamente increíble.
Vegas bajó la mirada, las gotas de agua caían con fuerza sobre el cuerpo de Pete, por lo que podía ver borrosamente sus manos en medio del agua. Intentó tomarlas. Acariciando su brazo, Pete sintió un cosquilleo en el estómago, Vegas estaba buscando sus manos, y cuando por fin las encontró, las enlazó con las suyas.
—Ya no hace tanto frío— le dijo, mientras sus dedos se tocaban. Pete negó con la cabeza ante su comentario. —Al menos no para mí.
—Para mí tampoco.
—Excelente— susurró él, sonriéndole, y entonces Pete también lo hizo. Le sonrió.
Mientras sus manos se tocaban y se entrelazaban bajo el calor de sus cuerpos. No dependía de ninguno de los dos lo que pasara después, el momento era perfecto.
Lo besó. Los labios de Pete estaban helados, aún no se podía creer cómo había soportado tanto tiempo bajo el agua fría. Entreabrió los labios, Vegas introdujo su lengua, tibia y acogedora en su boca. Por fin sentía un poco de calor. Poco a poco los dos fueron alejándose del agua, y de lo fría que era esta, mientras ninguno se atrevía a dejar de besar al otro. Ya no había explicación para lo que pasaba en ese momento.
Cualquier otro que estuviera viendo aquella escena pensaría y afirmaría que no se trataba solamente de un simple criminal y su víctima sino de una relación que iba mucho más allá.
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Stockholm Syndrome •VegasPete•
General FictionCuando a Vegas Theerapanyakul, uno de los herederos de la mafia más peligrosos en todo Bangkok, le convocan para el "acto del siglo" no dudo ni un segundo en aceptar la oferta. Nunca pensó que ese suceso cambiaría su vida para siempre. Adaptación.