Parte 22

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Él reaccionó ante sus palabras. No creía lo que acaba de escuchar, Pete pidiéndole que lo llevase a donde él fuera.

—¿Qué?— preguntó.

—Quiero ir contigo— volvió a repetirle el. También se le acercó.

El pulso de Vegas empezó a acelerarse, dándose cuenta de que solo se ponía de esa forma cada vez que Pete solía acercarse. —Es lo único que pido.

—¿Te has puesto a pensar en lo que eso significa, Pete?— le preguntó él. Pete bajó la cabeza. —Pete...yo no tengo las comodidades que tú tienes, esas a las que estás acostumbrado a vivir— Ahora volvió a subir su mirada. —No tienes idea de las cosas que tengo que pasar, cosas que no estarías dispuesto a vivir.

—Tú no sabes.

—Lo sé, porque hasta yo mismo me arrepiento de ser quién soy— le miró a los ojos. Se dio cuenta de que no pararía hasta convencerlo, por lo que él tendría que actuar primero. —Si te dijera, al menos una cosa de las que he hecho.

—Dímelo. No te juzgaría.

—Eso lo dices ahora— Vegas intentó ponerse de pie, pero las manos de Pete lo obligaron a sentarse de nuevo.

—Si te he pedido que me lleves contigo es porque sé a lo que me estoy enfrentando.

—No, no lo sabes.

—Entonces déjame probar— le acarició los brazos, desnudos por no traer ninguna camiseta puesta.

Sus músculos se tensaron al sentir las tibias manos de Pete acariciarle la piel.

Al verlo sentado, decidió sentarse sobre sus piernas. Vegas le miró. Que hermoso era. Le acarició la cintura al tenerle frente a él. Las piernas de Pete se acomodaron a los costados.

—Tú, tú no sabes lo que sería vivir con alguien como yo.

—He vivido contigo todo este tiempo.

—Sería diferente.

—¿Por qué?

—He hecho muchas cosas malas Pete. Siempre he sido así. Jamás me perdonaría hacerte algo malo. No, no podría vivir con alguien como tú.

—¿Tan inocente?— el se inclinó para besarle la boca. Vegas le correspondió el beso. Un beso pequeño. Sencillo. Ahora él le apretó la cintura con sus brazos.

—Tan puro— admitió. —Tienes tantos planes, tantas metas y yo.

—Déjame ir contigo un tiempo— le pidió, una vez más. Acariciando su cuello, sus ojos penetraron los de Vegas.

—¿Por qué?

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué quieres venir conmigo?— preguntó él. Deseoso.

Deseoso de escuchar las palabras que le diría después. Necesitaba escucharle hablar sobre sus sentimientos. Que le dijera todo lo que sentía por él.

—Contigo soy diferente— le confesó. —Y quiero sentirme así por mucho más tiempo.


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El Pete esta loquito, pero no lo culpo u.u

Stockholm Syndrome •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora