16| Decisiones
Emma
Ese día, cuando me levanté, me sentía bien y contenta sin motivo alguno. Y no solo eso, sino que también había dormido sorprendentemente bien.
Me puse mi ropa deportiva y salí a correr. Hace ya una semana que había tomado el hábito de hacerlo por las mañanas para ejercitarme un poco y me había llevado una sorpresa al descubrir que me gustaba cuando pensé que iba a ser todo lo contrario.
No solo eso me había tomado por sorpresa, sino que también la forma rápida en la que había creado una rutina aquí en Positano. Rutina que no era igual a la que tenía en Londres. En Londres detestaba la rutina repetitiva que llevaba cada día, en cambio aquí, me gustaba. Me hacía sentir… bien, por muy simple que sea.
Me levantaba a las siete de la mañana, salía a correr, llegaba a casa, me duchaba, desayunaba y luego emprendía mi camino hacia la cafetería. Trabajaba durante la mañana y por la tarde miraba películas, me encontraba con Austin, cocinaba o hacía cualquier otra cosa que me gustaba hacer.
Y también había caído en el hecho de que estaba transformando la casa de Matt más mía que suya. Había fotos, cuadros, velas y cosas que había ido comprando de a poco por todos lados. Era como si lo hubiese estado haciendo de forma automática e inconsciente. Como si de verdad me estuviese instalando aquí por una larga temporada.
Creo que, por primera vez en mucho tiempo, sentí que mi vida estaba un poquito equilibrada, pero no quería acostumbrarme porque tarde o temprano —más temprano que tarde— volvería a Londres.
Tenía que ponerme a buscar pasajes, pero el simple hecho de pensar en irme me entristecía un poco, pero en cualquier momento tendría que regresar a la realidad y dejar de ignorar el caos que era mi vida. Toda mi familia estaba a la expectativa de qué era lo que iba a hacer y debía darles una respuesta lo más rápido posible, aunque ni yo sabía cuál era esa respuesta.
Entrecerré mis ojos cuando me encontré con Austin y Maggie en la cocina de la cafetería. Al verme, cerraron el portátil de Maggie con una rapidez increíble, y comenzaron a actuar de manera sospechosa.
A veces no podía evitar seguir sorprendiéndome por lo iguales que eran.
—¿Qué hicieron? —pregunto, acercándome despacio.
Ambos me sonrieron con inocencia. Dios, si hasta tenían la misma sonrisa y todo.
—¿Por qué piensas que hicimos algo? —preguntó Maggie con fingida inocencia—. Solo estábamos buscando algo en internet.
—Eso, eso —la apoyó su hermano.
Miré a Austin y este me regaló una de esas sonrisas de angelito que daban a entender que algo había hecho.
—Que sonrías de esa forma lo hace ver más sospechoso, Austin, y tu igual, Maggie.
Ambos borraron la sonrisa al mismo tiempo y Maggie se apresuró a hablar.
—No hicimos nada, Emma —hizo una pausa—. Bueno, nada malo.
—¿Es algo relacionado a mí? —intercambiaron una mirada y con eso ya me lo dijeron todo— ¿Hice algo malo? —no pude evitar preguntar.
Fruncieron su ceño y negaron con vehemencia. Esta vez fue Austin el que habló, dando un paso hacia mí.
—No has hecho nada malo, Emms. Si te lo decimos, ¿prometes no enfadarte?
—Me están asustando un poco, la verdad.
Maggie hizo un ademán con la mano, restándole importancia.
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Todo lo que somos juntos
Любовные романы> Emma se siente perdida. Ya no sabe qué camino tomar en su vida y está cansada de que todos sus días sean iguales. Solo sabe que necesita encontrarse a sí misma. Por eso mismo, no duda en sacar un pasaje de ida a un pequeño pueblito en Italia con l...