Capítulo 31

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La mañana transcurría en una especie de aletargado relojero. El silencio acompañó a Tobías, ninguno de sus guardaespaldas pronunciaba palabra por lo que al principio creyó que habían discutido en su ausencia, pero descartó aquello pues Serguéi tenía la costumbre de molestar a Vincent cuando era así, esta vez era diferente, esta vez esquivaban miradas y evitaban compartir mucho tiempo en la misma habitación, ninguno lo había cuestionado por su desaparición en la noche, lo cual agradeció aunque no era propio del par.

Continuó su labor sin mucha más diversión que las conjeturas acerca de lo que se traían en mano sus dos hombres de confianza y algunos mensajes intercambiados con Samuel, quien la noche anterior le había besado, se mordió los labios al recordar aquello y cómo se enfadó al sentir las llaves en el bolsillo de su pantalón.

Era extraño para Tobías, la atracción por otro hombre era algo que no había sentido antes, pero reconocía sentirse un poco intimidado por avanzar un poco más, aquella noche, si Samuel no notaba las llaves del auto en su bolsillo ¿Podrían haber llegado a algo más? la idea le resultaba difícil.

En ese momento el celular de Serguéi comenzó a sonar seguido del de Tobías y Vincent. Los tres se miraron inmediatamente y ambos hombres salieron del despacho contestando la llamada al tiempo que aseguraban perímetro en la mansión y alertaban a todos en sus puestos. Una vez sólo Tobías aceptó la llamada de número privado.

-Habla. -Ordenó.

***

-No lo entiendo. - Igor detuvo su trabajo y miró por encima de sus lentes.

-Creo que ya es momento de jubilarme. -Ilya sostuvo la mirada altiva. Sabía que lo que pedía no tenía pies ni cabeza, nadie abandona la Bratva; nadie abandona a su familia.

- Vete, no quiero escucharte. -Lo ahuyentó con un gesto de mano al aire y regresó a los papeles frente a él.

Paciente y sin inmutarse por las duras palabras aguardó allí sentado provocando miradas de reojo de Igor intentando ignorarlo. El viejo Petrov sabía que esta conversación llegaría, años de servicio y con el vilo de situaciones de vida o muerte, era cuestión de tiempo que buscara formar una vida normal y sin exigencias fuera de la Hermandad, pero sabía que eso nunca podría ser posible.

-Cuando la Bratva llama. -Dijo pensativo.

-¿Que ha dicho?

-Nadie puede dejar La Bratva, no completamente. Mientete si así lo manejas mejor. -Tomó su bastón dejándolo allí.

Ante aquella terquedad suspiró, él sabía que sería complicado, pero no le sorprendió. Igor Petrov ya retirado había regresado a la Bratva como Pakhan, una posición riesgosa en la actual situación por la que pasaba la organización. Se puso de pie para ir detrás del ofuscado anciano.

-No se adelante o no lo alcanzaré. -Bromeó a lo que Igor amenazó golpearlo con su bastón.

-Espero el coche, regresaré a casa por hoy. -Salieron junto por la puerta principal del edificio.

Extrañado por la demora del chofer, Ilya levantó su teléfono, pero de la cochera del edificio salió a alta velocidad un auto completamente negro, en una rápida reacción Ilya se abalanzó sobre Igor cubriendo su cuerpo, una rafaga de disparos detrulleron los ventanales de la primera planta y varios más alcanzaron el asfalto a su alrededor. Los gritos de los transeúntes aterrados y el caos en el interior de las oficinas era lo único que captaron los oídos de Ilya hasta que sintió un frío correr por su pierna., su mano derecha protegía la cabeza de Igor que parecía aturdido por el vuelco y el peso del cuerpo del guardaespaldas. A lo lejos voces se escuchaban con desespero llamando a urgencias.

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