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El frío erizaba su piel y congelaba sus dedos en contacto con el agua, acuno sus manos juntando un poco para poder lavar su rostro y terminar de espabilarse.
Suspiró cansado y eso que aún no arrancaba el día, pero se reconfortó pensando en una humeante taza de café, unas tostadas con mermelada de durazno y entonces podría seguir donde había quedado ayer.
Ayer. Un día de asco, pensó Ashton mientras se quitaba esa horrible pijama. Nada más llegar a New York la lluvia lo recibió, por lo que estuvo un buen rato en el aeropuerto esperando a que se detuviera, pero cuando ya había pasado una hora decidió tomar un taxi e ir al departamento de Tyler... para su mala suerte al parecer él ya no vivía allí y no le quedó otra que contactar a su madre, pero ¡¡oh sorpresa!! Su madre no contestaba el celular y era muy tarde, no había ningún bus que saliera para Borton Hill y la idea de viajar a dedo no era muy buena con las nubes que cubrían el cielo nocturno.
Su otra opción era su hermana, hasta donde sabía estaba estudiando en New York, pero seguía viviendo en Borton con Michel.
Sin quedarle remedio llamó a su hermana y la puso al tanto, después de ser regañado por no avisar a nadie que volvía, Abby le confirmó que su madre había viajado esa mañana a una sucursal de la línea de cosméticos, sería más fácil si simplemente llamaba a Luka, pero no quería seguir molestando. Ya eran altas horas de la noche para que su amigo, quien seguramente dormía, le hiciera de remisero.
Se puso de acuerdo con Abby y en lo que tardó en encontrar un taxi que se dignara a llevarlo ya se había empapado completamente con la lluvia. Al bajar se tomó unos segundo apreciar la bonita casa de la dirección, nunca antes había visitado a su hermana y cuñado, normalmente ellos iban seguido a almorzar o cenar de su madre. La casa era de un solo piso, pero era bastante amplia y tenía un gran jardín frontal.
La luz de la sala estaba encendida por lo que se apresuró a golpear la puerta, su hermana lo recibió mientras lo siguió regañando y al final le pidió que hiciera silencio porque Mich estaba agotadísimo y él no había dicho ni "a".
Así fue que con toda su ropa mojada su hermana le había prestado uno de sus pijamas, pero estos no le entraban por lo que terminó dándole uno que tenía cortado el elástico de la cintura.
- Maldito culón.- Golpeó la puerta del baño de Ashton para dejarle una toalla y avisar que el pijama estaba sobre la cama.
Abby se llevó toda la ropa en el canasto y la dejó secando antes de volver a dormir. Así que esa mañana ya tenía una muda limpia y seca sobre la cama, perfecto para arrancar su primer día en la misión "RECUPERAR A TYLER" pero al bajar a la cocina con sus anfitriones descubrió que ya no había café y que si quería debía prepararse.
- Abby me dijo apenas abrí los ojos que estabas aquí, como si me molestara que nos visites.- Sonrió tomando un poco de su café mientras Ashton preparaba más.- Nunca antes habías venido, pero eres bienvenido en nuestro hogar, espero lo sepas.
- Es que fue muy de improviso, y terminé molestandola en la madrugada, pero mi madre no contestaba y Ty... - El sonido del agua hirviendo se prolongó en el silencio de ambos y fue Abby al entrar quien lo rompió.
- Terminé con tu ropa, ya está toda en la habitación donde dormiste anoche ¿Qué vas a hacer hoy? - Abby sacó una taza del almacén y se la dió a Ashton.- Yo voy a la ciudad hoy por sí quieres que te lleve.
- No hace falta, en realidad quería saber si mamá te dejó la llave de la casa.
-Sí, voy cada dos días por el correo y eso, pero sí tú vas de mamá me libero de la tarea.- Abby se puso de pie y tomó una canasta de decoración sobre la heladera.- La dejé ¡Aquí!- Sacó la llave y se la lanzó a su hermano. - Algunas cartas son a tu nombre, las dejé sobre la mesita fea de la sala.- Abby se sentó sobre el regazo de Mich y siguió tomando su café.
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HERMANDAD
Teen FictionEl final de la historia está llegando y se espera encontrar la paz para todos los miembros de La Bratva más poderosa. ¿Hasta donde están dispuestos a llegar estos personajes por una probada de la dulce venganza? La línea que divide el odio del a...