-Ya estoy viejo para éstas cosas.- El ya cansado brazo de Igor firmó los últimos papeles y reposó su cuerpo en la silla de su despacho.
Llevaba toda la mañana poniendo al día el papeleo legal de la mayoría de las empresas que tenía asociadas con el difunto Grenyoi y ahora dirigía.
Vladímir había regresado a Estados Unidos y desde ahora comenzaba la verdadera batalla para Tobías, y claro, también para él.
Igor Petrova no podía creer que estuviera de regreso en La Bratva, aunque en realidad nunca la hubiese dejado, ya que la única forma de salirse es en un ataúd, pero él había logrado mantener sus negocios sin tener que involucrarse en las reuniones y desiciones de la organización con respecto a los negocios, él solo manipulaba su dinero y aumentaba su fortuna.
Ahora tomaría el puesto de Pakhan por seis años hasta que el niño pudiera arreglárselas por sí solo. Tobías, de sólo pensarlo Igor suspiraba tomándose la cabeza, era grande el problema que acarreaba La Bratva con los últimos sucesos y honestamente Igor compartía el pensar de Grenyoi respecto a el liderazgo de un No ruso, pues eso nunca había pasado, ni siquiera podían pertenecer a el grado más bajo en la jerarquía, si no eras ruso no entrabas a La Hermandad; pero ahora, bajo la situación en la que estaban Tobías era la única opción y sólo el tiempo dirá si era la mejor decisión a tomar.
Tobías había pasado toda su vida en la mafia, en México, en Estados Unidos y ahora en Rusia; Igor esperaba que estuviera a la altura para lo que se venía, tendrían que reconstruir todo lo que eran y volver a La Bratva a su gloria.
- Tal vez no fue algo errado deshacerse de Grenyoi y sus fieles.- A fin de cuentas La Hermandad ya no era lo mismo desde el delirio del ex Pakhan. - ¿Será que el poder enloquece las envejestadas mentes? - Pensó en Misha y Grenyoi, dejó escapar una risa sobrante al descubrirse hablando sólo. - Primer indicio de locura.- Bromeó para quitarse peso.
Si Viktor me a salido hecho y derecho puedo con este niño pensaba apilando los documentos para retirarse a su casa; y sí, desde ahora tendría que vivir en la mansión del Pakhan cosa que no le agradó mucho a su mujer, alegando que no quería vivir en una casa cargada de malas vibras y posiblemente habitada por una pandemia de espíritus y almas vengativas.
Lyla había estado muy metida en la trama de Hill House al nivel de dejarle traumas, pero su esposa no discutió cuando le explicó las razones, sólo había alegado estar cansada de ser niñera de todos los mafiosos prematuros, primero Luka después Emma, luego Nikolái y ahora el tal Tobías.
Ella no había pertenecido a este mundo como Igor, se habían casado cuando ella estaba cerca de los 35 y había quedado emabrazada de milagro, era una mujer con un carácter horrible y paciencia nula y hasta el día de hoy habían sido escasas las veces que una decisión de La Hermandad la afectaba por lo que no sabía lo incapaz que era Igor de negarle algo a La Bratva.
***
Sobre el escritorio de su despacho tenía desperdigadas las hojas de declaraciones, el Detective Jódchenkov estaba convencido de que tendría que existir una pista de la cual dejó pasar, pasó horas releyendo hasta notar algo. En la declaración de Serguéi Shuvenkov en textuales palabras afirma que el asesino le deja saber que la venganza termina con la muerte del empresario y que el nieto no corre peligro, pero ¿porque el asesino diría algo como eso? Se podría tomar como preocupación y eso significaba que debía conocerlo íntimamente.Se volcó hacía atrás con la silla y frotó el puente de su nariz incómodo por los lentes de lectura, no era suficiente, ni siquiera era una prueba sólida, pero los llamaría nuevamente a testificar y si nada surgía cerraría el caso por falta de pruebas, de todas formas no había presión de familiares por encontrar al culpable.
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HERMANDAD
Teen FictionEl final de la historia está llegando y se espera encontrar la paz para todos los miembros de La Bratva más poderosa. ¿Hasta donde están dispuestos a llegar estos personajes por una probada de la dulce venganza? La línea que divide el odio del a...