Capítulo 15. Al carajo todo.

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Este capitulo fue modificado. Te recomiendo volver a leerlo, para comprender los siguientes hechos.

Keller Foxter

Tenía la hoja del poema entre mis prácticas, no quería que se doblará. Debía sacar unas copias en la sala de maestros, luego de eso le entregaría el poema y le pediría salir conmigo en una cita.

Entre a la sala de profesores, mi compañera —la del café— sacaba unas copias, no me sabía su nombre, tampoco me interesaba. Esperaba detrás de ella para sacar las copias, volteó tan rápido que chocamos y todas las hojas se desparramaron por el suelo.

Pidió disculpas, seguido de ayudarme a recoger mis papeles.

—Esto se ve muy romántico —cuando me gire hacia ella note que tenía el poema en las manos, lo veía con los ojos agrandados, cómo que si yo no podía haber escrito un poema. Se lo arrebate de una forma un poco brusca.

—Me suena conocido el nombre del remitente.

—Sacare las copias —mencione, ignorando su comentario, no quería negar que Kirah era mi estudiante pero menos exponerla de esta manera.

Ella se mantuvo pensante hasta que salí de allí.

Cuando entre al salón ella y su amigo no habían llegado, estaba muy nervioso pero más ansioso a su reacción ¿Le gustaría? ¿Lo llegaría a leer? ¿O me vería como un lunático? No lo sabía, pero esperaba que se sonrojase como tanto me gustaba.

—Buenos días, buen día profesor —escuche su dulce voz.

—Buen día, Kirah.

Se encontró raro que la llamara por su nombre pero continuo su camino. Me paro de mi asiento: —Hoy les entregaré su práctica y el resto de la clase será para responder preguntas, en dado caso no tengan preguntas, pueden empezar a llenarla—.

Dirigiéndome hacia el auditorio entrego las prácticas.

—La primera es suya Meller —le indicó a ella, ahí he escondido el poema.

Cuando vuelvo a mí escritorio veo como castaña y su amigo se dicen algo para luego pedirme permiso para el baño. La clase ya había acabado cuando Kirah se acercó a mí.

—¿Que es esto? —pregunto, poniendo el poema sobre la mesa de madera.

—Mis sentimientos —habia repasado estás respuestas miles de veces frente el espejo.

Ella quedó algo impactada.

—Yo... No se qué hacer.

—Puedes... —me separé del escritorio con los nervios a flote— rechazarlos o darme una oportunidad, pero preferiría que eligieras la segunda opción.

—Es triste.

—¿Que es triste Kirah? —dije con preocupación.

—No es por comparar pero... Usted se a preocupado más por mi que como se preocupó Martín en su momento, me ha escrito un, un poema y me ha hecho sentir especial. Eso es mucho decir —Martín, su ex si no me equivoco, nombre que menos me importa aprenderme.

Saber que él tarado no la trato como se debería tratar a una dama por ley, me enfurece, pero lo disimuló.

—Kirah, si él no lo hizo es porque no te merecía, yo no pienso que te merezca pero quiero intentarlo.

Una lágrima se cae por su mejilla. No, no quiero que llore. La retiro con delicadeza y mirándola a los ojos pronuncio las siguientes palabras.

—Nadie tiene que hacerte sentir especial, porque ya lo eres, con solo el hecho de ser tú ya lo eres.

Hoy tengo clasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora