Keller Foxter
Tenía miedo de que ella se arrepintiese. Dolor de que esto la afectará más de lo que seguro lo hacía.
Pero era más importante quitar esa incertidumbre en su precioso rostro. La había besado, frente a todos, frente a esta universidad y frente a mí superior. La sala había acabado en un silencio sepulcral, hasta que me separé de Kirah, luego vinieron los murmullos y por último los víctores que sus propios amigos, de los cuales tendría que aprenderme el nombre, empezaron.
Era todo o nada, conservaba este trabajo y podía tener una relación fuera de estás paredes con la maravillosa mujer que dormía junto a mí.
O me iba.
Ya no sería maestro de mi novia este semestre, habían pasado justo un poco más de cuatro meses. No podía creer que hubiera caído a sus pies en tan poco tiempo, aunque si lo admito había sido desde el mismísimo momento en que había chocado conmigo en la calle.
Entraría a esa oficina, diría mi punto y si no estaban felices pues a la mierda, había encontrado a la mujer de mi vida y no cambiaría eso.
. . .
No me iba. Pensaba que el receptor diría que era algo no digno de un maestro de su institución o algo por el estilo. Pero no. Le expliqué todo lo que Kirah era y todo lo que sería. Menciono que si lo hubieran reportado un mes o hasta unas semanas antes podría a ver un problema, por ser su maestro mientras manteníamos una relación amorosa, por las cuestiones de ser parcial. Debía agradecerle a la rubia por haberse tardado en mostrar ese video en el auditorio.
Me dijo que no necesariamente debía irme, pero que quizás para facilitarle las cosas a Kirah con sus compañeros podía otorgarme un translado. Que por obvias razones del beso debía enviarme a casa una semana con sustitución y que Kirah tomaría los exámenes con otro maestro a la finalización actual del semestre. Con tal de que se sea imparcial entre estudiantes.
Todo me pareció de lo mejor. Luego hablaría con Kirah sobre si prefería que me fuera a otra universidad, habían pocas con el nivel de mis estudios pero buscar hasta que ella acabara los suyos no era un problema. Además con el dinero que tenía pues... No era tan necesario, trabajar era más un lujo que yo quería tener.
Cuando salí de la oficina Kirah estaba esperando junto a sus amigos, el pelirrojo al cual le había tenido celos al principio, pero que ahora solo sentía agradecimiento por siempre ayudarla y una morena que tenía sus manos justo las de él.
—Gracias —les dije a ambos.
Kirah tenía lágrimas de preocupación en sus ojos. Me encargué de limpiarlas mientras le decía que todo estaba bien.
—Pero cómo ¿No te han despedido?
—Cielo, no. Simplemente no estaré aquí una semana por el beso. Pero no habrá sanción más que esa. Nuestra relación no es un pecado.
Su sonrisa se extendió tras las lágrimas que mis dedos limpiaban está vez de felicidad.
Kirah Meller
¡No podía estar más feliz! No lo había despedido, no había sido afectado por nuestra relación, me sentía tan complacida con la vida.
Antes de salir de la universidad decidí ir al baño, me estaba aguantando desde el auditorio así que era momento de hacerlo casi a la naturaleza. Una llamada de número desconocido entro en mi celular, dude, pero al final la levante.
—¿Buenas?
—Por favor no cuelgues.
Era mi madre. Respire ondo. La felicidad había sido eclipsada, pero antes de responder debía calmarme. Volví a respirar ondo.
—¿Por qué llamas?
—Quiero explicarte todo, por favor, vayamos a un café o donde quieras y conversemos. Necesito pedirte perdón. Me he equivocado mucho pero debes saber porque pasaron algunas cosas. Dame una oportunidad, por favor.
—Esta bien, te enviaré una dirección.
—Gracias —podia escuchar el arrepentimiento en su voz.
Esperaba que la arrepentida al final no fuera yo.
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Jeje, muchas info. Este es uno de los capítulos finales, pero tranquilos habra epílogo y también extras. Así que les queda Keller y Kirah por disfrutar!
Espero les haya gustado este capítulo.
Los quieroooo!!! Besitos de fuego. 🔥💋
Se cuidan que la gripa anda mala.
Bye.✨🔥
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Hoy tengo clases
RomanceCuando a Kirah su pareja, con la cual lleva cuatro años, la termina, ella decide que quiere amoldarse al sofá de su casa y comer helado hasta estallar, pero por casualidad de la vida conoce a Keller un joven rubio que con su corta edad a conseguido...