Capítulo 14. Momento esperado.

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Kirah Meller

Este capítulo contiene el tema de ATAQUES DE PÁNICO, por lo que si este contenido te altera o es un tema sensible para tí. Recomiendo saltar del párrafo 5 hasta los tres puntos. Disculpen cualquier inconveniencia.

Nuestros labios se encontraron como colisionan las estrellas, no hay vuelta atrás, estaba besando a mi profesor ¡Estaba besando a mi profesor! Y se sentia tan bien.

Por fin ¿Verdad?

Nuestros labios danzaban, las sensaciones se arremolinaban en mi interior, fuimos retrocediendo hasta chocar con la baranda, el cálido de sus labios con el contraste frío de la baranda me daba escalofríos, escalofríos de los buenos. Podía sentir la seguridad en sus movimientos pero sin dejar la delicadeza de un lado. Nos separamos para respirar por pocos segundos antes de volver a unirnos, delimitó mis labios con su lengua buscando entrada, la cual le cedí. Para comenzar a entablar una danza más profunda e exhaustiva.

Estábamos tan absortos en nosotros, en su mano en mi cadera y la otra en la mejilla, en mis manos delineado sus hombros y luego posándose en su cuello, en nuestros cuerpos acercándose más y más. No nos dimos cuenta del tiempo que había pasado antes de empezar a besarnos. Hasta que mi teléfono sonó. No quería atenderlo, pero si Margo necesitaba algo debía atender. Nos separamos con lentitud, había un brillo en sus ojos algo oscuro y me imaginaba que los míos pintaban lo mismo.

Me acerqué a una tumbona donde había dejado mi bolso, terminando de revisar quién me había llamado, puesto que se había tumbado.

Era mi... ¿Madre? Palidecí, esto no podía ser posible. Keller debió notar que estaba incomoda y pregunto:

—¿Todo bien?

—Sí, sí, solo debo buscar, buscar a Margo y salir de aquí.

Sentí como mi cabeza empezó a dar vueltas y ya no sabía hacia donde ir.

—Cielo, calma —me sostuvo de los hombros.

—No, no, debo, debo, salir de aquí ¡Ya!

Comencé a andar por todo el balcón en busca de la salida, ya no la recordaba, mis manos estaban sudando y mi respiración era de lo más errática posible, el corazón se me saldría por la boca.

Mi profesor se acercó a mí, haciéndome girar hacia él y tomándome ambas manos.

—Respiremos, Kirah, vamos tu puedes.

Puso mi mano en su pecho y dio respiraciones pausadas. Mientras yo intentaba imitarlo.

—Vez, lo estás logrando.

Mi respiración se iba regularizando, al mirar sus ojos me di cuenta de dos cosas, primero: él ya había pasado por esto y dos: que mirar sus ojos era lo que terminaba de necesitar para calmarme.

Cuando pude respirar con normalidad el se acercó aún más y me dio un abrazo cálido y seguro.

—Eres muy valiente cielo —Fueron sus palabras dándome cuenta del mote que ahora volvía a usar.

—¿Cielo? —pregunte.

—Sí, porque eres el paisaje más hermoso que he visto.

Luego de esto el se ofreció a llevarme a casa.

. . .

Llegamos a mí casa, pero seguía algo inquieta, le avisé a Margo que me había ido, respondió preocupada si me sentía mal ¿Me sentía mal? Sí, pero no quería molestar, así como tampoco quería molestar a Keller, le dije que se fuera pero insistió en prepararme té para ayudar a tranquilizarme. Y eso hizo, me trajo una taza de té de alguna rama o flor relajante, luego de ello no supe más de mí existencia.

Hoy tengo clasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora