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Wednesday respondió tomando la nuca de la beta, y uniendo sus labios por afortunada segunda vez

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Wednesday respondió tomando la nuca de la beta, y uniendo sus labios por afortunada segunda vez.

Un pequeño quejido de sorpresa de parte de Enid quedó ahogado entre los esponjosos belfos de la pelinegra, que movía con seguridad sobre los suyos, sus manos fueron a enterrarse entre los rubios mechones de su cabello, atrayéndola más a ella, ladeando su cabeza para besarla con más profundidad.

Enid correspondió con sus instintivos conocimientos sobre los besos, era el segundo beso de toda su vida.

No fue como el primero, no hubo dolor, ninguna se sentia mal por lo que estaban haciendo, era más como una celebración por al fin aceptarse, dejando de estar ciegas por sus vidas, por su día a día, por todo su pasado, comprendieron desde lo más profundo de sus corazones que era así, que ambas estaban para eso, y era hermoso coincidir con alguien entre todo el universo para amarse como se merecían.

Se separaron para respirar de forma agitada, Wednesday volvió a refugiarse en su cuello, no vio del todo la sonrisa que la ojiazul cargaba, ni el rubor que se esparcía por su rostro.

─¿Eso fue un si?─ Preguntó Enid con una risa.

Y con una sonrisa tonta, Wednesday tomó su mentón y volvió a besarla, con más suavidad, con más lentitud, separándose pequeños centímetros para respirar levemente, ambas el mismo aire, para volver a hundirse en las sensaciones de sus labios juntas.

─¿Tu qué crees?─ Preguntó Wednesday en un murmullo, contra su boca.

Wednesday no pudo borrar su sonrisa, esperó a separarse, posó sus labios sobre la frente de la omega, dejando un pequeño beso, antes de tomar la temperatura con el dorso de su mano.

─Veo que estás mejor.─ Dijo. ─Pero estás muy rojita.─

─Eres un tomate muy lindo, Nidie.─ Tomó sus mejillas.

Wednesday se quedó un rato acariciando las mejillas de Enid, viendo cada vez como tomaban un color más fuerte, como sus ojitos se hacían más pequeños con la vergüenza y también como el rubor iba ganando terreno a su tez, llegando a cubrir todas sus orejas, sus mejillas llegando casi hasta su mandibula, la beta apretó sus labios, frunció la nariz y cerró sus ojos con fuerza, en un gesto adorable para la menor, y cargado de vergüenza para ella.

─B-Basta, Wedns.─

La omega sintió su corazón comprimirse de tanta ternura, un sonido agudo como de un bebé emocionado escapó de su garganta y sólo pudo abrazarla y apretarla contra su pecho, de forma inmediata, Enid rodeó su cintura y se dejó envolver con su aroma, fresas, flores y un dulce olor a miel, por la felicidad, comenzaba a inundar el ambiente.

our last days ⋆ wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora