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─¿Yoko, en serio vas a apoyarla?─ Dijo Morticia, ofendida, mientras la azabache las ayudaba a juntar sus cosas y las llevaba a la puerta de la casa

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─¿Yoko, en serio vas a apoyarla?─ Dijo Morticia, ofendida, mientras la azabache las ayudaba a juntar sus cosas y las llevaba a la puerta de la casa.

Las estaba invitando cordialmente a que se fueran de una puta vez.

Su plan b era arrojar sus abrigos al frente y cerrar la puerta detrás de ellas si no se marchaban por las buenas.

─Ella está muy sensible, ya lo ven.─ Hizo ademán a la beta a sus espaldas.

Después de esas palabras Yoko había querido discutirle a su hija, con más insultos que nada, Homero había intentado calmarla para al menos tratar de pasar un buen rato tranquilo durante el postre y retirarse por las buenas, pero la omega mayor estaba en verdad histérica y ofendida, y hasta se había puesto de pie para que escucharan su victimismo mejor.

Pero Wednesday se había puesto tan nerviosa que se había desmayado de nuevo, siendo Enid quién la sostuvo, y no dejó que nadie se le acercara mientras la acunaba en brazos.

Yoko la cubrió diciendo que ella estaba a su cargo y que se alejaran para dejarla tranquila, que debía tener espacio y que Enid sabía perfectamente qué hacía, cuando en realidad bien se notaba que la beta se había puesto posesiva con la chica.

─Fue mucha tensión, y ella ya estaba con presión bastante baja, es delicada.─ Dijo Yoko, y Homero, quién era doctor, asintió porque sabía que era posible, cuando la realidad era que la castaña estaba diciendo cosas al azar sin tener ni una mínima idea. ─Después hablaré con ella, les mandaré un mensaje cuando este mejor, pero merece descansar, no se esperaba que llegaran ustedes.─

─Gracias, Yok.─ Dijo el otro alfa. ─Después pregúntale si quiere hablar con nosotros.─ Yoko asintió pero no lo haría. ─Vamos, Morticia.─

Cuando al fin se fueron soltó un suspiro pesado, poniendo la traba de la puerta de una vez por todas.

Miró de lejos a la pareja, Enid sostenía a Wednesday como si fuera una bebé, medio sentada en su regazo, la mejilla a la altura del pecho de la beta, esta acariciaba su cabello y sus rosadas mejillas con lentitud, mientras su brazo rodeaba su cuerpo y sostenía la mano de la omega.

Yoko rió como una tonta y se acercó a ellas, mantuvo dos pasos de distancia.

─¿Está bien?─ Preguntó.

─Si, está bien, su pulso se normalizó desde que esas dos se fueron.─ Dijo, hablando bajo y tranquila, aunque por dentro seguía asustada desde que había visto a Wednesday mareándose y cayendo inconsciente de nuevo.

─¿Puedo ayudar con algo?─

─Si, tráeme un trapo mojado en agua fría, por favor.─ Pidió Enid, y la alfa asintió, antes de ir hacia la cocina, apenas a metro y medio de la mesa, abriendo el agua fría del fregadero y dejándola que se enfrie mientras buscaba un trapo entre los cajones.

our last days ⋆ wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora