7- Síndrome de couvade 🤮

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A medida que el embarazo de Colombia avanzaba, algo inusual comenzó a suceder. Aunque Colombia aún experimentaba algunos síntomas típicos del embarazo, como antojos y cansancio, parecía que Corea se había "llevado" todos los demás síntomas. Estaba experimentando náuseas, vómitos, dolores de espalda, antojos, cansancio e irritabilidad, como si estuviera experimentando su propio síndrome de Couvade.

Colombia observaba con asombro cómo Corea lidiaba con los síntomas físicos que normalmente le correspondían a ella. Aunque al principio le pareció gracioso, después empezó a sentir compasión por él.

Colombia: (riendo suavemente) ¿Quién diría que ahora serías tú el que experimenta todos estos síntomas, cariño? Parece que has adoptado mi embarazo.

Corea: (sonriendo débilmente) Sí, parece que el síndrome de Couvade se ha apoderado de mí. Pero en serio, aunque físicamente no me siento muy bien en este momento, me hace valorar aún más el esfuerzo que haces tú, Colombia. Llevar a nuestro bebé dentro de ti durante tanto tiempo no es fácil, y admiro tu fortaleza y dedicación.

Colombia se acercó a Corea y le acarició el rostro con ternura, mostrándole su apoyo y gratitud.

Colombia: Eres increíble, Corea. No importa los síntomas que experimentes, siempre estaré aquí para apoyarte y cuidarte. Estamos juntos en esto, y eso es lo que importa.

A medida que pasaban los días, Colombia se aseguraba de cuidar de Corea, como él lo había hecho por ella. Lo ayudaba con las náuseas, preparaba sus comidas favoritas y lo animaba en los momentos en que se sentía más agotado.

Colombia: (con cariño) No te preocupes, cariño. Esto también pasará. Estoy aquí para ti, y juntos superaremos cualquier malestar que enfrentes. Eres un gran padre y pronto mi esposo.

Corea: (sonriendo) Gracias, mi amor. Tu apoyo significa todo para mí. Aunque esto sea temporal, me reconforta saber que puedo contar contigo en cada paso de este viaje.

A pesar de los síntomas incómodos, Colombia y Corea encontraron una manera de enfrentarlos juntos. A medida que se apoyaban mutuamente, su amor y conexión se fortalecían aún más, preparándolos para convertirse en padres comprensivos y empáticos.

Con cada día que pasaba, los síntomas de Corea comenzaron a disminuir gradualmente, y ambos se alegraron por ello. Celebraron los momentos de bienestar y se prepararon para lo que quedaba por venir en su emocionante camino hacia la paternidad.

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