𝟏.

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Tom

—Córtale uno por uno los dedos, hasta que no suelte información, no te detengas. —Di la orden con total tranquilidad.

—Como lo ordene, Jefe. —Asintió eufórico.

—¡Por favor, no!

Eso maldito bastardo, suplica, suplica, suplica...

—¡Comencemos con esto! — Cook cerró la puerta y empeze a subir las escaleras.

Se escuchaban los gritos del hombre desde el sótano, música clásica para mis oídos.

La verdad era demasiado obvio que no me importaba, se lo que se merecía. Que nunca se les pase por la cabeza intentar matarme, porque siempre estoy dos pasos adelante de todos.

(...)

Esta noche también tenia la agenda llenísima, follar con algunas putas del club y recibir al italiano en mi casa, venia por su mercancía.

Bill, Georg, Gustav y Cook estaban al tanto de esto, se estaban ocupando de que los respectivos trabajadores empaquetaran y guardarán la mercancía.

5 kilos de lo más vendido en Italia, la Nieve. Una mezcla entre cocaina y  marihuana, esta mas fuerte que patada de allanamiento, te deja viendo las estrellas por horas.

Con esto me hago millonario every day.

No tendría dinero, estos malditos compraban como si fueran conejos cojiendo. Obvio no me olvido de mis compradores internos, algunas de las bandas con las que me había hecho un "Tratado de paz" eran las que más me compraban para vender.

Básicamente, yo controlaba cada parte de Alemania, cada parte del continente europeo y próximamente cada parte del continente americano.

En cada parte de Alemania había un club de mi propiedad o mejor vamos a llamarlos "Puticlub". Donde podías ir a beber o simplemente por unos dólares, ir a coger con una de las hermosuras del lugar.

Estas dichas hermosuras no venían solas, estas eran examinadas por un mes, para después secuestrarlas en plena calle alemana o a veces, llegaban como regalo de mis compradores externos.

Esto es lo bueno de ser temido, nada ni nadie podía parar lo que estaba haciendo o lo que iba a ser, porque sabían que terminarían en pleno mar o con un tiro en medio de la cabeza.

(...)

—Bien, acá esta todo el cargamento Robert. —Solté serio.

—Miren estas hermosuras, son perfectas. —Hablo por fin el italiano mirando las armas. —Querido amigo, le traje otras hermosuras como pago, espero sean de su gusto.

—Déjame verlas. —Solté con una sonrisa.

—Sáquenlas. —Indicó el italiano a sus hombres.

Salieron 5 chicas del auto, todas vendadas y en perfecto estado.

—¡Tu, una vueltita preciosura! —Dije riendo.

Están son mis nenas, ella es Shell.

Una mujer de piel pálida y pelo negro.

⭒𝗦𝗸𝘆𝗳𝗮𝗹𝗹 ; 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora