"𝑁𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑐𝑖𝑎𝑟 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑟𝑐𝑎𝑛𝑐í𝑎"
La mentira mas grande que puede haber dicho, en el momento en que la miro, todo a su alrededor paro. Esos ojos verdes que lo miraban con terror lo habían flechado, era increíble...
Miraba fijamente a la esquina de la cama, estaba la cobriza durmiendo profundamente, admiraba cada parte de su cara, sus pecas, sus lindas pestañas rizadas, sus labios, su forma de reírse como un cerdito, sus pucheros cuando quería algo, cuando canta y hace todo un espectáculo para mi, cuando esta arriba mío saltando, cuando se atraganta con mi, cuando...
Bueno, ya saben, je.
El sentimiento que generaba la cobriza en mi era tan extraño, sentía nerviosismo y felicidad al mismo tiempo, me hacía acordar a cuando me drogaba por las noches...
"Porque, así se siente el amor, ¿No...?" Es como una droga inevitable de probar, y más difícil de dejar, te destruye completamente.
Es horriblemente hermoso.
(...)
Maia
El hombre de bata blanca y ojos verdes me miraba mientras posaba sus manos en mi frente, tomando mi temperatura.
—Bajo. —Dijo sonriente mientras retiraba su mano de mi frente. —Tienes que seguir tomando el jarabe para tu garganta, ya puedes dejar el reposó. —Empezó a tomar nota en su mini cuaderno y se las dio al de trenzas. —Tiene que seguir tomando esto cada 8 horas por una semana, ¿Okey?
—Esta bien, gracias doctor— Dijo con una sonrisa falsa el de trenzas.
—Hasta luego, que se recupere señorita— Soltó amablemente el doctor.
—Gracias... —Susurre cabizbaja.
Con esta gente a mi lado, mejor morirme.
Al momento en que su doctor de confianza salió de la habitación, el de trenzas cambió completamente su expresión feliz a una seria.
—Tienes suerte, te estoy teniendo demasiada paciencia. —Dijo sínicamente Tom.
—¿Por qué no me mataste todavía?— Pregunte seria.
El de trenzas sonrió ladino, y me miró fijamente antes de hablar.
—¿Por qué crees que todavía no lo hice?— Pregunto.
—No lo sé— Solté. —Tal vez porque te gustó— Me reí, quería hacerlo enojar.
El de trenzas empezó a reír. —No digas estupideces, Niña— ... —¿Piensalo, si me gustaras te habría ahogado?—
—No se, ¿No haces eso con todas las mujeres con la que estás?— Dije sarcástica. —¿O con los hombres...?—
El de trenzas frunció el seño antes de acercarse a mi y soltarme una bofetada, lo que me hizo reír.
—Pegas como niña. —Dije riéndome.
Lo que causó que el de trenzas me pegara más fuerte, casi tirándome de la cama.
—Oh, eso sí lo sentí. —Rei.
Tom tenía una mirada confusa, al parecer no entendía el porqué de mi risa. Me levante de la cama, para ponerme a centímetros de dicho hombre y ponerme en posición.
Este vio mi forma de actuar y se río.
—¿Enserió crees que podes ganarme? —Soltó riendo a carcajadas.
—La verdad si, en la 1.11.14 te hacen pollo papa. —Reí.
—Uh rubia teñida de mierda, ¿Otra vez jodiendo con eso?
—Teñidos tenes los pelos del orto, Gil.
—Y vos los de la concha, pégate un baño a ver si se te sale lo negro de la villa, sucia.
—Baño te vas a tener que pegar vos por los tiros que te voy a meter en el orto, de lo negro que te va a quedar, gil.
Mi puño dio contra su mandíbula, este se tambaleó hacía atrás, corte wtf.
—Te vas a arrepentir, maldita niña. —Soltó el hombre de trenzas.
Volvió a ponerse en postura y se aval ancho sobre mi, haciendo que los dos caigamos al piso y empiece una serie de golpes entre los dos.
—¡Te crees muy machito, pedazo de estúpido! —Dije mientras le seguía dando.
Estábamos uno encima del otro, rodando por todo el piso de la habitación mientras nos golpeábamos.
—¡Te voy a matar, barbie de la salada! —Estaba furioso y me quería ahorcar.
—¡No vas a poder hacerlo, copia barata del West Side! —Solte en carcajadas al ver los intentos de llegar a mi cuello.
Seguimos rodando por todos lados, hasta que termine muy apoyada en él, cara a cara, con la respiración agitada, y mirándonos fijamente...
Me reí inconscientemente, estaba nerviosa, todo se había quedado en total silencio y solo se escuchaban nuestras respiraciones.
Me beso.
El de trenzas había acercado nuestras caras, nuestros labios, uniéndolos en un profundo beso, el cual correspondí
Me empujó con la respiración agitada, mientras me miraba serio y se levantaba rápidamente.
—Esto fue un error. —Soltamos al unísono.
El de trenzas salió de la habitación, mientras yo me quedaba en el piso con un raro sentimiento...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
