X: Despedidas y encuentros

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DAMIANO

-¿Al final vas a venir? Estás a tiempo.- Giorgia me miraba acurrucada entre las sábanas.

-Tendría que hacer la maleta, llegarás tarde.

-¿Pero quieres venir? Que yo te ayudo en un momento. Además mañana será tu cumpleaños.

-Más motivo para no ir... Ves tú amor.- Aseguró.

-¿Segura?- Me daba pena que no viniera. Se quedaría dos días sola en casa, no acababa de entender del todo porque. Asintió con la cabeza y me acerqué a ella para darle un beso.- Pues me voy ya. Cualquier cosa me llamas. Y cada noche también.

-No te preocupes, son dos días. Si te acuerdas has estado tres meses fuera.

-Ya.

-Adiós amor.

-Adiós mi vida.- A paso lento salí de la habitación. Quería despedirme de los gatos, pero en el salón solo estaban Ziggy y Lego, Bidett estaba seguro con Giorgia en la cama y no me fijé.

Los acaricié un poco y les di un beso a cada uno en la cabeza. Cogí mis cosas y desaparecí por la puerta.

Nos habíamos repartido en tres coches, así que Lavinia, Thomas y Alda me esperaban en la Fontana Del Mosè para ir con el coche de Thomas. Llamé a Alda, me estarían esperando ya.

-Buenos días Dam.- La escuché decirme animada con su dulce voz.

-Buenos días preciosa. ¿Estás ya?

-¿En la Fontana?- Dijo tirando a flojo, casi no se le oía con el ruido de las ruedas de la maleta al moverse por el suelo.

-Sí.

-Ya estamos todos, solo faltas tú.

-Gracias. Ya estoy llegando-No era mentira, vivo a dos minutos de la Fontana. Sólo me quedaba seguir recto la calle.

-Bien, porque hay un grupo que ya ha salido. No quiero que tardemos mucho.

-Ya, ya... no te preocupes Alda, vamos a llegar igual. Ya vengo.- Le colgué la llamada, estaba a nada de verla. ¿De qué servía que siguiéramos hablando?

-Hola.- Nos saludamos a la vez, al cruzarnos. Era Agnes, una señora de aquí de toda la vida. Era amiga de mi abuela y me cuidaba de vez en cuando, es muy agradable. Desde que soy mayor la veo muy poco, puedo ver en su cara que extraña esos momentos, es normal, en parte yo también lo hago.

-¿Como estás hijo?- Me dijo antes de pasar de largo.

-Muy bien, ¿y usted?

-Como siempre. Veo que llevas equipaje. ¿Vuelves a marcharte? Hace poco que viniste.- Su voz no es dulce, no como lo era antes. Ahora tendrá unos ochenta años.

-No. Voy a pasar dos días fuera, me están esperando.

-Muy bien. Disfruta, y cuando vuelvas a ver si te pasas un día por mi casa y hablamos un rato eh.

-Claro que sí Agnes, nos vemos.

-Adiós chiquillo.

Seguí mi camino, ahora con una pequeña sonrisa en la cara, que ternura me da esta mujer.

Al llegar al estacionamiento más cercano de la Fontana estaban los tres apoyados en diferentes lugares del coche, esperándome ¿Qué sino?

-Hola familia.- Exclamé animado.

-Por fin.- Exclamó Alda en respuesta. Thomas me abrió el maletero para que pudiera dejar mi maleta dentro.

-¿Como estás?- Me preguntó mientras lo hacía.

-Muerto de sueño, pero bien, el día es bueno.- Y con el día podía referirme al día como día, o al día como tiempo. Hacía un día decentemente bueno. Para mí no era la gran cosa pero Alda seguro que estaba contenta. El tiempo está nublado, no hace ni calor ni frío. El tiempo perfecto para Alda.

-¿Te pones atrás conmigo?- Me preguntó ella misma desde la puerta del coche.

Maneskin 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora