EMOCIONES || ShikaSara

Agobio

ATENCIÓN
Antes de que empiecen a leer quiero aclarar que esto es solo ficción, mero entretenimiento.
El acoso es serio y la obsesión también.

Pero esto es un fan-fic, así que... ¿que mas da?

Si Sarada era honesta, ella jamas pensó que las cosas llegarían tan lejos, o bien, nunca pensó que Shikadai llevara las cosas tan lejos.

- - Hace algunas semanas... - -

— Puedes seguir soñando si quieres, pero te lo aseguro Shikadai Nara... —ambos estaban en una tienda de abarrotes acompañando a Chouchou para que comprara más papas fritas, sus municiones se habían agotado y había insistido en ir— ...jamás te voltearía a ver aunque fueras el último hombre en el planeta.

Fue lo que ella le dijo cruzando los brazos mientras iba hasta Chouchou que estaba en la caja para pagar.
Inojin soltó una risa burlona al escuchar lo que la pelinegra le había dicho a su amigo delante de quien quiera que hubiera esta cerca.

Shikadai sonrió como si estuviera orgulloso, y vaya que lo estaba con el plan en mente que tenía pensado llevar a cabo al pie de la letra con fidelidad.

— Ya veremos si es verdad... —comentó casi al aire.

Sarada volteo a verlo y notó esa extraña sonrisa, alzó la ceja y volteo la cara tratando de ignorarlo.

- - - -
Lunes

Si alguien le hubiera advertido que desde ese día en la tienda, él iba a iniciar con esa pesadilla, posiblemente ese mismo día hubiera hecho maletas y huido del país del fuego hacia un lugar donde Shikadai jamás pudiera encontrarla.

— Aquí estas —la voz de Shikadai la hizo dar un salto del susto.

No, era imposible, no importaba dónde se escondiera, él parecía encontrarla con facilidad.

Se comenzaba a preguntar seriamente si le habían colocado un chip para localizarla con un radar, o quizás había obligado a Inojin a saquear el equipo de monitoreo de Konoha.

Cualquier idea descabellada comenzaba a tener cordura en ese momento de desesperación.

— ¿Cómo es que consigues encontrarme siempre? —se preguntó más espantada que sorprendida.

Tomó su libro y salió de los vestidores de chicos de la academia. El baño era de hombres y ya ni siquiera iban a la academia, pensó que ahí jamás la encontraría.
Bueno, la encontró.

— El poder del amor

Intentó correr cuando Shikadai la rodeo de los hombros con su brazo.

— ¿Aún no terminas ese libro? —Shikadai lo tomó— ¿Quieres que lo lea para ti?

— Aléjate de mí ¡Loco!

Sarada le arrebató el libro, lo empujó y corrió hacia cualquier dirección que la sacara de esa vista verdosa acuosa que parecía encontrarla como ciervo entre cuervos.

Los pasillos estaban llenos de los jovenes de la academia, Sarada rebasaba a todos por varias decenas de centímetros, sería fácil ubicarla.
Pero sabía que la mayoría de los salones de clases estarían desocupados a esa hora.

Llegó a la puerta del salón más cercano y pegó el grito en el cielo al ver a alguien sentado sobre el escritorio del profesor balanceando los pies.

— ¿Por qué corres? —preguntó Shikadai "inocente".