EMOCIONES || ShikaSara

Dulzura

Muy cortito, pero aquí tienen con mucho amor :)

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Supo bien lo que quería, esa mirada la conocía desde hace años atrás. Era igual a la mirada que su madre le arrojaba a su padre cuando este se iba de viaje y era la despedida a la puerta de la aldea.

De alguna forma la situación era parecida.

Shikadai la veía fijamente con sus ojos verdes brillando a plena luz del día, tenía una pequeña sonrisa que lo hacía ver como un niño pequeño esperando algún caramelo, y sus mejillas con un casi imperceptible color rosa.

— A-ah... —Sarada volteó a mirar disimuladamente hacia alrededor, sus alumnos estaban ahí esperando que la misión empezara— ¿Estarás bien sin mí estos días?

Shikadai asintió sin emitir alguna palabra.

Él era más alto que ella, por lo que se inclinó hacia su rostro para dejar más en claro lo que quería. No le importaba demasiado los demás ni lo que opinaran, quizás por eso no le molestaba que algunos genin estuvieran observando la escena incrédulos de que su terrorífica sensei tuviera novio.

— Nos vemos en tres días

— ¿No vas a despedirte? —preguntó Shikadai antes de que Sarada pudiera huir.

— Ah, ¿Adiós? —respondió dudosa de que funcionara.

Shikadai negó y se acercó más a su rostro.

— Si no voy a besarte estos tres días, al menos quiero uno de despedida

Los genin abrieron los ojos sorprendidos.

"Sarada-sensei seguramente va a mandar a volar de un golpe a ese-..."

Las mandíbulas cayeron al suelo cuando sus ojos vieron lo que vieron.

Sarada tomó una de las mejillas de Shikadai, se inclinó de puntillas hasta él y unió fugazmente sus labios.

— Ya me voy —dijo tan pronto como sus talones volvieron a tocar el suelo para dar media vuelta y caminar fuera de la aldea sujetando la correa de su maleta de hombro.

Shikadai sonrió victorioso.
No había sido pasional, largo, ni tampoco incontenible, pero era más de lo que pudiera pedir.

Sabía que era lo único que podía obtener de ella estando en público.

Era dulce que Sarada se esforzara por tratar de complacer las muestras de afecto que él le pedía, cuando claramente ella no estaba acostumbrada a tenerlas en público.

Eso era lo que conocía del único ejemplo de amor que tenía en su vida, el de sus padres.

— ¿Qué fue eso?

— ¡Fue tan tierno!

— Fue terrorífico

— ¡Ustedes tres! —gritó Sarada hacia sus tres alumnos quienes se habían quedado estáticos en la entrada de la aldea— vengan aquí o se nos hará tarde, ¡Y ni una palabra de lo que vieron!

Shikadai vió como los tres genin corrían detrás de Sarada espantados de hacerla enfadar.

Su novia era dulce, a su manera.