La lluvia era tan fuerte que Sarada podía sentir el peso de las gotas chocando contra su cara mientras corría sin parar por la aldea.
Era de noche, estaba lloviendo y tenía frío, las posibilidades de que por la mañana estuviera resfriada eran altas, pero no podía importarle menos.
Corría y corría, escuchaba como sus pies caían en los charcos de agua que se habían formado por la calle y el sonido de los truenos la espantaban, pero no la detenían.
Maldecía el hecho de que Konoha ahora fuera tan grande y no pudiera llegar a su casa tan pronto como quisiera.
Las lágrimas caían de sus ojos y corrían por sus mejillas sin que ella pudiera controlarlo, aunque tampoco lo intentaría, su garganta ardía y le dolía por el gran llanto que soltaba.
Jamás se había sentido así, jamas pensó vivir lo que ahora vivía.
La persona que más amaba la había traicionado.Su cabeza le dolía, incluso sentía como le palpitaba, estaba mareada y sentía que en cualquier minuto caería al suelo.
Por todo lo que sentía en su corazón roto sus fuerzas se iban y sus piernas comenzaban a fallarle.
Cuando estaba a punto de rendirse y desplomarse en el suelo, sintió como la jalaban de su brazo y la obligaban a voltear, encontrándose con la persona que menos quería ver en ese momento.— ¡Sarada! —Shikadai la sujetó fuerte del brazo, no quería lastimarla, pero tampoco quería que siguiera alejándose. El nombre de la chica salió con desesperación de su boca.
Por primera vez en su vida, Shikadai no tenía ni idea de que era lo que debía hacer, su mente había caído en un vacío blanco que parecía infinito cuando vio a Sarada sobre el marco de la puerta de su habitación, encontrandolo en una situación de la cual ahora se sentía totalmente arrepentido.
— Te suplico que me escuches... —la desesperación seguía en la voz de Shikadai, pero ahora el llanto amenazaba con salir de él, lo cual obligaba a su voz a colgar de un hilo. Sentía el nudo atorado en su garganta y sus ojos ardían pues las lágrimas ya se habían apoderado de ellos.
— No, no te escucharé, no tienes nada bueno que decirme —Sarada sentía como su garganta se quemaba con cada palabra que salía de su boca.
Estaba destrozada y en ese momento nada podía arreglarla o hacerla sentir mejor. Justo como ahora estaba su relación.
Se suponía que ella estaba en una misión pero se había desocupado antes de lo previsto, planeó ir a darle una sorpresa a su novio pero fue ella quien acabó sorprendida. Al entrar en aquella habitación había encontrado a Shikadai y a otra chica en medio del acto.
— Sarada porfavor perdoname, te juro que no sé en que estaba pensando, yo de verdad te amo... —Shikadai sabía que sus palabras eran en vano, ni siquiera él podía perdonarse, pero en serio no quería perderla. Había sido un idiota y ni él podía reconocerse.
¿Cómo había podido hacerle eso?
— ¡¿Estás loco?! ¡¿Me engañaste y pides que te perdone?! —la respiración se cortaba en Sarada pero no la detuvo para gritar, ahora ya no solo estaba destruida, ahora estaba también furiosa. Luchaba contra el agarre de Shikadai pero este se aferraba a ella, incluso comenzaba a lastimar su brazo lo cual la hacía desesperar más— ¡Espero que te jodas y te pudras! ¡Ojalá esa mujer te pegue algo y te mueras para que te puedas ir al maldito infierno!
Las palabras salían como balas de la boca de Sarada, su defensa siempre habían sido las palabras hirientes y los insultos, sin embargo, esta vez no estaban funcionando.
Una parte de ella aún lo amaba y se destruiría si se cumpliera lo que decía, pero esa parte de ella estaba agonizando y de orillas a la muerte.¿Cómo había pasado? ¿Qué lo había orillado a hacer lo que hizo? ¿Acaso ella tenía algo que ver? ¿Ya no la amaba como decía o en realidad jamas lo hizo?
Ella lo había amado con cada parte de su ser, ahora sentía como un mar dentro de ella comenzaba a ahogarla y por más que intentaba salir a la superficie más se hundía.
— ¡Sarada, por favor...! —sus súplicas eran inútiles pero salían sin autorización de sus labios.
— ¡Eres un idiota! ¡Ojalá nunca me hubiera enamorado de ti! —los gritos no dejaban de salir de Sarada, las palabras lastimaban sin piedad a Shikadai, aunque él estaba consciente de que él no estaba ni la mitad de lastimado a comparación de ella, podía sentir su dolor en sus gritos que parecía desgarrar su garganta por el odio que soltaba.
Los movimientos de Sarada eran cada vez más bruscos por lo que el agarre de Shikadai no duró mucho, él pensó que ella se iría tan pronto y fuera liberada pero, para la sorpresa de él, ella se quedo ahí.
Shikadai comenzó a recibir golpes en su pecho y empujones por parte de Sarada que, de alguna forma, estaba intentando desahogar todo lo que sentía.
— ¡Eres un imbécil! ¡Estaba tan enamorada de ti y dispuesta a hacer cualquier cosa por ti! ¡¿Así es cómo me pagas?! —los gritos seguían y parecían no acabar.
Shikadai solo se resignaba a recibir los golpes sintiendo que lo merecía, ponía todo su esfuerzo en no llorar aunque las comisuras de sus labios dolían de lo mucho que estaba aguantando.
Una fuerte cachetada que hizo arder su mejilla lo hizo quedar en shock.
— ¡TE ODIO! —gritó Sarada con todas las fuerzas que quedaban en ella.
Las gotas de lágrimas saladas por fin comenzaron a rodar por las mejillas de Shikadai al ver como Sarada se desplomó hasta caer al suelo comenzando a llorar en medio de gritos.
Lo había arruinado todo.
Sarada estaba delante de él, estaba a centímetros de distancia, sin embargo ya la había perdido por completo.
Jamás podría estar verdaderamente con ella otra vez.
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EMOCIONES || ShikaSara
FanfictionLas emociones componen nuestra alma, sin ellas seríamos cuerpos de carne sin algún tipo de sensibilidad emocional. En una relación tenemos como base principal las emociones y sentimientos, ya que estos son los que unen a las personas. En una relació...