Levantó la vista aceptando por completo que su atención estaba alejada del tablero frente a él.
Siempre que la veía se envolvía en un sin fin de emociones y sensaciones que terminaban por noquear su uso de razón.
A lo largo de su vida las mujeres habían sido más que un fastidio, pero de repente una seductora mujer hizo que cambiara su perspectiva de ellas.
— ¿No vas a mover? —dijo levantando ella igual la cabeza, ambas miradas se observaron.
Sonrió casi como si la retara, ella se veía tan relajada mientras que él sentía que aumentaba la taquicardia en su corazón, eso lo atraía como si se presentara a un reto.
— Pienso en una estrategia —respondió sin apartarle la mirada— ¿acaso tú mueves tus fichas sin antes pensar?
— Me conoces lo suficiente para saber que no
Era verdad, esos últimos años se habían acercado más de lo que antes eran, ahora compartían más tiempos juntos justo como en ese momento.
La había estudiado noche y día, era el único camino que podía tomar cuando a toda hora se encontraba en su mente. Descubrió mil cosas sobre ella, y cada una de esas cosas hacía que se dibujara una sonrisa en sus labios, labios que deseaban cada vez más probar los rosados y delgados labios ajenos de la única dueña de sus ilusiones.
Su lectura había mejorado notablemente, normalmente la veía cargando un libro en mano así que se las arreglaba para buscar los libros que buscaba o que ella leía simplemente para tener algo más en común.
Pasó horas durante la noche mirando las estrellas buscando constelaciones solo para poder mostrárselas, ademas de todo el tiempo que pasó leyendo libros de astronomía para poder hablar de eso con ella, todo solo porque en una de las sesiones de té que Temari organizaba en su casa había alcanzado a escuchar que la señora Sakura, madre de Sarada, había comentado vagamente que a ella le encantaban las estrellas.
Sus tíos le habían traído una crema para quemaduras desde Suna ya su nula capacidad para la cocina hizo que se quemara cuando intentó prender el horno, pero todo eso quedó en segundo plano cuando Sarada alagó el pan de té negro que él le había preparado alegando que simplemente había encontrado esa receta y quiso probarlo, quien sabe que hubiera hecho si ella se enterara que él había pasado todo un día entero buscando esa receta entre los recetarios de su abuela, fue inevitable no hacerlo cuando escuchó de la boca de Chouchou que ese era el sabor favorito de la pelinegra.
¿Saben algo sobre el sharingan? Ahora Shikadai sabía mucho sobre ese tema, algo esperado después de estudiarlo exhaustivamente en la biblioteca, pero lo que más podía asegurar de eso era que el rojo carmín que pigmentaban los ojos negros de Sarada Uchiha eran el color más adictivo que jamás en su vida se toparía.
Ahora entendía el desespero de Romeo por su Julieta, porque él mismo acaba de encontrar a su propia mujer.
Novela que había leído solo porque vio su título entre lo libros que Sarada cargaba un día que la vio pasar, por su puesto, ahora toda su vida rondaba al rededor de ella.Sus dedos movieron su ficha, ahora era el turno de ella.
— Eres muy listo Shikadai Nara —confesó mirando el tablero sonriendo pero mordiendo un poco su labio inferior al verse atrapada en el juego.
Jugar shoggi con él era una derrota segura, pero todas las veces que se lo pedía estaba ahí para perder la partida, era como si no pudiera negarse a las peticiones que salían con su voz.
— Puede ser, aunque a veces me siento como un tonto—confesó recargándose en su brazos e inclinando su cuerpo hacia atrás.
¿Cómo no iba a sentirse como un tonto? era absurdo todo lo que estaba haciendo por su simple atención, solo para escuchar su voz dirigirse hacia él o simplemente para que le sonriera por un día.
Pasó de descifrar cada acertijo que se le cruzaba por delante a no entender ni una maldita cosa que le hacia sentir.
¿Por qué no dejaba de pensarla?
¿Por qué el tiempo se detenía cuando ella estaba cerca?
¿Desde cuando pensar en el amor era pensar en Sarada Uchiha?
— Todos nos sentíamos así de alguna forma —respondió comenzando a jugar inconscientemente con su cabello.
Shikadai se preguntaba si él era el único en sentirse así por ella.
— ¿Tú igual te sientes así? —se atrevió a preguntar.
— Me rindo —Sarada se levantó de la banca del parque donde estaban sentados— es imposible, me tienes entre la espada y la pared
La noche ya había llegado y la mayoría del parque ya se habían ido.
— No eres un tonto Shikadai, eres un genio —aseguró con confianza.
¿No era un tonto? Sí lo era.
Sus ojos negros tan preciados se equivocaron.
Arrodillarse ante el único anhelo de su adoración no era algo inteligente.
Perderse por la primera mujer que ha rondado por su mente también lo era.— Y porqué eres un genio me gustaría que me acompañaras con una misión que tengo pendiente, necesito a un estratega nato como tú —le pidió sonriendo— ¿podrías?
— Sabes que sí —jamás se negaría, podría pedirle llevarle el cielo o el infierno a sus pies y él lo haría contento de hacerlo.
— Gracias, Dai —se acercó para despedirse y agradecerle con un beso en la mejilla, pero algo la detuvo y la hizo quedarse con solo la intención— nos vemos luego...
Dio media vuelta y se perdió entre las calles de Konoha.
Shikadai se quedó en silencio. Ahora solo le quedaba esperar para volverla a ver, era lo único que su adoración sabía hacer.
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EMOCIONES || ShikaSara
FanfictionLas emociones componen nuestra alma, sin ellas seríamos cuerpos de carne sin algún tipo de sensibilidad emocional. En una relación tenemos como base principal las emociones y sentimientos, ya que estos son los que unen a las personas. En una relació...