Capítulo: 8

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Estaba oscuro, era un callejón común, como cualquier otro el olor que desprendía era de humedad pura, contenedores de basura en cada parte del camino, y algunos faroles incluso algunos medio aberiados iluminando el camino.

Ambos estaban caminando con un semblante serio, atentos por si algún bandido aparecía a atacarlos.

Llegaron al final del callejón, había una puerta metálica oscura, no había ningún farol iluminando esa zona, por lo tanto la puerta era casi invisible.

—¿Qué hacemos ahora? Pregunta Adison inspeccionando el lugar con su mirada.
—Esperar— Responde Sam tocando el timbre en medio de la puerta de metal, tardaron unos minutos en responder, cuando de pronto un hombre de alrededor de 35 años salió a recibirlos, llevaba una navaja abanico en su mano derecha y una pañoleta violeta cubriendo la mayoria de su rostro.

—Hola, ¿nos dejas pasar? Pregunta James sonando seguro de sus palabras, apesar de qué era su amigo, sentía miedo, miedo de que lo apuñarala con esa filosa navaja.

—¿Quién es ella James? Pregunta serio el contrario —Es alguien que necesita su ayuda— Respondió con media sonrisa mirando a Adison quien no dejaba de posar su mirada en los ojos del hombre misterioso, no confiaba, pero tampoco desconfiaba a la vez, era confuso.

—El hombre en frente alzó una ceja en señal de confusión, pero conocía a James, no estaría hablando en broma con gente tan seria como lo eran los "Sureños" asique después de meditarlo un poco, cedió el paso a ambos jóvenes para que pudieran ingresar a la guardia.

Al igual que afuera en el callejón, aunque con pequeños focos de luz tenue, el lugar se sentía húmedo y fresco, el espacio del pasillo era amplio.

A medida que iban a avanzando era más luminoso el lugar hasta llegar a un gran salón con una mesa de hierro en el medio y armarios y puertas por las paredes, aquella habitación daba una mala sensación y se sentía muy vacío y escalofriante.

Por una de las puertas salió un hombre de unos 37 años de edad, cabellera oscura y con muy pocas canas por su cabeza, vestía casual, unos jeans negros con un cinturón de cuero del mismo color, y una camisa blanca con dos botones sin prender, llevaba un arma en su mano izquierda, dos anillos y un reloj en su mano derecha. Su semblante era serio, pero unos minutos después de haber mirado fijamente a James comenzo a reír, de una manera poco hostil diría Adison.

—¡Pensé que no nos visitarías! Exclama el hombre ahora fijándose en la joven quien lo miraba fijamente, —Y que tenemos aquí, dime  ¿quién es ella James? Sabes que tienes prohibido traer gente aquí— Dice volviendo a su forma seria

—Eh, disculpa si, ella
—¡Adison!— Lo interrumpe la pelinegra
—Me llamo Adison —¿Y tú apellido? Pregunta el mafioso
—Collins

Se quedaron un momento en silencio hasta que el hombre dejó su arma en la mesa.

—El Manda más— Se presenta extendiendo su mano derecha para saludarla

—¿Qué hace una joven tan bonita en un lugar como este? Pregunta bajando un poco la guardia, eso hizo que Adison se extrañara un poco "¿Qué estaba pasando y que estará por pasar?"
—Iré al punto, ¡quiero unirme a ustedes!— Exclama Adison haciéndose notar decidida sin embargo pudo oír la risa del Manda más no muy convincente

—No creo poder aceptaré aquí niña, mejor vuelve a tu casa
—¡No! Debo hacerlo
—Ve a tu casa, ve a estudiar, sal con tu novio, amigos pero no aquí, no es lugar para ti— Dijo dandose la vuelta dispuesto a irse de aquella habitación pero de nuevo la voz de Adie lo detuvo.
—Maurizio Mancinelli mató a mi padre, y quiero venganza. Dice desesperada viendo como El Manda más vuelve a quedar frente a ella
—¿Tu padre? ¿Quién?
—Eduard Collins— Responde Adison con una pequeña lagrima deslizando por su mejilla izquierda —Sé que están contra Strada, y puedo ayudarlos, solo déjeme unirme.

El Manda más pensó, recordaba a la niña claro que la recordaba, pero no lo revelaría hasta que ella se diera cuenta ~¿Qué relación tenía? ¿De dónde la conocía?~

2008  "New Zelanda"

Iba caminando por un pasillo amplio e iluminado con luz tenue, dos de sus escoltas de confianza al lado de el y algunos hombres de "Sureños" vigilando cada movimiento que haga el Señor Collins y sus guardias.

Llegaron al despacho del Manda más quien estaba esperándolo mientras fumaba un habano.

—¡Pueden retirarse! Ordena el Manda más a sus guardias, todos haciéndole caso inmediatamente menos los dos escoltas del contrario —¡Ustedes también!— Exclama también el Sr Collins haciendo que sus guardias se echaran una mirada extrañada, para luego salir del despacho.

—¿Para que querías venir Eduard? Pregunta El Manda más sentándose en su silla frente al escritorio —Ya lo sabes, "Strada" me tiene en la mira— Responde Eduard algo preocupado
—Así es, y jamás te eh visto así— Dice El Manda más, serenamente. —Ya hemos peleado mucho contra ellos, y nadie gana hasta ahora, y no busco pelea en estos momentos, ¿Qué quieres?
—No quiero que me protejas de nada a mi ni que menos me ayudes a combatirlos, no soy mafioso y lo sabes, yo...

—¿Es por Adison verdad?— Lo interrumpe El Manda más, no oyó respuesta más bien un leve asentimiento con la cabeza y una mirada de angustia, era lo suficientemente para darse cuenta que estaba en lo cierto, y que su viejo amigo lo necesitaba.

—Nosotros, no hacemos tratos con ningún estadounidense, no estamos de lado de Estados Unidos ni de Italia, pero tu, tu eras el único que, nos dio el hombro inesperadamente, y por eso— Hizo una pausa antes de continuar— —¿Que necesitas? Mi mafia y yo te debemos mucho
—¿Qué dices? No, no me debes nada
—¡Si! Nos debes más de lo que crees— Asegura El Manda más —Íbamos a perder todo, algunos de mis hombres serían ejecutados, incluyéndome, otros condenados a cadena perpetua. Todas nuestras riquezas, armas, terrenos, campos comestibles, serían confiscados por el FBI, ¿nuestras familias quién sabe qué les sucederia?

Se quedaron un rato en silencio.

Tristeza, remordimiento y esperanza podía sentirse en el ambiente, Uno de ellos con un final y el otro con un extraño comienzo, como otra oportunidad de poder ayudar a alguien que se volvió cómplice inesperado de una mafia poderosa.

—¡Protege a mi hija, cueste lo que te cueste! Pide Eduard con los ojos frillosos ahora con una fina lagrima recorriendo su mejilla derecha.

El Manda más, se acercó a Eduard y lo tomó de los hombros mirándolo fijamente, para luego darle un abrazo algo tosco siendo correspondido por el contrario.

—¡La protejere, no lo dudes! Juro El Manda más palmando el hombro izquierdo de Eduard.

Ambos con promesas, una cumplida y otra por cumplir, aunque era inevitable pensar en el futuro, es inevitable pensar que algo malo pasará.

Actualidad

—Tienes que prometer, que nadie más aparte de James sabrá de esto— Condicionó El Manda más
Todos miraron extrañados, otros sorprendidos, porque claramente todos allí sabían de Adison Collins y sabían de la promesa hecha por el Manda más al Sr. Collins.

Adison dejó ver una media sonrisa, lo logró, sabía que dio al blanco con éxito.

Ahora no había vuelta atrás para nadie.












𝐒𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora