Jordan Miller, no creía que la vida era un infierno, pero todo comenzó cuando aquella noche cometió el maldito error de aceptar aquel llamativo pero nebuloso trabajo.
Adison Collins no descansará hasta destruir a Maurizio Mancinelli.
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Sus 2 maletas recién hechas, una llena de ropa y otra de quien sabe que chuchería femenina, quería tener todo listo y bien organizado, todas sus cosas preparadas, las llevaría en lo que llamaría su nuevo "hogar"
Salió del apartamento, un auto negro esperaba por ella.
Como toda una dama, le abrieron la puerta encontrándose con el Manda más, el mismo fue a buscarla en persona, llevaba una mirada algo coqueta. Vamos, estaba dentro de una mafia ahora, pero no por eso bajaría la guardia, no dejaría que se provechen de ella.
Llegaron a una mansión, se veía muy elegante y bastante grande, le sorprendió el hecho de que ese lugar se viera tan limpio, era como un palacio de la realeza. Uno de los escoltas la guió a su habitación, quedando fascinada por su nuevo alojamiento, era un cuarto grande y elegante, digno de la dama que era, le dieron la llave de la puerta y se encerró en esa bella habitación.
—¡Genial! Exclamó observando cada detalle.
La cama era enorme, pensando que tan cómoda sería rápidamente se acercó arrojandose sobre ella. Si, definitivamente era cómoda, no podía creer que estando dentro de una mafia tendria un cuarto así, siempre pensó que dormiría en una pequeña habitación oscura y llena de humedad.
Se acerco al armario abriendo las puertas, había ropa, aunque no era de su estilo, si, eran oscuras como a ella le gustaba pero se venían simples y otras muy extravagantes, tiro todas las prendas al suelo colocando las de ella en su lugar.
Fue al baño y se entro a duchar, menos mal habia cerrado la puerta con llave, no podia confiar en ningún hombre de esa mafia por el momento, ya que hasta ahora no vio ninguna otra mujer siendo parte de la organización.
Vistiéndo sencillamente, unos jeans negros y rasgados hacia las rodillas, unos converse y camisa blanca, era sencillo pero le gustaba, sus gustos no iban más allá de una falda, jeans holgaldos o rasgados, converse, camisetas holgadas o camisillas, todos de colores oscuros y algunos accesorios góticos, Cool.
Salió de su habitación volviéndose a encontrar con el Manda más, y antes de que le dijera algo, decidió hablar primero.
—Whisper, será mi nombre falso— Dijo, con las manos juntas y hacia adelante se acercó un poco más a él. —¡Excelente! Exclama el Manda más, sonriéndole de lado, ahora guiandola para recorrer y morstrarle cada lugar de la mansión, que era enorme, aproximadamente 4 manzanas.
Todos ya sabían de la nueva integrante de los sureños, "la nueva integrante especial" Mejor dicho, podrían pensar que por ser una chica bonita y joven, pero va más allá de eso.
2000 New Zelanda
Eduard Collins, era dueño de una muebleria bastante reconocida.
La muebleria Collins era una gran empresa, no solo se encargaban de vender y transportar, están también los encargados de construir, sillas, mesas, armarios, estantes, todos de madera de buena calidad, madera de nogal americano, ébano, caoba, roble, fresno, cerezo o castaño. Era realmente una buen inversión.
Era una noche tranquila, Eduard Collins estaba en su cama durmiendo con su esposa, y su pequeña hija en la habitación de a lado. Un extraño ruido proveniente de la puerta principal hizo que Eduard se despertara, alarmando también a su esposa.
—No te preocupes, vuelve a dormir yo veré que sucede— Dijo el Sr Collins levantándose rápidamente. —Ten cuidado cariño— Advirtió su esposa volviéndose a la cama cerrando los ojos un tanto preocupada.
Salió de su habitación llendo al living sigilosamente, a un costado de la pared había una cubeta con paraguas dentro, decidió tomar una y usarla como especie de arma.
Al instante se encontró con un hombre de aproximadamente 1.80, tez morena y sudada, llevaba un arma, y con la pierna ensangrentada caminó a paso lento hacía el.
Era un mexicano, un mafioso, herido y en su casa, Eduard lo había visto, y no sabía que hacer, quizo llamar a la policía pero el hombre herido frente a él, se acerco un poco más rápido callendo al suelo por el dolor punzante en su pierna izquierda.
—N-no, no huya— Pidió el Manda más con algo de dificultad, no podía hablar, estaba cansado y adolorido.
Eduard, como todo hombre bueno que era, se dispuso a ayudar, aunque también por el hecho de que aquel hombre tuviese un arma en la mano y pudiese matarlo con cualquier movimiento que lo alertara a dispararlo, lo sentó en el sofá y le trajo un vaso de agua, rápidamente fue hacia la ventana controlando que no hubiera nadie rodeandolos.
No podía llamar a la policía, ni a un doctor o enfermero particular, asique decidió ayudar al hombre con su herida el mismo, sacó un botiquín de primeros auxilios de un armario y cargó en un boul agua fría.
Sacó agua oxigenada, gasa y pinzas para ahora si sacar la bala clavada en la pierna lastimada.
Minutos después, ya estaba bien con la pierna desinfectada y vendada, armandose una tensión entre los dos, más en Eduard quien no se podía imaginar que seguia ahora.
El Manda más estaba serio, sabía que el hombre a su lado tenía miedo, y la verdad es que no quería dar una impresión de hostilidad en ese momento, dejó su arma a un costado suyo y se volteo un poco hacia su acompañante.
—¡Gracias!— Dijo el moreno mirando hacia abajo —No era mi intención entrar a tu casa, pero no tuve opción— Explico ahora mirándolo a los ojos —No s-se preocupe, pero ¿Cómo entró? Preguntó extrañado, ya que la casa tenía alta tecnología en seguridad. —Eso no importa— Respondió —¿Y usted, porqué me ayudo? Cualquiera llamaría a la policía. —Bueno, prácticamente pensaba que me iba a matar si no lo ayudaba, ahora mireme, hablando con un mafioso— Dijo con sarcasmo.
—¿Por qué crees que soy mafioso? —Pues... Parece uno, y cual....
De pronto se oyó un llanto de bebé, asustando al Manda más.
—¡Descuide, es solo mi hija! Dice el Sr Collins levantándose de su asiento con ambas manos arriba, El Manda más bajo la guardia viendo como la esposa del empresario lo miraba asustada.
—Tranquila, no nos hará daño— Asegura Eduard a su esposa, pidiéndole que llevará a la bebé de nuevo al cuarto, y que no saliera hasta que el le avisara.
El Manda más bajo la mirada, viendo a un costado al señor Collins volviendo a su asiento, estaban en un incómodo silencio. Luego de unos pocos minutos, cuando ya no se oigan sirenas de policías, el mafioso se levantó del sofá yendo con dificultad hacia la puerta.
Eduard no quizo detenerlo, antes de que el Manda más abriera la puerta volteó su mirada hacia el empresario, y con un "Gracia Eduard Collins" se retiró de la casa.
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¡Gracias por leer Strada!
No imaginaba que este capítulo fuera así, ayer estaba perfeccionandolo y sin querer borre la mitad del capítulo :'( Quería Lloraaar.... Así que espero que les haya gustado este cap, trate de escribir similar al primer borrador. Para más información acerca de la historia pueden seguirme en Instagram como "arid_jung" Besos :3