¿A dónde deberíamos estar?

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"—A ver, dame a mí.

—Pero todavía no terminé.

—No lo estás haciendo bien.

—¿Perdón? ¿Quién es el fotógrafo? —ella se ríe y él aprovecha a congelar ese segundo en una nueva fotografía cenital. Después baja el cuerpo hasta que las rodillas se hundan en el colchón, de cada lado de las piernas desnudas de ella—. Éste también es un buen plano —y ajusta el zoom enfocándose en su cara.

—Sobre todo por mi papada —le cubre el lente con una mano, así que en esa foto solo se verá su palma. Ingeniosamente le quita la cámara y con un rápido envión se levanta quedando sentada frente a él—. No tengo que tener un título para saber usarla —acota con un ego elevado. Él se muerde el labio y se asoma a ver los botones que está tocando.

—Ahí me la desconfiguraste —le avisa, pero ella se vuelve a reír. Eleva la cámara para encuadrarlo a él y observarlo a través del lente. Él no hace más que esbozar una sonrisa pequeñísima, pero sensual para cualquiera que esté compartiendo la cama a su lado en ropa interior. Así que después de capturarlo, ella mira la pantalla por segundos indeterminados—. No era necesario tanto zoom y tendrías que haberle bajado el ISO —él le recomienda cuando vuelve a asomarse para mirar lo logrado.

—Qué tipo lindo sos —confiesa al rato, cuando pudo salir del trance.

—No, no creo.

—Sí, yo creo que sí.

—Bueno, hago lo que puedo —comenta riéndose de sí mismo y ella se muerde la lengua al sonreír. Lo quiere tanto que su cuerpo no sabe cómo más expresarlo."

—Muchas gracias, Mariana —el periodista apaga la grabadora luego de obtener todas las respuestas que quería y ella le sonríe desde el sillón de tres cuerpos con las piernas cruzadas y abrazada a un almohadón.

—Espero que les sea suficiente.

—Si, por supuesto. Lo mío está hecho así que te dejo tranquila para la sesión de fotos —dice levantándose de la banqueta. Automáticamente, ella desvía la vista hacia él que le da indicaciones a sus colaboradores respecto a la ubicación de las luces en el set—. Que termines bien el día.

—Ojalá —esboza y estira el cuello para saludarlo con un beso cuando éste se acerca—. ¿Ya podemos empezar? Estoy apurada —le dice, pero él no se da por aludido—. Ey, Peter... —y recién ahí se voltea.

—¿Me hablabas?

—¿Hay alguien más?

—Sí, ya podés ubicarte —le indica regresando la vista a la computadora para ultimar detalles. Ella desprende una efímera sonrisa y se limpia las manos en la falda cuando se levanta.

—Me escuchaste, entonces —murmura cuando pasa por su lado. Él exhala y cierra los ojos durante tres segundos en los que deseó que la oscuridad se haga eterna. Pero cuando vuelve a abrirlos, ella ya está parada por delante de las pantallas blancas. A través del lente, la ve moverse intentando encontrar la posición ideal para arrancar.

—Correte dos pasos para atrás —le indica y ella obedece. Una colega se le acerca para indicarle algo en la pantalla y él le da la razón—. Un paso más para atrás, por favor. Ahí está bien, la luz es mejor. ¿Empezamos?

—Es lo que estoy esperando.

—Okey —entonces se levanta con la cámara colgada al cuello—. Primero empezamos con las fotos para la revista y después seguimos con las formales para el libro —le explica y ella sonríe con una malicia que él reconoce—. ¿Qué?

HISTORIAS MINIMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora