«Me fui tan lejos buscándome y estaba en casa lo que soñé»
El avión aterriza en Aeroparque a las siete y media de la tarde. Lali se despierta cuando Marina la mueve del hombro. Tarda un poco en ubicarse en tiempo y espacio, y recién se da cuenta que está otra vez en su tierra cuando ve la pista a través de la ventanilla. Guarda los headphones y espera a que Juanma le alcance el bolso de mano. Esperan a que la mayoría de la gente avance en la salida y después se despide amable de las azafatas. Antes de bajar, una le pide una foto. Lali acepta y, mientras espera a que abra la cámara de su celular, le cuenta que si no se lo pidió antes fue por vergüenza. Mientras esperan las valijas, chequea la hora en el reloj del teléfono y también lee los mensajes de sus bailarinas que todavía le faltan dos horas para volver a arribar en Buenos Aires. Se impacienta un poco cuando su valija no aparece, no porque piense que le hayan robado, sino porque no quiere llegar tarde. En su movimiento de pies encuentra un ritmo que Juanma le imita casi convirtiéndolo en una coreografía que la hace reír. A medida que avanzan hacia la salida, distingue a un grupo de fanáticas que vaya a saber cómo se enteraron que hoy regresaba si no había avisado y, encima, había adelantado el vuelo. Son seis o siete con las que se queda conversando pocos minutos. Se saca un par de fotos, filma un saludo de cumpleaños y después se toma el tiempo para escuchar la historia de una que hizo la gira casi a la par de ella. Primero le dijo que estaba loca y después le pidió que reparta un poco de dinero para las demás del grupo.
Carlos la espera con el auto y ella se despide de Juanma y Marina con abrazos cortos. Su padre le carga la valija en el baúl y durante el trayecto le cuenta brevemente cómo estuvieron los shows en la gira Europea. Vuelve a mirar el reloj y le pide el favor de que la alcance hasta el centro de la Ciudad porque no va a hacer a tiempo a pasar por casa. Carlos obedece y en menos de cuarenta minutos están en la puerta del Teatro Cervantes. Hace tiempo hasta que las pocas personas que todavía deambulan en la entrada, ingresan. Pasaron cinco minutos del inicio y dos chicas entran corriendo de la mano porque saben que están llegando tarde. Después de que ellas muestran los tickets, Lali se despide de Carlos con un medio abrazo, un beso sentido y baja del auto.
Saluda a los empleados del teatro que le responden animados. Uno está abriendo la puerta de la platea cuando ella le aclara que en realidad quiere ir a los camarines. La acompañan hasta una puerta y después escucha atenta las indicaciones sobre el orden de los pasillos que debe cruzar. La obra comienza y el público hace silencio. Ella presiona los labios y camina despacio, como si sintiera que está molestando. Una vestuarista la encuentra y saluda porque han coincidido en trabajos anteriores. Después la lleva hasta detrás de bambalinas y le presta una banqueta para poder ver la obra desde atrás. Ve los cuerpos de los actores con otra perspectiva, pero igual se hipnotiza con los diálogos y las interpretaciones. Hace mucho no hace teatro y es una rama artística que le fascina, pero debido a sus tiempos se le dificulta poder mantenerse con una misma obra durante meses. Además, la propuesta debe atravesarle el cuerpo para poder transmitirlo al público. De la misma manera que le sucede a él en cada escenario que sube.
Antes que la función termine, va al baño. Va para esconderse, no porque quiera hacer pis. Los aplausos se escuchan desde ese cubículo y se retoca un poco el pelo hasta que los escucha mermar. Hay mucho movimiento por los pasillos internos del detrás de escena y varios de ellos la saludan. Capaz nunca trabajaron juntos, pero es Lali. ¿Quién no la saludaría? Una maquilladora le indica cuál es el camarín que está buscando y, después de hallarlo, abre la puerta. Quiere tocar, pero se arrepiente antes de que el puño roce la madera, entonces abre directamente. Primero se asoma y lo ve sacándose la ropa del personaje. Ya cuando pasa medio cuerpo, él la nota a través del espejo.
―¡Ey! ―sonríe con sorpresa. Y ella sonríe con alegría de volver a verlo.
―¿Ya no me estabas esperando? ―cierra y casi que trota hasta él.
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HISTORIAS MINIMAS
De TodoHistorias cortas de un solo capítulo que varían en sus personajes (algunos inventados, otros que pertenecen a historias ya conocidas), en sus tramas y géneros.