10: Black Ball (II)

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"LA APUESTA"

ABBY

Era sencillo. Por mi parte, si ganaba —lo cual iba a ocurrir— él dejaría de llamarme Abigail, pasando a dirigirse a mí como Nadia. Y esperaba que fuera un hombre de palabra, porque si rompía su apuesta me iba a demostrar lo contrario. Apoyo mi cadera contra la mesa del billar, cruzando mis tobillos y mis brazos entre sí. Tom imita mi postura, quedando frente a mi, logrando verse altanero como si me estuviese subestimando. No reparo en la reacción de los presentes porque solo me centro en analizar sus ojos desafiantes.

—Entonces, ¿apostamos? —Cuestiona nuevamente.

—Bien —Acepto, alzando mi barbilla para procurar demostrar mi absoluta seguridad— ¿Qué quieres?

Descruza sus brazos y apoya su peso sobre sus manos a sus costados laterales sobre la mesilla —Si yo gano...

Lo interrumpo —Cosa que no pasará.

Veo como Byron sonríe a mi lado mientras termina de preparar las bolas para una nueva partida. Tom luce pacífico, nada nervioso, cosa que lograba sorprenderme. Parecía seguro de que me ganaría.

—Si es que llego a ganar —Su corrección ocasiona que sonría satisfecha y que él lo haga con diversión—, quiero un beso.

Alzo las cejas, con algo de impresión. Este bastardo acababa de jugar a las luchas con la lengua de Hanna, ¿y ahora quería pasarme la saliva de esa arpía a mi?

Antes de eso me hubiese gustado besarlo, es más, estaba tentada a ello. Pero después de ver esa escena, mis ganas habían disminuido un gran porcentaje al comprobar el juego sucio que estaba practicando. Ya se habían besado antes, más en aquel momento semanas atrás, el odio vencía a mis hormonas alborotadas.

Miro a la rubia, que casualmente está en mi campo de visión detrás del chico con rastas. No creo que haya podido escuchar por la música lo que apostó, pero estaba casi segura de que lo sospechaba por la forma hiriente que nos observaba.

—Tu petición es igual de imposible que tu victoria, ¿lo sabes no? —Le aclaro.

—No pierdo nada con intentarlo, a menos que tengas miedo y termines por acobardarte si el triunfo resulta ser mío —Asume, ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor.

Su suposición me molesta y a la vez me llena de valentía, así que solo asiento con la cabeza y me incorporo para buscar la tiza.

—¿Y tú? —Me pregunta acercándose a mi para poder aplicar también a su taco la tiza.

Las chicas me observan, mientras charlan y comentan algo referente a mí cuando hablan con los chicos también.

—Si yo gano, vas a llamarme por mi nombre.

—Ya lo hago —Aclara, alzando uno de sus hombros en un gesto rápido.

—Nadia, Tom —Le recuerdo, con algo de molestia.

—Mmm —Murmura y hace un gesto pensativo con su rostro antes de responder— De acuerdo.

Y así es como comienza nuestra ronda. Le otorgo, al igual que a Byron, el chance de comenzar. Tom no pone problema, así que en su primera tirada, emboca dos bolas lisas en las troneras. Continúa metiendo otras dos y falla cuando golpea demasiado fuerte una de ellas, logrando que ésta rebote y acabe por quedarse en la mitad del tapiz. Sonrío cuando por fin es mi turno. Utilizando varias estrategias, logro embocar la gran mayoría de las esferas, consiguiendo sonreír con algo de superioridad al chico frente a mí. Fallo una vez, dándole la oportunidad de que continúe. Falla. Es realmente extraño, no sé si es que es muy malo o realmente no sabe jugar.

What is Love | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora