07: Los Dieciocho

4.9K 277 113
                                    


ABBY

La jornada laboral había llegado a su fin. Adelaida, mi jefa, me había estado poniendo al día con algunos cotilleos mientras ordenábamos los discos del pasillo ocho. Le comenté que había firmado ya el contrato para los videoclips, más me había negado a hacer lo mismo con el de la gira. Le informé que todo iba a continuar según lo previsto y continuamos hablando hasta que fue hora de cierre. Me despedí, como lo solía hacer, y recogí las cosas de mi taquilla en lo que ella guardaba unos discos de vinilo nuevos en la vitrina principal de la entrada.

—¿Has sabido algo sobre tu padre?

La pregunta de Adelaida me frena en cuanto salgo del pequeño vestuario detrás del mostrador. Ella ve mi expresión y niega con la cabeza mientras cierra con llave la vitrina.

—No debí preguntarte eso, lo siento —Atropella las palabras y luego veo el arrepentimiento en su rostro.

Mi jefa es una mujer de unos treinta y pocos, esbelta, delgada y con unos ojos color verde esmeralda preciosos. Tiene una hija y su esposo es igual de trabajador que ella. Podría decirse que es a lo que aspiramos muchas mujeres, pero ahí no me incluía yo. Envidiaba de manera sana la familia que había formado y por como de bien le estaban resultando los negocios. Se lo había ganado. Además de admirarla y estar agradecida con ella, pues de una u otra manera, me había salvado de regresa a Colombia gracias a ella.

—No te preocupes —Resto importancia y saco mi cabello de entre la espalda y la chaqueta cuando me coloco ésta para irme— Pero, ¿por qué me preguntas eso?

—Por nada, simple curiosidad —Contesta y me sonríe de manera leve, aunque en su tono de voz no sonaba muy convencida.

Respiro hondo y el escenario se monta por sí mismo en mi cabeza al notar su expresión de terror.

—Ha venido por aquí en las mañanas —Mi frase suena más a afirmación que a interrogante, aunque me aterra saber la respuesta a eso.

—Si... Y hoy también, con más insistencia, aunque le haya repetido y mentido varías veces que ya no trabajas conmigo —Se acerca hasta mí, tomando mis manos en un gesto tranquilizador, aunque sin pretenderlo había comenzado a temblar levemente.

Él seguía buscándome, y no iba a parar hasta conseguir infestar mi vida de nuevo.

—No quiero ocasionarte problemas, Adelaida. Si sigue viniendo a acosarte por mi culpa, quiero que llames a las autoridades —Le aconsejo, aparte de que me jodía la existencia a mí, lo estaba haciendo con mi jefa y eso no lo iba a permitir.

—No estoy preocupada por mí, sino por ti —Expresa, detallando mi rostro que ya se estaba desfigurando por el miedo— ¿Y si se le ocurre comenzar a venir por las tardes y te descubre aquí?

Niego repetidas veces con la cabeza y sonrío intentando tranquilizarla.

—No lo hará, tranquila —Respondo, aunque no con la seguridad que me gustaría— Y sabe que no puede hacer eso por la orden de alejamiento.

—Tienes razón —Recuerda ella, más convencida, y le froto los hombros cuando ella suelta mis manos sutilmente— Te prometo que, si vuelvo a verlo, te lo haré saber al momento y llamaré a la policia.

—Está bien —Concuerdo y respiro hondo cuando me sonríe y se aparta de mí— Y quiero que me prometas una cosa más, por favor.

Ella se gira, esperando mi petición, y abre la puerta para que salgamos.

—Lo que sea.

Apago las luces de la entrada y me aproximo hasta ella con una sonrisa que pretendía ser ladeada, pero termina mostrando lástima.

What is Love | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora