08: Comienza el Juego

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ABBY

El viernes había llegado y con ello la bendita cena. Cena donde tendría que ver a Tom Kaulitz. Tom Kaulitz, a quien le había mandado fotos en lencería y que no me atrevía a mirarlo a la cara. Cara, eso era lo que se me iba a caer al verlo.

Dios, de verdad que las cosas más surrealistas me sucedían a mí.

Había hablado con las chicas sobre lo sucedido con Tom la noche de mi cumpleaños —O bueno, con Skyler, porque las otras dos ya lo descubrieron a la vez que yo — y me dijeron que no me haga problema, que Tom ni siquiera había respondido a mis fotos, pero si visto, con lo cual hubiese quedado peor si las borraba.

Vale, no les había enseñado la respuesta del chico de rastas porque... No sé por qué.

Esperaba esa respuesta por su parte, sabía que iba a ser ingenioso e iba a utilizar eso en mi contra

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Esperaba esa respuesta por su parte, sabía que iba a ser ingenioso e iba a utilizar eso en mi contra. No me refería a que me chantajeara con publicarlas o algo parecido, porque se veía que no era ese tipo de chico imbécil, sino para recordarme que hasta mi subconsciente se sentía atraído sexualmente por él.

Jodida mierda.

Si, admitía que quería follarme a Tom, no era un secreto, pero es que algo me frenaba erráticamente y estaba claro que era su actitud. Si arrogancia, su egocentrismo, su capacidad para hacerme enojar... Todo aquello me hacia dar un parón y auto controlarme cuando estábamos cerca. Yo quería que suplicara por tenerme y sufriera al no conseguirlo, y ese era el único lado positivo que tenía haberle mandado esas fotos accidentalmente. Para que deseara más, que sufriese y que se conformara con esas imágenes, porque a mí en su vida me vería utilizando un conjunto de encaje frente a él.

Otro aspecto de los muchos negativos, era el hecho de que apenas lo conocía. Prueba de que llevaba mucho tiempo sin tener sexo y mis hormonas estaban despertando por ese irresistible idiota de pacotilla. Mi cuerpo y mi mente eran dos, pues uno reaccionaba a su cercanía de la forma más hormonal posible y la otra me repetía una y otra vez que mi dignidad valía más que un buen polvo.

Enserio estaba mal de la cabeza.

Dejando aparte ese tema, Adelaida me había permitido salir una hora antes, e incluso me ofreció el día libre si se lo compensaba este sábado. Pero decidí que mejor trabajara hoy, ya que mañana quería tener el tiempo suficiente para arreglarme y poder salir con las chicas. En cambio, Müller me hizo saber que el coche que nos recogería en la academia podía pasar por mi casa, ya que ni en sueños me daría tiempo de llegar hasta allá. Supuestamente el restaurante les pillaba de camino, así que no tenían problema.

Y lo agradecía.

Entonces, aquí estaba yo. Viéndome delante del espejo una vez más, algo incomoda por estar vistiéndome como no era usual en mí. Por supuesto, el vestido me lo había prestado Skyler, al igual que los tacones plateados. A duras penas me alcanzó para alisar mi larga melena y hacerme una cola alta, lo mismo para el maquillaje. Muy sutil y lo que más destacaba eran mis pestañas bien tupidas gracias al rímel.

What is Love | tom kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora