Una tarde a finales de octubre, en un lugar de una ciudad...
Sin saber exactamente por qué, a la gente le desagrada escuchar la palabra soledad. Tal vez porque la malinterpreten como un concepto negativo, tal vez porque no sepan convivir consigo mismos o simplemente porque en ese tiempo de vacío echan de menos a una o varias personas. No hay duda de que la compañía con una persona resulta más agradable. Podemos conversar, reír, ayudarnos, aprender y también conocernos. Como es el caso de Guillermo y Lucía, que cada vez que están juntos parecen formar un equipo unido y que nada tendría sentido si no se hubiesen conocido.
Ya ha pasado más de una semana desde que Lucía y Guillermo ganaron esas partidas consecutivas al futbolín, cenaron tapas en un bar o, simplemente, terminó el joven paseándose aquella noche con un paraguas de color rosa por las calles de su ciudad. Los días discurren para todos. Para algunos habitantes, los días parecen más favorables, para otros, siguen siendo tan grises como el cielo que viste en algún lugar. Así es. Lleva más de nueve días sin parar de llover. A veces llueve brusco, en otras ocasiones chispea, también hay ratos en que deja de llover para así tomarse un respiro, pero simplemente es un espejismo porque eso dura pocos minutos, y de nuevo las nubes vuelven a bañar la ciudad.
Lucía sigue muy ilusionada con la relación que está iniciando junto a Guillermo, pues rara es la mañana que no escribe a su chico para decirle al menos unos simples «buenos días», y luego se siente especial cada vez que le responde, recibe algún piropo cariñoso o simplemente cada vez que está junto a él. Y Guillermo no podía ser menos. Aunque no sea partidario de escribirse mensajes a todas horas, y tiene en cuenta que tiene que sacar tiempo para dedicarle a sus estudios, reconoce que es muy feliz con Lucía. ¿Cómo no iba serlo? ¡Si esa chica es guapísima! Y, desde luego, está a gusto a su lado. A pesar de que el otoño está más vivo que nunca, esto no llega a ser ningún impedimento para que la pareja siga quedando. Pues ya casi tienen vistas todas las películas en el cine que presenta la cartelera, han recorrido las calles bajo el paraguas de Guillermo mientras pisan los charcos, siempre entre risas y bromas, e incluso han participado en más partidas al futbolín. ¡Y todas siguen siendo victorias! Y es que cuando los dos juegan juntos, parece que se entienden a la perfección.
Lunes, tres de la tarde. La lluvia cae con fuerza nuevamente, golpeando con brusquedad la ventana de Guillermo que acaba de sentarse para empezar a estudiar. Siguen faltando ganas para esta actividad, aunque es cierto que con el mal tiempo que está haciendo sumado al ajetreo de planes fuera de casa le apetece pasar la tarde en pijama, con el batín puesto y tomarse las tareas con calma. Sin embargo, media hora después recibe un mensaje. Es Lucía otra vez. Le acaba de proponer quedar, aunque a Guillermo no le acaba de convencer salir esta tarde. ¿Será por el tiempo? Probablemente.
«¿Hoy lunes te apetece quedar...? Tenía pensado adelantar varias cosas pues voy un poco atrasado», responde Guillermo perezoso ante la idea de tener que salir de casa.
«Vamos cielo, esta semana solamente puedo quedar hoy. Las próximas tardes las tengo ocupadas para quedar. Si no nos vemos esta tarde, ya no lo haremos hasta el sábado». Termina enviando junto a un emoticono con la cara triste. Guillermo lee y suspira. Mira la ventana y lo que ve no le ayuda mucho a tomar ninguna decisión, pero finalmente cede.
«Está bien, ¿a qué hora y dónde?». Lucía lo nota molesto. Sabe que normalmente no es su manera de responder. No se siente segura de si se está enfadando o no, pero prefiere no empeorar las cosas.
«Vente a mi casa. Peli, manta y palomitas. ¿A las cinco?».
Finalmente confirma la cita Guillermo. Después se siente mal por no poner del todo interés, pero o bien por el tiempo o bien porque se nota cansado no se siente con ganas de salir de casa. Pero Lucía también tiene razón. Las fechas de los exámenes se van acercando, también los trabajos y exposiciones en grupo, y esto le va a llevar tiempo por lo que estarán unos días sin verse. Tras escribir el último mensaje, el estudiante solo dedica a unos minutos más a repasar los conceptos que había leído, después se levanta y se prepara para ducharse y cambiarse nuevamente de ropa. Por el pasillo se encuentra a su hermana.
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"Yo también" no es decir te quiero
Romance¿Sabes? He estado observando esta mañana desde mi ventana. Algunos caminan cabizbajos, otros corren apurados de un lugar a otro como si se les fuese a ir la vida. Los hay que van a un bar en busca de una cerveza a falta de sonrisas. ¿Pero...? Todos...