Una tarde a mediados de octubre, en un lugar de esa misma ciudad...
Abre la puerta de su casa y luego la cierra. Entra a su habitación para dejar la mochila y... ¡por fin es viernes! Sí, lo estaba deseando. Ha sido una mañana bastante larga, cogiendo apuntes y estudiando estos días atrás en sus ratos libres. Guillermo saluda a sus padres y también a su hermana, que hoy ha llegado antes que él. Leire está viendo la tele, aunque parece que no le está haciendo demasiado caso porque sus ojos apuntan a la pantalla táctil de su móvil. Da por válido el plan de su hermana, puesto que solo durará unos minutos hasta que los platos estén preparados en la mesa y, en estos momentos, solo quiere descansar de la mañana, no importa cómo.
—¿Qué tal Leire? ¿Cómo ha ido la mañana?
—Bien. —Es su única respuesta—. ¿Y la tuya?
—Normal. Cansado de todo, pero bien. —Y tras una pausa, continúa—. Ese ojo está mucho mejor. Ya no se te nota nada... —Se alegra su hermano.
—Por fin, en qué momento me lo dieron.
—Vamos, no te quejes tanto que podría haber sido peor.
Pero detrás de estas palabras Leire se mantiene algo distraída. Le preocupa que ese tal Pedro sea un baboso. Interviene en varias ocasiones por las redes sociales, como si quisiera ligar con ella, como si él tan solo fuera un alumno más. Le disgusta que cada vez que lo tiene detrás le pueda observar fijamente como ya ocurrió días atrás y, sobre todo, que sea la única a quien le haya propuesto quedar a solas en varias ocasiones para mejorar la técnica de pádel. ¿Tan mal lo hace? Reconoce que el deporte no es lo suyo, pero cuando se observa jugando es una más, como muchos compañeros y compañeras de su clase.
Guillermo, por su parte, es cierto que ya necesitaba un descanso, pero esto no viene únicamente de las clases y el estudio, también de dormir menos de la cuenta. ¿Cuántas horas habrá hablado con Lucía en estos últimos días a través del móvil? Muchas. Le gustaría contarle a su hermana lo que le está pasando en su vida. Le encantaría contarle la primera cita en el Starbucks, lo que ocurrió ese mismo día en la cena o incluso que se ha saltado clases para pasar una mañana con ella. Y es que, aunque la relación entre estos dos hermanos parezca distante, en realidad solo un paso les separa el uno del otro para tener una gran confianza.
El móvil de Guillermo hace un breve sonido avisando de que tiene un nuevo mensaje. Sí, otra vez Lucía, no podía faltar ella a las sensaciones que da un viernes. La mayoría de veces es ella quien inicia la conversación y aunque a Guillermo le gusta también hablar con ella, intenta ser más reservado, sobre todo si se trata de escribir. Parece que Lucía esta tarde no podrá quedar, pero sí por la noche, por lo que seguramente se verán para cenar y luego dar una vuelta.
—¿Quién es? —Curiosea Leire. Y entonces su hermano se queda una vez más con las ganas de contarle la verdad.
—No, nadie. Hablan por el grupo de clase. —Miente mientras sigue escribiendo. Leire sin embargo no se lo cree. Ella también ha visto la foto en las redes sociales que subió Lucía esa semana. Pero prefiere esperar y que se lo cuente él.
Los platos están preparados en la mesa y Guillermo y su familia se disponen a comer. Después, una vez finalizado el postre, decide echarse la siesta un rato. Le vendrá bien tomarse la tarde con calma. Se tumba, se relaja y sus ojos empiezan a cerrarse. Está cada vez más relajado, solo sigue su respiración y se deja llevar, el sueño no tarda en adentrarse en él, casi está dormido cuando... ¡Bip, bip! Es de nuevo el sonido del móvil. «Pero, ¿qué querrá esta vez...?», protesta Guillermo. Comprueba el móvil y observa que el mensaje no viene del WhatsApp, sino de Facebook. Se ha equivocado de persona, ella es... ¡Inma!
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"Yo también" no es decir te quiero
Roman d'amour¿Sabes? He estado observando esta mañana desde mi ventana. Algunos caminan cabizbajos, otros corren apurados de un lugar a otro como si se les fuese a ir la vida. Los hay que van a un bar en busca de una cerveza a falta de sonrisas. ¿Pero...? Todos...