Capítulo 24. El amor hace girar el mundo

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Lo tenía claro. Tiene diecisiete años pero sabe que él es el amor de su vida. Está enamorada. Y hoy por fin llegó el día. Se han dado su primer beso, han nacido sus primeras caricias, sus primeras miradas. Y ha sido con él. ¿Cuántas veces soñó con este momento? Hace ya mucho tiempo pero, al fin, el destino ha conseguido unir a estos dos jóvenes para que disfruten y experimenten sus emociones, se conozcan y den un nuevo paso hacia delante en sus vidas.

Un poco más lejos de esta escena, en una casa, una familia se ha reunido para celebrar un cumpleaños. Una mujer mayor sopla con poca fuerza las velas de la tarta. Todos aplauden mientras que uno de sus hijos se acerca a ella para entregarle un regalo. Sus miradas permanecen fijas durante unos instantes. Ella, con una mirada llena de arrugas pero a la vez satisfecha, sonríe definitivamente orgullosa de él y su familia. Por el contrario, la mirada de su hijo es algo diferente. Sus ojos hablan entristecidos con el deseo de que se quede junto a ellos durante muchos años más.

Al lado de ese edificio, una chica joven empieza a conocerse mejor a sí misma. Concentrada en su habitación, disfruta de su soledad y tiempo mientras pinta a mano su primer cuadro. Es el paisaje de un lago junto a dos caballos. Pero lo que más destaca es el juego de colores que resulta no solo llamativo, sino también especial. Tiene muchas cosas que mejorar, pero este será el comienzo de una nueva etapa en su vida. Algunas de sus obras las venderá, otras serán mostradas en exposiciones, otros cuadros serán tan personales que no saldrán de esa habitación. 

En la entrada a unas salas de cine, un padre coge en brazos a su hijo de dos años mientras compran palomitas. El pequeño señala con su dedo índice lo que quiere. El padre cede esta vez a los deseos de su hijo y, así, compra esa bolsa de caramelos tras unas risas compartidas. A unos metros, una mujer se siente feliz de ver delante a su familia. Sí, su marido y su hijo son lo que más quiere en el mundo. En una de esas salas de cine, dos chicas se miran de reojo. No están atendiendo a la película y ella se arriesga a dar el primer paso. Coloca delicadamente su mano encima de la suya y después las dos sonríen tímidamente. Luego, tras unos segundos de indecisión, se terminan besando. Es un beso inseguro, pero que despeja muchas dudas para las dos. Sus ojos se miran con miedo pero también felicidad. Este será solo el primer beso de muchos más que se irán dando con el paso de los años.

A unos cuantos kilómetros, con el cielo casi anochecido, hay una pista de patinaje sobre hielo. Una pareja de ancianos observa cómo sus nietos de no más de diez años cada uno se deslizan por la pista mientras compiten por ver quién de los dos lo hace mejor. Los abuelos contemplan no sin temor a sus nietos, quienes ríen, disfrutan y en alguna ocasión inesperada alguno termina cayendo. Pero no importa porque luego se levanta, se ríe y vuelve a competir cariñosamente contra su primo. Instantes después, suena una canción desde los altavoces que hay alrededor de la pista: Human del grupo The Killers. Y entre sonrisas, gritos y diversión, una chica con poco más de veinte años y un piercing en la nariz posa en la barandilla esperando a que la fotografíen. Son varias las fotos que le hace su pareja: en algunas sonríe, en otras coloca sus manos ocultando su sonrisa, en otras lo hace tapándose sus ojos, incluso hay una imagen donde extiende los brazos imitando a una avioneta. Él no solo disfruta de ver esas fotos, también de compartir esos instantes con ella. Sí, los dos saben que el mejor regalo que pueden tener es disfrutar con la persona que aman, por eso valoran tanto cada momento que están juntos.

El amor hace girar el mundo. Y tal vez estos detalles, esas sensaciones o este sentimiento que nace de nosotros, sean el motivo de que cada mañana abramos los ojos y nos levantemos de la cama para ir a trabajar y pelear por lo que da sentido a nuestra vida: el amor. El amor a nuestra familia, a nuestros hijos, pareja, amigos o incluso el amor a nosotros mismos. El amor a nuestra pasión, a la vida, a ese estado de felicidad, a disfrutar de plácidos momentos. Simplemente nuestra forma de vivir es esta, ser conscientes de nuestros errores y aprender a superar nuestros problemas para, de este modo, saber disfrutar de los días buenos que nos regala la vida. Una vida a la que sin saber cómo hemos llegado y que tampoco somos conscientes de cuándo nos podemos ir de este viaje.

Por eso, ellos aprenden, fracasan, se superan, ríen, lloran, se ayudan, se abrazan, se besan, aman y, sobre todo, aportan algo diferente a este mundo que a todos nos envuelve con su sonido. A veces es algo completamente diferente, en otras ocasiones son simples modificaciones, pero siempre con el objetivo de mejorar y aportar algo nuevo.

"Yo también" no es decir te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora