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Como todas las mañanas recibo un lindo mensaje de mi madre, esta vez me dijo que me extrañaba mucho y que Ash, mi mejor amiga me mandaba saludos.

Yo le deseé las buenas noches, puesto que allá ya es de noche, me levanté con todo el ánimo del mundo, así que bajé a preparar el desayuno, aunque de tanto insistir a la señora Kim, al final dejo hacerlo, preparé mucho, para mi tío, para Cha, para ella y para mi. Hoy no quiero ir a la empresa, quiero salir a pasear, si bien, no recuerdo tanto incluso estoy segura que me perdería, así que le pedí a la señora Kim que me acompañara, también hablé con mi tío y le dio permiso.

Caminamos por todos lados, comimos en los puestos callejeros, tenía ganas de fideos y fuimos, también compré algo de ropa, y tomé muchas fotos, vi una tela preciosa, creo que me haré un vestido, lo malo, no tengo máquina de cocer.

— Señora Kim, ¿sabe donde puedo comprar una máquina de cocer?

— Yo en casa tengo una, si gustas puedo remendar tu ropa.

— No es eso, quiero hacer un vestido, esa tela es perfecta para la idea que tengo.

— Oh, no sabía que sabías hacer ropa.

— Soy diseñadora, recién graduada, pero muy buena.

— Siendo así, le pediré a Cha que valla por ella.

— Gracias —le di un abrazo.

Compré todo lo necesario para hacer mi vestido, incluso compré las telas quiero hacer varias cosas, entre ellas algo para la señora Kim y para Cha.

Luego de una tarde de tanto caminar y comer, fuimos a casa, la verdad estaba exhausta.

Me tiré en el sillón por no sé cuánto tiempo, hasta que fui a mi habitación a dejar todas las cosas, e hice los patrones para mi vestido, en una hoja para poder cortarlos.

En la noche salí a cenar, ya bañada y en pijama de stitch, de esas que parecen mameluco.

Bajé el último escalón y escuché voces, voces conocidas, junto a una risa muy peculiar y escandalosa. Mis mejillas no tardaron en sonrojarse y cuando miré de donde provenía el ruido, todo estaba silencioso, pues ya tenía las miradas sobre mi.

— Hola —dije casi en un susurro.

— Hola —dijeron todos.

— Que linda pijama —sonrió jhope.

— G..gracias —sonreí.

Yoongi me veía, y en su rostro tenía una sonrisa, una muy linda, mostraba sus pequeños y blancos dientes.

— Eun que son esas pijamas.

— Mi mejor amiga me la regaló.

Antes de venir acá, mi amiga y yo nos hicimos un regalo, yo le di una igual de Angel, y ella está de stitch, la uso cuando hace frío, pero esta vez la usé por que le mandé una foto.

— Yo también tengo una, pero es un conejo —dijo Jin.

— ¿Y no tienes calor? —preguntó Jimin.

— La verdad es que si, pero le estaba mandando unas fotos a mi amiga y ya no la quise quitar —reí.

— La cena está servida —dijo La señora Kim terminando de poner la mesa — Señorita Eun, Cha ya trajo la máquina, la dejó bajo las escaleras.

— Gracias, la subiré a mi habitación.

— Es pesada, mañana le pido a Cha que lo haga.

— Yo puedo hacerlo —dijo Yoongi.

— ¿De verdad? Me harías un favor al subirla.

— Claro.

Fue hasta la máquina y ambos subimos a mi habitación, para indicarle donde era, valla.

— Aquí ponla, por favor.

— Listo, si pesa —sonrió.

— Gracias Yoongi, en verdad.

— De nada, por cierto, te ves muy linda con esa pijama. —dijo subiendo mi gorro.

Nuevamente estábamos viéndonos a los ojos, esa mirada tiene algo que me hace poner nerviosa, mordí mi labio y bajé la mirada, no puedo sostenerla, es inevitable no sonrojarme.

— Vamos a cenar.

Bajamos al comedor y nos sentamos para cenar, yo a lado de mi tío y de Jin, y Yoongi frente a mi.

De vez en cuando nos mirábamos, al terminar los chicos se fueron y yo subí a mi habitación, dispuesta a dormir, cosa que no logré.

Mejor me puse a cortar la tela para mañana armar mi vestido.

La sobrina del ceoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora