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En la mañana desperté, Eun Ji estaba a mi lado, como todas las mañanas despertaba abrazada a mi, me lamento todos los días haber echo eso, maldita sea.

Le di un beso corto en los labios y ella despertó.

— Lo siento —miré a otro lado.

— No pasa nada, iré a ver a Seo Yoon.

Se levantó de la cama y fue a ver a nuestro hijo, luego regresó a la habitación.

— Sigue dormido —dijo.

— ¿Duerme mucho?

— Salió a ti, siempre esta dormido —se rió.

— Oye, yo no duermo siempre, se parece a ti.

— Tu eres un gato dormilón, mi hijo tenía que sacar algo de su padre.

— Gracias por darme el mejor regalo Eun, Seo Yoon es el mejor regalo que me pudiste dar.

— Tu fuiste quien me dio ese regalo, mi bebé es mi vida, si le pasara algo, yo me muero Yoongi.

— No digas eso —me paré de la cama y caminé hacia ella— Mientras esté yo, no dejaré que nada les pase a los dos, son mi vida entera —le di un beso corto.

Cuando me separé de ella, me tomó de la camisa y me besó, pero no fue un beso corto, fue un beso que necesitaba desde hace mucho, como aquellos besos que nos dábamos.

La tomé de la cintura y ella pasó sus manos por mi nuca, subí mis manos a sus hombros y bajé los tirantes de su blusa, comencé a besar su cuello y ella hacía su cabeza para atrás, él escucharla gemir me prendía más, no pude más y la desnudé por completo en un segundo, extraño tocar y besar todo su cuerpo.

— ¿Quieres hacerlo? —dije juntando nuestras frentes.

— Eh esperado tanto este día, por favor hazlo Min Yoongi. —su voz estaba agitada.

La acosté en la cama y me quité toda la ropa que ya me estorbaba, volví a besar su cuello dándome pequeñas mordidas, bajé a sus senos, que seguían igual como los recuerdo.

Dejé besos por todo su vientre hasta llegar a su intimidad, la cual lamí como desespero.

— Aaah Yoongi, sigue así.

— Me encantas Eun, como desde el primer día.

— Ya hazme tuya por favor —suplicaba— No aguanto más, quiero que entres en mi.

Tomé un condón de la mesita de noche y me lo puse, luego lo metí en ella lentamente, los dos gemimos al sentirnos. Primero me moví lento, y fui aumentando mis estocadas.

Seguíamos en el placer que nos embriagaba tanto, y escuchamos el llanto de nuestro hijo, genial, lo que faltaba.

— Deja voy a verlo —decía Eun.

— No, deja que llore.

— Por favor Yoon, no me gusta dejarlo llorar.

— Aish, está bien.

Se puso mi camisa y salió a verlo, tardo unos minuto y volvió a entrar, se quitó la camisa y aventó a la cama, subiéndose arriba de mi, me gusta en la manera que brinca en mi, sus senos suben y bajan, los tomé y metí uno a mi boca, luego el otro.

— Date prisa que Seo puede volver a llorar.

La adrenalina entró a mi cuerpo, el saber que nuestro hijo puede llorar de repente me hizo darle estocadas más fuertes y profundas, hasta que los dos terminamos al mismo tiempo.

Ella se dio un baño, mientras yo salí a ver a mi hijo, estaba jugando con unos juguetes que le dio Eun.

— Hola hijo, ¿dormiste bien?

— Shi —sonrió.

Lo cargué y lo llevé a mi habitación, Eun se estaba cambiando.

— Hola mi amor, hoy te portaste mal, tus papis estaban ocupados —le dijo y nuestro hijo sonrió.

— No le digas eso Eun. —reí.

— Bueno ya, te ves lindo con él en brazos.

— Obvio, somos guapos los dos.

— Claro que lo son —sonreí.

— Eun, ¿quieres intentarlo una vez más? Te prometo que no te fallaré, quiero que vivan conmigo y que todo mundo sepa que tengo un hijo precioso y a la mujer más hermosa y sabrosa del mundo.

— Cállate —se rió y sus mejillas se sonrojaron.

— Me encanta ponerte nerviosa, haces que quiera quitarte esa ropa y volverte a coger.

— Min Yoongi, no digas eso frente a Seo Yoon, pero si quieres hoy se lo dejo a la señora Kim y lo hacemos toda la noche.

— ¿Harías eso? —abrí mis ojos como platos.

— Si, le puedo decir que tengo una cena del trabajo.

— Hazlo, háblale ya mismo, por qué no saldremos de la cama.

— Eres un caliente.

— Así como tú mi amor —le dije— Sigues siendo una calenturienta y me gusta, sabes que me gusta.

— Ya basta —se rió.

En la tarde fue a llevar a Seo con la señora Kim y nos la pasamos en la cama, la cogí toda la tarde, noche hasta el día siguiente, seguro que la dejé exhausta.

La sobrina del ceoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora