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—Yo siempre gano

Hanbin introdució lentamente su miembro en la entrada de Hao comenzando a moverse despacio. Aquellos movimientos tan suaves hacia que la carne se sienta mucho más en el interior del castaño dejando salir gemidos más largos de sí.

La temperatura se elevaba, Hanbin depositó todo su peso sobre Hao haciendo que sienta el calor de su cuerpo sobre él.

—Voltéate —ordenó dándole una nalgada logrando que este soltara un leve quejido

Tal como ordenó, se giró incómodamente porque el cinturón atado al alrededor de sus muñecas no le dejaba hacer algún movimiento con sus manos. El pelinegro separó las piernas del contrario dejándolas a su disposición y alzando cada una, jaló de ellas repentinamente atrayendo al castaño hacia él logrando sacudir su cuerpo.

Comenzó a moder sus muslos internos, Hao gimió del placer que le provocó eso, le hacia cosquillas pero al mismo tiempo le excitaba. Recorría la sensible piel con su lengua y la succionaba dejando varias marcas en esta.

Poco después, Hanbin comenzó a jugar un poco, al introducir su miembro, solo lo hacía con la punta y luego la sacaba, quería provocar a Hao, ahora que podía ver sus expresiones, no podía desperdiciar aquella vista.

—Hanbin... —gimió mientras se estremecía con cada roce.

Finalmente lo introdujo dentro de manera suave así como en el comienzo. Hao liberó un fuerte suspiro. El pelinegro conforme pasaban los minutos comenzó a moverse más rápido, la vista que tenía era fabulosa, observaba al castaño como aguantaba las ganas de arquearse ante tales embestidas, sin duda quería ganar, a lo que Hanbin decidió ir aún más rápido creando un gran sonido por el choque de las dos pieles.

Hasta que se detuvo. No podía correrse aún.

Hao permanecía debajo de él con la respiración agitada y mejillas sonrojadas. Quería más de él. Mucho más.

Cambió de posición haciendo que este quedara sentado sobre su regazo, el castaño colocó sus manos aún atadas alrededor de su cuello tratando de sostenerse de este, estando así comenzó a embestirlo sin parar una y otra vez.

Sus gemidos se hacían cada vez más agudos, Hanbin gemía con él, también lo estaba disfrutando. Hasta que se volvió a detener repentinamente, trató de respirar un poco antes de seguir, en ese instante fue que Hao lo besó.

Díos mío...

Comenzó a subir y bajar sus caderas suavemente sobre el miembro erecto del pelinegro. Soltaba gemidos entre cada beso y sin querer apretaba el pene del contrario con sus paredes haciendo que este gimiera por lo bajo ante la presión ocasionada.

—Eso... es trampa —mencionó entre suspiros con una leve sonrisa de satisfacción

Hao no le hizo caso y siguió haciéndolo mientras su boca se deslizaba hasta su cuello, ahí permanecía aquel delicioso aroma que le encantaba, succionó también esa zona escuchando los quejidos de placer dados por Hanbin.

El mencionado tomó el miembro del castaño el cual se encontraba al aire y lo comenzó a masturbar, este pegó un suave grito por la acción inesperada y es que estaba atado, no podía hacer nada para evitar que siguiera.

—Eso... es... hacer tram... trampa —dijo entre gemidos

Hanbin sonrió al sentir que había cobrado venganza y a pesar que Hao quería seguir apretando su miembro, este no le dejó y comenzó a embestirlo mientras lo masturbaba.

—Mi...mierda... Hanbin... —no iba a soportar estar así sin poder correrse —¡espera! —dijo logrando que el contrario se detuviera —juguemos limpio

Este hizo caso dejando de masturbarlo pero el castaño no se iba a librar tan fácil de él, de todas formas tenía a favor sus manos atadas.

Lo cargó de las caderas levántandose de la cama teniendo a Hao cargado en el aire y ahí comenzó con sus estocadas las cuales fueron aumentó poco a poco. El pelinegro apoyó al contrario en una pared y ahí lo comenzó a penetrar con más fuerza escuchando sus gemidos ahogados salir de él. Notaba como dulces lágrimas salían de sus ojos, un líquido preseminal brotaba de su pene, estaba a punto de correrse.

—Ha...Hanbin... —gemía aferrándose a él con ayuda de sus brazos —Hanbin...

La respiración de Hao cerca de su oído le causó una leve electricidad, escuchar sus gemidos mencionando su nombre era tan excitante, lo provocaba seguir oyendo más así que no paró, siguió arremetiendo contra él.

—Mhm... Hanbin —escuchaba en su oreja haciéndole cosquillas

—¿Ya te vas a correr? —preguntó sin detenerse por ningún instante

—Eso quisieras —sonrió volviendo a fruncir el ceño para seguir gimiendo

Tan sexy...

Hanbin no quería correrse, no quería, pero no pudo evitarlo, al final lo hizo, fue quien perdió. Soltó un gran gemido llenando el interior de Hao de su abundante líquido salido gracias a su orgasmo. Acostó en la cama a Hao para evitar perder el equilibrio.

—Te lo dije... siempre gano —dijo el castaño con una enorme sonrisa a milímetros de distancia de Hanbin, este sólo lo miraba devolviendole la sonrisa mientras trataba de calmar su respiración. Al ya tranquilizarse pudo salir de él y lo limpió —¿me ayudas? —preguntó pícaro dándole a entender que había alguien que aún no se había corrido

Este no dijo nada, sólo sonrió colocándose al frente del miembro del contrario introduciendolo en su boca sin pensarlo dos veces. Hao nunca había tenido la boca de alguien en su pene de esa manera, siempre era él el que le hacía sexo oral a los demás pero esta vez...

Lo hace tan bien... dios mío...

El castaño no tardó en venirse arqueado su espalda como nunca y dejando salir un agudo gemido, sus ojos se cerraron con fuerza dejando salir algunas lágrimas. Al abrirlos de nuevo vio a Hanbin tragarse todo y acercarse a él lentamente para besarlo. Este recibió el beso sabiendo que le estaba compartiendo un poco de su semen.

—¿Sabe bien? —preguntó el pelinegro, a lo que él contrario asintió —la piña colada hizo sus efectos

—¿Como? —lo miró sin entender

—Nada —comenzó a reír. Poco después, Hao por fin entendió a que se refería y le dio un leve golpe

—Idiota —susurró

Hanbin rió de nuevo desabrochando su cinturón de las manos de Hao observando que se habían formado marcas en sus muñecas. Se acostó a su lado sosteniendo sus manos y frotándolas suavemente.

Después de un rato, lo abrazó y cubrió con la manta a ambos. Permanecieron así unos segundos, sintiendo la calidez de ambos cuerpos.

Para Hao, aquello había sido el mejor sexo de toda su jodida vida.

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Esposos por accidente 🥂 HaobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora