Capítulo B: Iridiscencia que ciega.

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El tiempo transcurrió y yo ya me encontraba por mis 10 años. Las cosas seguían prácticamente igual a diferencia de que yo ya platicaba con más soltura con mi padre y Luculia, estas conversaciones se centraban en resolver las mil y una dudas que siempre tenía, pues me fascinaba aprender y mi amor por los libros creció más y más, tanto que mi habitación prácticamente se convirtió un una biblioteca.

A esta edad conocí a otra persona, Iris Tuktamisheva, llegó a mi vida con el titulo de “Prometida” obviamente yo no comprendí el significado de esto, pero ella se integró a mi rutina diaria.

Si debo decir algo positivo sobre ella (y tal vez lo único), es que a su llegada disminuyó la constante tortura de mi hermano hacia conmigo, pero al fin de cuentas ella no era tan distinta. Aunque de una manera más sutil, me convertí en el juguete de una nueva persona, Iris se la pasaba diciéndome lindo, o bonito, conceptos que hasta ese momento de mi vida no habían sido mencionados, por lo que no comprendía a qué se referia, es más, ni siquiera hablaba con ella, las pocas veces que intenté hablar me interrumpió, y creo que ni siquiera se daba cuenta, estaba más interesada en lo que ella tenía para decir que en escuchar a los demás, además se la pasaba invadiendo mi espacio personal lo cuál era muy molesto, ya que a esa edad el tacto sobre expresado era algo que aún me costaba asimilar, a veces pienso que ella me ayudó mucho a controlarlo, pero supongo no fue la mejor manera de hacerlo.

Total, mientras más pasaba el tiempo la curiosidad de Iris por conocerme fue desapareciendo y poco a poco me fuí convirtiendo en uno más de sus accesorios de su día a día. Iris al contrario de las demás personas que mejoraban sus acciones conmigo o las mantenían, sólo empeoró, con la edad comenzó a utilizar maquillaje, lo que la hacía ver extraña, también comenzó a oler extraño y con ello a utilizar perfumes que eran tan dulces que me causaban dolor de cabeza, y tal parece que las recomendaciones de Luculia sólo eran más que un sonido que no tenía importancia en la vida de Iris.

No tardó mucho tiempo en que Iris tuvo cambios que fueron muy evidentes, su cuerpo cambió drásticamente, así cómo su olor, dependiendo de la semana del mes, ella olía particularmente distinto y su estado de ánimo coincidía con estos cambios, Luculia me explicó los motivos, y aunque fue muy clara poco pude comprender.

Un día cómo cualquier otro, mientras nos encontrábamos solos (que era algo común) Iris tuvo un errático cambio de comportamiento; Recuerdo que ese día ella olía particularmente dulce, de una manera sutil, la verdad es que me llegaba a agradar pero ese sentimiento agradable fue interrumpido por acciones que cada vez fueron a peor, me miraba muy intensamente, de arriba a abajo y se acercaba demasiado a mí, mucho más de lo normal, claramente se estaba comportando de una meneara diferente y pesar de estar de cierto modo acostumbrado a que esté pegada a mí, hoy está notablemente, más cercas.

- ¿Sabes Rosel? Hoy va a ser un día muy importante, así que espero que te comportes.

No entiendo ¿A qué se refería? No era un día importante, nadie cumplía años. La miré con confusión.

- En la escuela últimamente se habla mucho del tema, y la verdad al estar junto a ti... es imposible no pensar en ello.

Esto cada vez se hacía más confuso, yo no iba a la escuela, tenía maestros particulares, no sabía a qué se refería, en ese momento yo estaba dibujando así que escribí en una esquina de la hoja: “¿Pensar en qué?".

- Es que ¡Sólo mírate! Desde hace tiempo quiero hacer esto, pero no había encontrado el momento.

Seguía sin entender a qué se refería, así que volví a escribir: "¿Qué me mire? ¿Tengo algo extraño?".

- Sí Rosel, tienes algo malo, deberías quitarte la camisa.

La verdad, aunque no comprendía lo que pasaba, accedí a lo que Iris me decía, me daba miedo que algo malo me pasara .

Él es diferente ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora